∆Cincuenta y tres∆

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María Isabel

No es justo, para nada justo ver a Hurrem Abad recostada en una cama con las piernas abiertas esperando a que termine de curar sus partes íntimas por el salvajismo con que abusaron de ella.

Me enoja y entristece ver por lo que tuvo que pasar para mantener en secreto el pasado de su cuñanada, la madre de mis amados gemelos y mujer que se quitó la vida por la presión social, obviando el abandono de su esposo.

Envié a Baruk por algo de comida, la segunda aparición de mi padre nuevamente movió aquellos cimientos que yo ya daba por sentados, al igual que en el desayuno mi cerebro no se concentra para poder cocinar aunque sea una simple sopa de pollo, se niega a hacer algo diferente a pensar y repensar lo que ya sé.

Nunca me importó ser aprobada por la familia de los chicos, al inicio ni siquiera estaba buscando una nueva relación y mucho menos con hombres que económicamente estaban por muy encima de mí, sin embargo sus constantes cuidados e interés lograron aumentar mis sentimientos hasta que se adueñaron de mi corazón.

Las peleas con la mujer que ahora veo recostada en su cama tratando de contener las lágrimas para no darme lástima, jamás fueron un impedimento. Me veía lista para luchar contra el resto de los Abad sí eso me permitía seguir junto a los cinco.

Sí antes las cosas eran confusas, ahora ni siquiera puedo terminar de entender la presencia de mi padre en casa de Hurrem ¿Fue por ella que por fin pude verlo después de tantos años? Por la forma en la que él le hablaba y trataba dudo mucho que haya sido un invitado de honor. Es muy exagerado, sin evidencia, decir que pudo ingresar al departamento por la fuerza o engañarla para que le abriera la puerta.

No hay que preocuparse por Esteban Ortiz hasta mañana en la tarde, la policía por poco también se lleva a mi Baruk con ellos, afortunadamente es tan conocido aquí que le propusieron ir a declarar mañana y así deshacernos momentáneamente de él.

La mujer recostada frente a mí no es ni la sombra de la que siempre discutía conmigo, esa que parecía una suegra histérica que no hacía nada más que recalcar los defectos físicos o de entrometerse en cuestiones que no le importaban.

Admito que hice mal en juzgarla por unas pocas acciones, pero vamos ¿No era un excelente actriz? No hemos hablado en ningún momento desde que su hijo se fue, y mi lengua se conviene por sacarme aquella duda ¿No había algo de verdad en su forma de actuar conmigo? Es que de verdad es complicado que todo se haya tratado de una simple actuación.

— No eres del tipo callada ¿Qué quiere saber? — me pregunta suavemente sin exaltarme, al estar en mi mundo no me di cuenta de que me miraba fijamente.

Vuelve a cubrir su cuerpo con la manta esperando a que le responda.

— ¿Fue todo una actuación? — parece no entender — El odio que me transmitía desde el segundo uno en que nos conocimos no parecía del todo actuado — sonríe poco por las cortaduras que en sus labios, la mejilla también le duele por el golpe.

Curé cada una de sus heridas en cuanto nos quedamos a solas, al principio el silencio era bastante incómodo e incluso tenso pero no fue la única que estuvo resguardada en su mente antes de hablar, ella también miraba fijamente la pared pensando en quién sabe qué.

— Lo fue, en realidad me sentí muy orgullosa de que mis hijos se consiguieron a una mujer tan valiente e independiente, capaz de luchar con uñas y garras para que nadie pase sobre ella — sus delicadas y heridas manos sostienen las mías, estoy sentada en la orilla de la cama, justo a su lado — María, yo se lo que es ser odiada por el padre o madre de los hombres que amas, lo vivo desde hace más de 30 años con mi suegro — he sido testigo de lo feliz que el abuelo estuvo cuándo se marchó — Hice lo mejor que pude para que nuestra relación fuese más amena y llevadera, nada de eso sirvió, al tener ascendencia pobre creía que yo estaba con sus hijos para quitarles hasta el último centavo — nadie diría eso ahora, naturalmente desprende elegancia y sofisticación — Hace unos cinco años me cansé de intentar, siempre terminaba llorando en la ducha por los crueles comentarios que él hacía con respecto a mi madre o a la poca formación profesional que tuve, sin asimilar del todo el contexto en el que crecí o el esfuerzo sobrehumano que tuve que hacer para obtener mi título universitario.

Foto internacional (TMHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora