Capítulo 4.

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Una vez que todas las chicas llegaron el ensayo comenzó.

La noche anterior las había visto bailar y por la propina que recaudaron a la vista estaba que ganaban el doble de mi sueldo.

—Si quieres puedo incluirte en el grupo. —La voz de Camelia me sacó del trance en el que estaba— Aunque déjame decirte que sigo pensando lo mismo que cuando entraste, eres mucho para este lugar.

—Gracias, pero me encuentro a gusto trabajando detrás de la barra. —Respondo incómoda por qué me haya descubierto viendo el ensayo.

—¡AUCH! —la voz de Bárbara se escucha por todo el lugar haciendo de Camelia y yo llevemos nuestra vista de nuevo al escenario. Bárbara se encuentra en el piso tomándose el tobillo izquierdo a lo que nosotras nos acercamos inmediatamente.

—¿Qué sucedió? —Preguntó Camelia con el rostro serio.

—Se ha tropezado. —Respondió una de las chicas de la cual no recuerdo el nombre.

—Mariela trae un poco de hielo por favor.

—De inmediato.

Sin esperar respuesta me dirigí a la barra, tomé un poco de hielo, un paño y volví al escenario.

—Tienes el tobillo inflamado por lo que hoy no podrás bailar.

—Pero nuestras rutinas son para diez chicas ¿Cómo haremos?

—Si quien yo puedo hacerlo, solo por hoy.

—De ninguna manera, estoy bien, solo fue un tropezón. —Responde intentando ponerse de pie provocando que se tenga que quedar en la posición en la que estaba debido al dolor.

—He dicho que no bailaras y punto. Bien, Mariela ocupará el lugar de Bárbara. Enseñenle la rutina.

—Espero estés feliz. —La voz de Bárbara resuena cada vez más lejos— Ahora también quieres mi puesto.

Y alejándose de allí con Paul quien cargaba a Bárbara ofuscada y nosotras comenzamos a ensayar.

Me encuentro en el camerino terminándome de vestir. Me coloqué un top, un short diminuto y medias red.

—En cinco minutos salen a escena. —Dice uno de los de seguridad que custodia la puerta.

Todas salimos del camerino y nos colocamos en fila esperando nuestro turno para la actuación.

Mientras espero mi turno para subir al escenario, corro la cortina levemente y barro con la vista el lugar y puedo sentir como toda la sangre se esfuma de mi cuerpo. Dema Lévedeb se encontraba sentado n una de las mesas frente al escenario.

—Sonia, ¿Tienes algún antifaz que puedas prestarme?

—Si, ¿Por?

—Lo necesito, ¿Me lo prestas?

—Si, enseguida te lo traigo.

Y mientras esperaba que lo trajera volví a centrar mi vista en el hombre que tenía mi destino y el de mi familia en sus manos.

—Toma aquí está. —La voz de Sonia logró sobresaltarme.

Una vez que me la coloco el presentador comienza a anunciarme.

—Esta noche en el cielo tenemos a un nuevo ángel. Démosle la bienvenida a Julieta.

Había decidido cambiarme el nombre así Dema no me reconocía.

—Julieta... El mundo de los humanos es todo tuyo.

Mientras subo los escalones puedo sentir como mi cuerpo tiembla debido a los nervios.

Al llegar al centro del escenario, me coloco de espalda y largando un suspiro comienzo a moverme al compás de la sensual música.
A medida que la música avanza puedo sentir los ojos de Dema fijos en mi, lo que provoca que mis nervios vuelvan.

La música finaliza y el ruido de los aplausos irrumpen en el lugar. Arrojando a lo profundo el malestar de saber en lo que me he convertido, junto los dólares que me han arrojado.

Vuelvo al camerino y comienzo a cambiarme para el baile grupal y es ahí que me doy cuenta de que sin el antifaz no puedo subir.

—Estuviste genial. —La voz de Sonia irrumpe en el lugar— La idea del antifaz es buena.

—Gracias,¿Crees que las podamos usar en la rutina que sigue?

—De ninguna manera. —Bárbaras sienta recostada en el sofá— Una cosa es que me reemplaces y otra que te metas con mi trabajo.

—Tranquila Bárbara, ella solo dio una idea. Ahora cuando estén todas lo debatimos.

Luego de quince minutos estábamos todas listas.

—Chicas —Comienza Sonia— Mariela tuvo una brillante idea de salir todas con antifaces.

—Podría funcionar. —Concuerda otra de las chicas.

—He dicho que no. —Replica Bárbara.

—Por si no te acuerdas. —Responde Danielle— El grupo somos todas y entre todas decidimos.

Al final decidimos que las usaríamos, cosa que dejó a Bárbara algo molesta.

Una vez todas nos encontramos ubicadas en el escenario se encienden y en el lugar comienza a sonar "Lady marmalade".
A mitad de la coreografía comenzamos a bajar del escenario para bailar con el público.

—Cambiame de lugar. —Le pido a Sonia la cual me mira con cara de intriga.

—¿Por qué? —pregunta confundida.

—Solo cambiame, luego te explico.

Esto se debía a que al encontrarme en el centro cuando comencé a bajar los escalones Dema quedaría frente a mí y era un riesgo que no estaba dispuesta a correr ya que podría reconocerme y no saldría bien parada de ello.

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