Capítulo 40.

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Pov Dema:

Siento que me punza la cabeza al intentar abrir los ojos ya que un sonido bastante molesto resuena por todo el lugar.
Al lograr abrir los ojos por unos milisegundos ya que el dolor de cabeza es bastante fuerte, reconozco que estoy tumbado en el sillon de la sala y el ruido que oigo es mi teléfono.
Cuando logro incorporarme, noto que aún estoy vestido con el pantalón  y la camisa con las mangas arremangadas hasta los codos, convarios botones desabrochandos y sin corbata.
Una vez consigo que todo deje de girar, enfoco mi vista en la mesa baja que tengo frente a mi y de estre las varias botellas vacias de wisky lo tomo.

Al abrir las notificaciones, de entre todas las que tengo, abro la primera que me llama la atención.
Es del banco, han depositado plata en mi cuenta.
Con esfuerzo, me coloco de pie y me restriego los ojos y camino hasta mi oficina.

Ingresé en mi cuenta bancaria y al ver el monto que habían deposotado, decidí llamar al banco. Debía de haber algún error.

-Buen día.  -Hablo una vez que atienden del otro lado- Llamo por que debe haber algún error, me acaba de llegar una notificación de que han depositado dinero en mi cuenta.

Luego de darle los datos a la telefonista, volvió a hablar.

-Efectivamente, hoy más temprano han hecho una transferencia a su cuenta.

-¿Podría darme el nombre de la persona a la cual le pertenece la cuenta? -pregunto pasándome  mi mano libre por el pelo desordenándolo más de lo que ya está. 

-Disculpe, pero esa información no se la puedo dar. -Responde y yo comienzo a desesperarme.

-Lo sé y lo siento, pero es que verá,  es de suma importancia para poder regresarle el dinero que me han depositado.

-En cuanto a eso, la tirular de la cuenta -《¿"La tirular"? 》 Me pregunto mentalmente- Dejó  expresado que no se permitiera el reembolso. 

-¿Cómo es eso posible? -Mi cabeza comenzó a trabajar a mil, ya que la única que podía ser era Mariela.

-Lo siento, pero esa es toda la información que tengo. -Responde la mujer del otro lado.

-No se preocupe. -Redpondo comenzando tomar mis pertenencias de la mesa- Muchas gracias. 

Luego de cortar, sin que me importara el aspecto que traía ni el dolor de cabeza que se había incrementado, salí a la calle.

Tras varios minutos de autoricriminarme, llegué al hotel. Las recepcionistas se sorprendieron por mi aapecto de vagabundo que traía, pero no dicen nada ya que las mire con mi peor cara, por lo que volvieron a lo que estaban haciendo.

Ya en mi oficina, voy hasta mi escritorio y tomo el expediente de la familia de Mariela, en el cual consta toda la información de la deuda. Lo dejé apartado, ya que cuando comencé a tratar con ella, algo me llamó la atención. Cada que discutíamos, llegaba aquí y me pasaba horas pensando en ella. Su carácter, me gusta su caracter, me gusta lo terca que es, por eso me acerqué a Julieta, su carácter al asemejarse al de Mariela, hacía que no me rindiera.
Antes de sentarme y seguirme torturando, voy hasta la mesa que tengo en un rincón y me sirvo un poco de wisky,  se que tomé demaciado, pero a estas alturas no me importa.

De vuelta con mi vaso en mano, me senté  detrás del escritorio, apoyé el vaso en la superficie de este y tomé la capeta entre mis manos. Al abrirla, tomé  la foto y la contemplé, una avalancha de recuerdos de la discusión se reprodujo por milésima vez probocando que mi enojo volviera. No podía creer lo estúpido que había sido, cómo no me di cuenta antes, su pelo, sus ojos, hasta el sabor de sus labios eran los mismos. Con frustración, tomé el vaso y tomé un trago.

Dentro de aquella oficina perdí la noción del tiempo. Solo quería olvidarla, pero el universo no estaba de mi lado.
Mi móvil me avisó de la llegada de un mensaje, al revisar las notificaciones, en la pantalla iluminada apareció el nombre de la persona por la cual estoy en este estado.

Cuando el liquido en mi vaso se acabó fui por otro, pero esta vez tomé la botella. Fui hasta el sillón que habia junto al ventanal y me sumergí en la tarea de beber. Si bien no era alguien que habituara a beber de esta forma, ahora sentía que era la unica forma de sacarla de mí. 

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora