Foto internacional (TMHA)

∆Veinticuatro∆

Amin

Verla afectada por mis comentarios es glorioso, los nervios que siente no sabe cómo disimularlos y por ello voltea el rostro en dirección a la puerta, me apresuro y le obstaculizo el camino con mi cuerpo, hoy no saldrá del cuarto sin darme nada, con un beso me conformo.

Mis ganas de ella se incrementan por el tiempo que pasamos tiempo juntos, conocerla evidencia lo que sabíamos de ella, es una gran mujer y por ese motivo no la soltaremos.

Soy entrometido al tratar de ella, voy en las noches a su habitación para ver que nada le haga falta.

Mala idea, anoche se removía en la cama como un un gusano - linda analogía, soy tan tierno que me doy asco - gemía y jadeaba al tiempo que la sábana que cubría su cuerpo caía al suelo permitiendo la dicha de que mis ojos observen su magnífico ser semidesnudo.

Maria es muy sexi, ella no lo nota pero por el lugar por el que pasa se lleva consigo la mirada de muchos hombres, tiene porte y elegancia natural, su rostro es delicado y muy femenino. Desde lejos pensamos que esa misma delicadeza se refleja en su carácter o temperamento.

Nada más lejos de la verdad, es como el volcán más bello del mundo, puede estar rodeado de verde vegetación pero cuando entra en erupción es devastador - las comparaciones no son lo mío, por lo menos las románticas.

Seguimos en la misma posición, yo delante de la puerta y ella a unos cuantos pasos, se asegura de no quedar cerca del alcance de mis manos. Muy lista, en caso de que vuelva a estar cerca de ella no voy controlar mis ganas de besarla hasta dejarla sin aliento.

Luce más nerviosa a medida que los minutos avanzan, mira hacia los lados en busca de una ventana.

— Estamos en el tercer piso — afirmo lo obvio cuando avanza hacia la única que hay.

Odia no tener la razón, la mayor parte del tiempo no falla y eso es tanto bueno como malo ya que, cuando las cosas no salen según sus planes se frustra y en consecuencia su ánimo decae mucho.

Se daña ella misma al exigir tanto, es bueno darse cuenta de que no siempre se puede con todo.

— Voy a dejarte salir con una condición — con ella voy a recurrir al chantaje, de aquí no sale sin darme un beso.

Ahora el nerviosismo se convierte en disgusto y duda, no le gusta que yo tenga el control.

— ¿Qué condición? Haz lo posible de que estén dentro de mis probabilidades o ganas — me despego de mi puesto de guardia de seguridad para acercarme a ella.

Me encanta ser quien le ponga los pelos de punta, tengo poder sobre ella por más que se resista o que lo niegue.

— No es una negociación, Maria, harás lo que pida si tanto deseas apartarte de las emociones que produzco en ti — nuevamente acaricio su cintura a través de la camiseta.

Voy a verla con una de las mías, haré que las use como pijama. Es mi forma de marcar permanentemente sobre ella.

— No me jodas, Amin, no vas a encerrarme aquí... — se calla cuando mis manos recorren su suave piel, ahora debajo de la estorbosa ropa.

— En vista de que el que lleva el control soy yo ¿No debería ser otra tu actitud? — su respiración es pausada, su piel se estremece y sus ojos permanecen cerrados — Un beso, regalame uno y te irás — mi cuerpo se siente completo con ella.

— ¿Un beso? No tengo que darte nada, abre la jodida puerta o la mordida que mi hijo te dió no será nada — la imagen de Baruk masajeando su nalga viene a mi mente, está realmente loca.