Capítulo 15.

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Pov Dema:

Luego de dejar a Mariela en su casa, yo me encamine hacia uno de los hoteles del cual soy dueño ya que tengo mi oficina allí.
Hoy sería un día movido ya que comenzaría con las negociaciones para adquirir un complejo de bungalows en Bora Bora.

Se preguntarán por que siendo dueño de hoteles al rededor del mundo, soy prestamista, pues todo fue gracias a mi padre, fue él quien me metió en el negocio, aunque debo admitir que ya estoy cansado de todo eso. En cuanto a mi hermana ella abrió su propio negocio, un burlesque. A mi padre le disgustó saber a lo que se dedicaba, tanto así que la apartó la familia, sólo yo seguí a su lado.

Al llegar a mi destino, estacione el auto en el subsuelo del hotel y caminé hasta el ascensor que me lleva hasta mi oficina.

La mañana y parte de la tarde me la pasé revisando documentos y en reunión en conferencia vía videollamada con el propietario de los bungalows que planeó adquirir.

Mientras terminaba de ver los balances de este mes que me había traído el contador para firmarlos, mi móvil comenzó a sonar por la llegada de una llamada.

-Camelia.

-Dema, ¿Vienes hoy?

-Claro que iré, como cada noche sin falta.

-¿A que se debe que ahora frecuentas más el local? -la pregunta me tomó desprevenido- Si bien siempre me apoyaste en esto, casi no venías por aquí ¿No será por la chica nueva no?

-¿De qué hablas? -Respondo haciéndome el desentendido.

-Sabes de lo que hablo, de Julieta la chica nueva. Sólo te diré una cosa, alejate de mis chicas y más de ella, es un secreto a voces que Bárbara muere por ti y bastante tengo ya con las peleas entre ella y Julieta para agregarle una más.

-Tranquila, que ni Bárbara ni ninguna de ellas me interesa. -Respondo haciéndome el inocente. La única que tenía mi atención era Julieta aún no sabía por que, pero quería averiguar que fue lo que la motivó a tomar un trabajo así, esta noche lo intentaría averiguar.

Luego de conversar un par de cosas más con mi hermana, colgué la llamada y comencé a guardar todo lo necesario en mi maletín.

-Toma Mara, estos son los balances que me trajo el contador, ya estan firmados asíque devuelvelos.

-Enseguida señor Lévedeb. -Respondió mi secretaria.

Ya en el subsuelo, subí al mi auto y puse rumbo a mi casa.

-Ya está lista la cena señor. -Indicó Blanca entrando a la sala.

-Enseguida voy. - Respondo dejando la notebook a un lado y levantándome del sillón.

Estaba a mitad de la cena, cuando el timbe sonó. Cinco segundos después lo tengo a mi mejor amigo entrando a la cocina.

-¿Qué hay de nuevo Lévedeb? -pregunta Iván Petrov.

-¿Qué haces aquí Iván? -pregunto llevando la Copa a mi boca.

-Vine a corroborar que sigues vivo. -Responde mientras toma asiento a un lado en la mesa.

-¿Gusta comer un poco señor Petrov? -ofrece Blanca amablemente.

- No, de seguro ya cenó en su casa. -Respondo por él ganándole una mirada reprobatoria de la mujer.

-Déjalo Blanca, desde el preescolar que se lo conoce por ser una persona gruñona. -Finaliza con una sonrisa. Juro que si no lo considerara como un hermano ya lo estaría sacando de aquí.

-Todavía no me has dicho que haces aquí. -Digo calmadamente, aunque tratándose de él de seguro tiene que ver con mujeres.

-Venía a buscarte para ir al burlesque de tu hermana.

-Ya te dije que no te quiero cerca de ella. -Digo serio. Como hermano mayor soy bastante sobreprotector y más con Iván que es de todas y ninguna según él.

-Oh, vamos, si sabes que yo muero por ella, pero no me registra.

-Y espero que siga siendo así, sino por mucho que seas como mi hermano, te rompere la cara.

-Deja de amargarte que te va a dar algo. -Dice en tono de broma y yo no aguanto la risa.

Una vez que salí de la ducha, comencé a vestirme, al abrir el cajón donde tenía las remeras, tomé la cajita con el dige que le había comprado a Julieta junto a una remera y me terminé de preparar. Hoy estaba decidido a que lo aceptara.

Luego de terminar de prepararme, con Iván, cada cual tomó su auto y nos pusimos en marcha.

Al llegar al local, nos encontramos con el lugar abarrotado de personas, antes de ir a nuestros lugares de siempre, fuimos a la barra.

-Hola Paul. -Saludo haciendo con el nombrado un choque de puño- ¿Cómo estás?

-Bien Lévedeb. -Responde mientras le tiende un trago a un cliente.

-¿Y la sorda de tu compañera? -Pregunta Iván, el siempre tan amigable, nótese el sarcasmo.

-Ella pasó a otra área. -Responde negando con la cabeza.

-¿Compañera? ¿Sorda?

-Si. -Responde Paul- A la pobre le tocó atenderlo el primer día que ella empezó a trabajar aquí.

-¿Cuando fue que no me enteré?

-El día antes que volvieras de tu viaje. -Responde Iván dándose cuenta de lo que acaba de decir.

Estoy por preguntarle que hacía acá ese día cuando en mi campo de visión aparece Carlos.

-Hola Señor Lévedeb ¿cómo está?

-Bien, gracias. Carlos, necesito que le entregues esto a Julieta. -Del bolsillo delantero de mi Jean saqué la pequeña caja y se la entregué- Y dile que no acepto un no como respuesta.

-Enseguida señor.

Dicho esto se encaminó hacia los camerinos.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora