Extra X "Presencia que no esperaba"

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María Isabel

Ser madre de cuatro hijos es una tarea muy difícil, y eso que soy esposa de seis hombres que participan activamente en su crianza, cuidado y amor. Es hipócrita de mi parte quejarme cuando se encargan de que los días en que despierto en plena madrugada para atender a la más pequeña de la familia se resuma a uno solo, el resto de la semana se la dividen entre ellos y así me permiten descansar unas horas más.

Sinceramente no sé qué haría sin ellos, lo que me lleva a la siguiente afirmación que no voy a cansarme de repetir.

Admiro enormemente a las mujeres que deben abarcar todo solas, más a aquellas que no solo deben encargarse de los niños, sino también de sus maridos.

Hay familias en las que la mujer debe cumplir ambos papeles incluso cuando la figura paterna sigue presente en el hogar, convirtiéndose así en otro niño al que criar y atender.

Adicional a mis esposos también debo nombrar a mis suegros, los cuatro aman profundamente a cada niño por igual y se los llevan a su mansión para pasar el fin de semana sin saltearse un solo día.

No hace falta caer en detalles sobre lo que sus padres y yo hacemos esos dos días libres. El tiempo que alcanzo a dormir se resume a cuatro horas, terminando así más agotada con ellos que dedicándome a mis pequeños.

Para evitar el nacimiento de otro bebé mientras que sigo criando a mi preciosa hija de apenas seis meses, fui rumbo a la doctora de cabecera y de mayor confianza de mi suegra, para comenzar el uso de anticonceptivos en pastillas.

Adoro con alma y vida a mi familia, sin embargo creo que ya fue suficiente la cantidad de partos naturales a las que fui sometida por decisión propia.

"Muy bien que te dolió tenerlos pero no crearlos"

Decía entre risas Hürrem cuando me quejaba de la recuperación. Ella se comportó como una amiga en los días que necesitaba ayuda con algunas tareas, mientras mis esposos corrían detrás de gemelos desnudos cuyo odio a los baños se vió en portadas de periódicos; de un hijo mayor que adora enfurecer a Amin borrando sus archivos y reorganizando su agenda... Me faltó algo ¡Oh si! La princesa consentida que llora con cada respiro y hasta con un Pancho protector de sus cachorros que marca territorio siempre que bebe agua.

Viví el paraíso en la tierra mientras veía y escuchaba gritos de enojo, frustración y maldiciones que les valió en más de una ocasión un buen regaño por parte de su madre al decir aquellas palabrotas frente a sus hijos.

El ruido es parte de la rutina, antes ellos sabían trabajar en silencio y encerrados cada uno de sus oficinas para no distraerse con estupideces o en todo caso frenar de la nada sus responsabilidades por tenerme cerca. Ahora se reparten cada uno a los niños para mantenerlos bajo vigilancia ya que adoran ver a sus padres con el rostro rojo.

- Amor - Baruk se recuesta de un salto juntos a mi - ¿Es tarde para darlos en adopción? - me río a carcajadas dejando la laptop sobre la mesa de noche.

Es la misma frase que repito siempre que los gemelos joden con sus bromas.

- Muy tarde, cielo, ya saben cómo llegar a casa y conocen el poder de su apellido - suspira profundamente acostándose boca abajo y colocando una almohada sobre su cabeza - Y tus padres seguramente nos matarían de solo saber que lo piensas - voy cerca de su cuerpo para abrazarlo.

- Entonces démosle la custodia - esos diablillos le hicieron algo, él es quien más los defiende.

- ¿Polvo pica pica en los calzones? - niega recordando lo ocurrido hace una semana - ¿Talco en el shampoo? - tampoco es esa - Ya, dime qué es, no soy adivina.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora