Capítulo 33.

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La cena pasó entre sonrisas y una charla amena.

-¿Como un magnate de la industria hotelera, terminó siendo prestamista? -pregunto luego de un breve silencio.

-Pues... Por mi padre, me hice cargo del negocio cuando falleció, él siempre quiso que me dedicara al negocio familiar, pero me negué, quería hacer algo por mi mismo. Estudié administración de empresa y empecé desde abajo, hoy en día soy dueño de una cadena de cuarenta hoteles al rededor del mundo y accionista de varios más. -Respondió acomodándose en su asiento- Lo que recaudo de los préstamos se lo entrego a mi madre y a mi hermana, aunque ella tiene su propio negocio.

-¿A qué se dedica?

-Ella tiene un burlesque. -Explica- Antes de cumplir la mayoría de edad se fue de casa, pues según ella, estaba cansada de que mi padre la utilizara como ficha en su tablero de ajedrez. Cuando lo hizo, mi padre le dio la espalda, quiso que mi madre y yo hicieramos lo mismo, mi madre le hizo caso a pesar de que ellas eran muy unidas, pero yo no pude, ella es mi hermana y no la iba a dejar sola.

-Debe de haber sido muy duro para ellas.

-Al principio si, apenas me enteré de lo ocurrido me la llevé a vivir conmigo mientras terminaba sus estudios. Con lo que le daba para sus gastos, lo ahorró y lo utilizó para montar su negocio.

-¿Y ahora como está la relación entre ellas? -Pregunto sintiendo como me sentiría perder a mi abuela, a la cual veía como a una madre.

-Pues cuando mi madre quedó viuda, se encargó de buscar a mi hermana. Al principio  Camelia se negó, pués aún le dolía que ella, la persona a la cual admiraba, la haya dejado sola, pero mi madre no se rindió y luego de intentarlo varias veces más, logró hacer las pases y hoy en día tienen la misma relación de antes.

-Que bueno que hayan podido reconstruir su vínculo. -Expreso con una sonrisa- ¿Aceptó el negocio de tu hermana?

-Al principio le costó, pues decía que Camelia daba para algo mucho más grande, que ser dueña de un lugar para promiscuos, pero con el tiempo se acostumbró y lo terminó aceptando. Mi madre a pesar de las decisiones que tomó es una buena persona, ya tendremos tiempo para que la conozcas. -Suelta con una sonrisa y yo solo puedo tragar grueso. No creo que a ella le haga mucha gracia que su hijo salga con una mujer que trabajó en un burlesque y justo en el de su hija.
Con este pensamiento en mente, un nudo se formó en mi estómago y el momento agrqdable que estaba teniendo se vió opacado.

-¿Estás bien? -Interrumpió la voz de  Dema haciendo que perdiera el hilo fe mis pensamientos.

-S...si, si. -Respondo esbozando una sonrisa nerviosa-Solo me quedé pensando.

-¿En qué? -Preguntó mirándome fijamente.

-En nada importante.-Respondo forzándome a sonreir -¿Te parece si vamos yendo?

-Claro.

Una vez que pagamos la cuenta, salimos al frio exterior y caminamos rumbo al auto. Mientras abanáabamos, sin esperarlo, sentí su mano siendo entrelazada con la mía, gesto que provocó que ambos sonríeramos.
Y así tomados de la mano cual pareja, caminamos el trayecto que faltaba.

Durante todo el trayecto de vuelta, su mano sujetó la mía y cada tanto nuestras miradas se encontaban, a lo que él me rfalaba una de sus perfectas sonrisas.

-Perdón. -Soltó de la nada y lo hizo tan bajo que si hubiese estado la radio no lo hubiese escuchado.

-¿Por qué? -Pregunto acomodándome en el asiento para verlo mejor.

-Por comportarme como un idiota. -Contestó serio- No debí comportarme tan petulante.

-Tranquilo, yo también te debo una disculpa por mi comportamiento, no fue el mejor. -Respondo mientras doy leves caricias con mi mano libre a la suya.

El resto del viaje lo pasamos conversando otro tanto, conociendo un poco más de la persona que tengo al lado.

-Que descanses bien. -Me despido de Dema una vez que llegamos a la casa de mi abuela.

-Tú tambien. -Responde acercándose y tomando mi arostro entre sus manos haciendo que lo mire.

Estamos tan cerca uno del otro, que su aroma a colonia importada inunda mis sentidos. En silencio, acercó su rostro al mio y unió nuestros labios en un beso casto, el cual logró robarme un suspiro cuando nos separamos.

-Nos vemos luego. -Me despido desabrochando el cinturon y bajando del auto.

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Hola gente bella, ¿cómo están? Acá con mucho calor. Espero que disfruten. No se olviden de regalarme su ⭐ . Nos leemos en los comentarios.

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