Capitulo 43.

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Pov Mariela:

¿Por qué de todos los lugares, justo a donde planeo pasar mis vacaciones me lo tengo que encontrar?
Me encuentro tomando sol en la playa, intentando concentrarme en el libro que estoy leyendo, pero no lo logro, aún no consigo desprenderme del recuerdo del momento exacto en que mis ojos hicieron conexión con los suyos.
Me costó reponerme del shock de verlo frente a mí intentando ayudarme a recoger las cosas que se me cayeron, pero logré hacerlo y si no fuese por que me tomó del brazo para frenarme, habría salido corriendo.
Cómo no consigo pasar de página, decido dejar el libro a un lado y meterme al agua.
Me quito el vestido que llevo puesto y luego de meter todo en el bolso que traje, voy caminando hasta el agua para luego zambullirme, dejando que este hiciera el trabajo de relajarme.

Una vez me encuentro satisfecha, recojo mis cosas y vuelvo a mi bungalow, ya que mi estomago me está pidiendo comida.
Ya en mi habitación, tomo el teléfono que hay a un lado de la cama y pido servicio al cuarto. Lo que menos quiero es andar caminando y tener que cruzarme con Lévedeb una vez más, mis hormonas no lo soportarían, usredes lo comprenderían si estuvieran aquí en mi lugar.

Cuando termino de pegarne una ducha rápida, llaman a la puerta. Me coloco la bata y salgo a recibir lo que pedí.
El chico que se encarga de traerme el carrito, lo lleva hasta la terraza que hay con vista al mar y luego se retira.
Así como estoy, me siento en uno de los enormes sillones y me dispongo a almorzar.

La tarde la pasé tomando sol leyendo o en la piscina que había en la terraza, necesitaba vovlerme a centrar, era más que obvio que no pensaba pasarme el resto de mis vacaciones metida dentro de estas cuatro paredes, en algún momenton tendria que salir y era mas que provable que lo vovliera a ver, ya que debía tener en cuenta que se estaba hospedando acá.

Al caer la noche, salí rumbo a la isla a cenar.
Luego de ocupar una de las mesas ubicándome de vista al mar, un mozo me acercó el menú disponible.
Mientras escogía lo que comería, escuché una voz sumamente familiar, al levantar la vista levememte, me encontré con que Dema venía acompañado del tipo odioso que conocí la primer noche que trabajé en el burlesque.
Por simple impulso, en un intento por ocultarme, me quité la goma del pelo y colocándolo sobre mi hombro derecho oculté mi rostro.

La conversación que mantenían ambos hombres, se vió de pronto interrumpida, quizas solo habían dejado de hablar. Impaciente, me contuve de voltear a verlo, aunque no hizo falta, ya que una mano se posó en mi espalda

-Mariela. -La voz calmada de Dema solo logró que mi respiración fuese superficial.

-D... Dema. -Respondo volteando mi cara y viéndolo fijamente.

-¿Puedo? -Preguntó señalando la silla libre en frente de mi.

-Claro, pero...¿Y tu amigo?

-Justo estábamos por cenar con el dueño y encargado para charlar sobre la venta del complejo.

-Entonces creo que deberías ir con él. -Respondo acomodándome en mi lugar.

-Tranquila, él se puede encargar perfectamente.

Y sin decir más se sentó frente a mí. Permanecimos en silencio durante un tiempo hasta que decidió hablar.

-¿Por qué lo hiciste? -Pregunta y yo me encuentroconfunfida.

-Ya te expliqué mis motivos para no decirte que era Julieta.

-No me refiero a eso. -Responde y yo siento qie me pierdo en sis ojos.

-¿Entonces?

-¿Por qué depositaste todo aquel monto en mi cuenta?

-Ha eso. -Respondo pasando saliva- Pues, después de la discusión, sentí que era lo correcto.

-¿Cómo una remuneración por los daños?

-No, como un modo de saldar la deuda. -Respondo seria- Se que cometí un error, pero no fue con la intención de arreglarlo con dinero ¿o es que acaso crees que soy ese tipo de persona?

-No, por supuesto que no ¿Pero que habrías pensado tú si hubiese sido al revés? Si yo hibiese cometido el error y después te deposito plata de una deuda que habias decidido dar por terminada.

-Viéndolo desde tu punto tienes razón, pero creeme, no fue más que para saldar la deuda de mi familia.

-Sea por lo que sea, ese dinero no me corresponde.

-Entonces dónalo por que no lo quiero. -Digo con una nota de desinterés.

-Mariela, no seas terca. -Dice apoyando sus manos en la mesa.

-Lévedeb. -La voz del otro sujeto resonó en el comedor.

-Ve, no los hagas esperar. -Suelto tranquila.

-Me iré, pero esta charla no ha acabado.

Y así como llegó se fue.

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Hola gente bella, ¿Cómo están? Acá les dejo un nuevo capítulo.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora