Capítulo 82.

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Pov Dema.

Ya son pasadas las tres de la mañana.
En mis ojos siento el cansancio de estar con la vista fija en el portátil por varias horas revisando que el último documento estuviese en orden y tras guardarlo cerré todo y lo apagué.
Me levanté de mi asiento y al llegar a la puerta apagué la luz cerrando el despacho detrás de mi.

La casa se encontraba en calma ya que al ser de madrugada todos están durmiendo.
Subí las escaleras y al llegar al pasillo me detuve frente a la puerta del cuarto de Mariela. Debatiéndome entre entrar o seguir de largo.

Aún con mi conciencia recriminandome, decidí ingresar a sercioramre de que estuviese todo en orden. Caminé los pocos pasos que me separaban de la cama donde ella y Martín descansaban plácidamente y después de apoyar el movil que tenía en mi mano en la mesa de noche, me senté en un pequeño sillón ubicado a un costado del ventanal, por el cual entraba sin problemas, la luz de la luna. La tenue luz, bañaba el interior de la habitación y alumbraba su rostro delineando sus facciones, ahora relajadas.

Permanecí en silencio admirado su rostro, recordando la primera vez que ella estuvo aquí, rogando que vplviera a ser todo como antes.
Dejé que mi mente divagara, mientras la contemplaba.

Varios minutos después, me levanté de mi asiento, y tras salir del cuarto a hurtadillas igual que cómo entré, fui hasta mi cuarto.

Me interné en el baño a pegarme una ducha.
Me coloqué debajo del chorro de agua caliente, apoyé mis manos en la pared que tenía frente a mi y dejé que el agua me relajara la tensión acumulada. Permanecí en quella posición por largo rato reflexionando lo que había  sucedido horas atrás en la cocina. La extraño. Extraño que sea ella. A lo que me refiero es a que extraño como era ella antes del accidente. En este momento me siento de vuelta en el punto de partida. Como cuando recién comenzabamos a llevarnos mejor.

Mientras dejaba que el agua hiciera su trabajo, dejé que mi mente divagara entre recuerdo. Cuando sentí que mi cuerpo quedó relajado. Cerré la llave del paso del agua y tras tomar una toalla, enrosqué en mi cintura, salí del baño y fui hasta el vestidor. De uno de los muebles tomé un boxer y un pantalón de dormir. 

Me terminé de secar el cuerpo y tras vestirme, sentí un ruido en la habitación contigua.

Salí de mi cuarto y al pararme frente a la puerta del dormitorio que ocupa Mariela, ingresé por segunda vez en la noche a ver que sucedía.

Al abrir la puerta e ingresar, me encontré con la  vista de que Mariela se estaba en el piso y un celular tirado.

-Mariela. -Llamé acercándome directo hacia ella. La tomé en brazos y la volví a colocar sobre la cama- ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Qué  sucedió?

-Estoy bien. -Respondió recorriendome brevemente con la vista para terminar clavando sus ojos en los míos- Es que me despertó el ruido de tu teléfono. La mujer que llamó dijo que era urgente. Quise llevártelo, pero al ponerme de pié, mis piernas no respondieron.

-No vuelvas a hacer algo semejante hasta que los médicos te lo permitan -mi intención no era sonar tosco, pero me reprendí mentalmente al saber que por un descuido mío ella se podría haber lastimado-. Te podrías haber lastimado.

-Ya te dije que no me pasó nada. -Insistió despegando su mirada de la mía  y clavandola en un punto del cuarto ubicado detrás de mi- Ve a atender la llamada. La mujer dijo que era importante. -volvió a decir.

-Nada es más importante para mí que tu estés bien. -Respondí acercándome  logrando que ella fijara una vez más su vista en mi.

-Tranquilo, ahora ve que sino se va a despertar mi hermano.

Tras recoger el teléfono del piso, salí  del cuarto hablando con la impertinente mujer, que no era nada más y nada menos que mi hermana.

-Camelia. -Digo tras salir del cuarto de Mari.

-¿Por que le haces esto a Mariela? Ella no se merece que la engañes. -Habla del otro lado.

-¿Hacerle? ¿Qué yo la engaño? -Pregunto sin entender- ¿De que estás hablando?

-Hablo de la mujer que me acaba de atender.

-Camelia primero que nada yo no engaño a Mariela. Lejos estoy de hacerlo. De hecho fue ella quien te atendió.

-¿Cómo que ella fue la que me atendió? No te quieras pasar de listo.  Su voz no es la de ella.

-Eso se debe a que estuvo tanto tiempo sin usar las cuerdas vocales y a eso sumale que la habían intubado.
Cuando te atendió intentó alcanzarme el teléfono y tras ponerse en pie no logró mantenerse y se desplomó cual torre de naipes.

-Eso explica el golpe que oí. Pídele disculpas de mi parte por favor. -Dice cambiando el tono de voz.  

-A todo esto, por que me estás llamando a las cuatro de la madrugada. -Pregunté volviendo al punto.

-Necesito si podes ir de una escapada hasta el burlesque ya que irá el contador que me recordaste. ¿Podrías controlar que todo esté bien?

-Si, tranquila. -Respondo tomando entre el indice y pulgar el puente de mi nariz. 

-¡Gracias!

Apenas corté la llamada, volví al vestidor y tras quitarme el pantalón de dormir y vestirme con unos jeans, camisa y abrigo, salí rumbo a la cochera. 

Me encuentro manejando entre las calles desiertas, al ser mitad de semana no anda casi nadie. Tamborileo los dedos sobre el volante al compás de la música clásica que sale por los parlantes mientras espero que el semáforo cambie de color. Al darme paso aceleré y en menos de quince minutos llegué a mi destino.

Luego de estacionar el coche. Bajé y tras poner el seguro, ingresé al local.

Adentro la imagen era distienta de la hace unos minutos atras. El local estaba atestado de perdonas conversando y divirtiéndose y en el escenario se encontraban las chicas bailando.
Sin detenerme mucho, les avise a los de seguridad que si me buscaban lo hicieran pasar a la oficina. Ingresé al pasillo donde se encontraban el camerino y a la oficina. Tome la copia de la llave de mi bolsillo y tras girarla ingresé.

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¡Hola gente bella! Acá les traigo un nuevo capítulo. Espero le regalen su⭐, no es mucho y a mi me ayudan un montón para llegar a más personas.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora