∆Sesenta∆

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Maria Isabel

Mis ganas de seguir adelante son más débiles que mi anhelo de tirarme por esa ventana que da al jardín ¿Así de inutil me volvió un hombre? Ni siquiera mi progenitor logró romper con mi espíritu feroz ¿Permitiría yo que Antonio lo haga? Sí me hubieran hecho esa pregunta hace cinco horas diría que sí, que definitivamente destrozó aquello que siempre mantuve intacto a pesar de las circunstancias o de los malditos golpes que la vida me da constantemente.

Llega un momento en la vida de toda persona que se cansa de luchar, que simplemente desearía dejarse llevar por la corriente y sufrir lo que venga con tal de ponerle fin a aquello que lo martiriza.

Algo así como entregarse completamente al destino que ya comenzó atrasarse, solo que en algunas ocasiones esa línea ya determinada se da en manos de tercero y no en uno mismo.

Pero lo que sí está en nuestro poder es la firmeza para cambiar el curso y fijarlo en donde nosotros queramos, eso se da a través de la lucha y por medio de las ganas que uno posea de salir adelante así sea solo o acompañado.

Mi conflicto interno surge de lo segundo ya que no estoy segura de estar acompañada, por lo menos por los Abad.

Soy plenamente consciente de que Antonio les envío el video, ese donde me violaba sin saberlo ¿Cómo se habrán sentido al verlo? Es la pregunta más estúpida que me llegue hacer en los casi treinta años de vida que tengo, por supuesto que habrán gritado en cada idioma que conocen una cantidad increíble de barbaridades maldiciendo a viva voz la cabeza de Antonio.

Me di cuenta de que había cámaras en la habitación cuándo moví dijera mente mi cabeza hacia la izquierda, intentando esquivar la mirada de Antonio y de ignorar sus asquerosos gemidos. Supe al instante que eso no era por vigilancia, era más bien para evidencia que claramente caería en las manos equivocadas.

Mis Abad, los hombres que amo.

No me exalté y mucho menos hice un escándalo porque las consecuencias de eso podrían ser peores, por lo que simplemente observe unos segundos la cámara y les dije aquello que desde hace una semana estaba atorado en mi garganta.

Los amo.

Quisiese que mi confesión se diera en vivo y en directo, en un contexto diferente donde ninguno sintiera dolor ¿Qué hacer cuando mi destino fue trazado por un hombre enfermo? En ese martirio no pude reaccionar y reacomodar por mí misma el camino real que anhelaba.

La segunda noche en dónde nuestros cuerpos inevitablemente hicieron contacto poemas violenta y salvaje que la primera vez, ahí conocí los verdaderos deseos carnales de mi exnovio, mismo qué es admirador del sadismo extremo.

Igual que la primera vez, lloré en la ducha, lejos de las cámaras y de los micrófonos encontrando el punto ciego perfecto en una de las esquinas, estuve ahí hasta que mis ojos se secaron y mi piel se arrugó igual que una pasa de uva.

La sonrisa que creí perder el día que fui secuestrada apareció repentinamente gracias a la presencia de mi amada suegra en la habitación, no lucía mejor que yo, pero aún así trataba de hacerse la fuerte para servir de apoyo. Ambas nos abrazamos y lloramos, preguntando si la otra se encontraba bien.

Superficialmente decíamos que sí, sin embargo sabíamos en nuestro interior que ambas necesitaríamos muchísima ayuda una vez que logremos escapar de aquí.

- Mi amada nuera... Hay algo que quiero decirte - solo con eso comenzamos hace cara las gotas saladas qué se habían vuelto costumbre en la vida de ambas.

El tono tan bajo con qué lo dice evidencia que nadie debe saber lo que quedará en esta habitación.

- Dígame - frunce el ceño ante la formalidad con la que le hablo, prefiere que me dirija informalmente ahora que somos familia.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora