∆Cincuenta y seis∆

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Abdil

Dos días desde que mi madre y María desaparecieron.

Dos días en que la tierra se abrió y se llevó a ambas a quién sabe dónde.

Dos días esperando alguna llamada para saber dónde están y solicitar un rescate.

Dos días controlando la histeria de mis padres; el enfado de mi abuelo; y la tristeza de la señora Simmons.

Dos días desde que Pancho apareció en un vertedero, a punto de morir por culpa de un fuerte golpe que le lastimó la cabeza.

Dos días desde que una parte de nosotros se fue con ella.

Y un día desde que Baruk unió cada pieza del rompecabezas, resaltando dos nombres que ahora son mi martirio.

Johhannes Analdi y Antonio; el primer hombre pertenece al pasado de mis padres y que en los últimos meses tortura a mi madre en busca nuestra caída; el segundo, un idiota resentido que no supo salir adelante sin la espléndida mujer que ahora es nuestra.

Morindia Analdi y él bajaron juntos de un jet privado a nombre de Johannes, los tres se confabularon para vengarse de nuestra familia. Cada uno tenía sus propios motivos, Johhannes por el rechazo de mi madre en su juventud; Morindia por el cariño y amor que jamás tuvo y que lamentablemente evidenció desde la niñez la calidez familiar donde nosotros sí fuimos privilegiados; y Antonio por recuperar a María.

Ira.

Envidia.

Dependencia.

Eso es lo que caracteriza las malvadas intenciones de los tres, añadiendo una cuarta que para mi María sí es dolorosa.

Codicia, esta última en manos de su propio padre, si es que merece ser llamado así.
Cada recurso del que somos dueños está destinado a encontrar a mi madre y a mi mujer, al costo que sea necesario y por todos los medios, legales o ilegales.

De lo segundo se ocupa mi hermano mayor, uno que ya se ganó por completo nuestro perdón al verificar que lo dicho en la cena es real.

Se fue para no avergonzar la memoria de mi madre, esa que mi padre no dudó en destruir ¿Por qué la odiaba tanto? Él mismo siempre se desligó de la tradición porque no le gustaba compartir a su mujer con sus hermanos, sin nombrar el que odiaba a Hurrem.

Fotografías, eso arruinó la relación que teníamos con nuestro hermano, algo tan simple como pedazos de papel nos lastimó por años, llenando nuestro corazón de odio y resentimiento.

Afortunadamente María vió que aquello nos hacía demasiado mal y buscó una solución que efectivamente obtuvo los resultados que tanto había esperado, la reconciliación de los hermanos Abad, algo impensable hasta hace unos meses.

Ahora mismo esperamos a que el doctor nos dé los resultados de los últimos estudios a los que fue sometido Baruk, acabamos de llegar puesto que también estábamos en el veterinario esperando por Pancho, su avance es lento pero seguro según el diagnóstico de los doctores.

Una parte de mi se iría con ese compañero si algo le pasa, no me lo perdonaría.

Mis padres no escucharon el total de la narración de Baruk, se salieron antes de que llegara a la peor parte y ese fue el abuso físico a la que mi madre fue sometida por meses, sin que ellos notaran alguna diferencia en su comportamiento. Su salida no fue intencional, recibieron una llamada de un supuesto testigo que aseguraba haberlas visto.

Desde que se separaron de mi madre algo dentro de ellos cambió, la aman más que a nada en el mundo y simplemente desapareció.

— Hijos… — ¿Tan pronto? Pero si acaban de irse — Nos engañaron, era una pista falsa que a cada segundo nos alejaba más y más de Arabia — es la segunda en la semana, lo que pensé antes pasó ayer.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora