Capítulo 3.

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Al llegar a casa, me despedí de Paul e ingresé en el interior donde mi abuela recién se había levantado.

-Buen día nona.

-Buen día hija, ¿Chocolate? -pregunta tendiendome una taza con el líquido humeante.

-Si, gracias. -Respondo tomándola mensaje mis manos.

-¿Cómo te fue?

-Bien, bastante movido estuvo.

Comienzo a contarle evitando decirle que es el bar realmente.
Al terminar mi taza, la lavo y me encamino hacia mi cuarto.

-Me iré a dormir nona.

-Decansa mi niña. -Responde plantando un beso en mi frente como cuando era pequeña y no tenía responsabilidades.

Una vez entro en mi cuarto, me quito la ropa ya que tiene demasiado olor a cigarrillo y me doy una ducha rápida para relajar los músculos.

Ya limpia y vestida con mi pijama de unicornios me metí a la cama... ¿Qué? Ha si... Solo les diré que amo los unicornios.

Con mi teléfono celular apagado, apoyo mi cabeza en la almohada y me abandono en mis sueños.

Voces en la planta baja hacen que salga del todo de la inconsciencia producto del sueño. Cuando pongo atención a lo que dicen me doy cuenta de que es mi hermano gritando.

Salgo del cuarto colocándome una bata y me acerco a las escaleras para encontrarme a mi hermano furioso, a mi abuela llorando y al hombre que nos hace la vida imposible parado en la puerta con expresión seria.
-¿Qué sucede aquí? -pregunto una vez me encuentro frente a ellos.
-Sucede que tú abuela aún me debe mucho dinero. -Responde Dema Lévedeb.
-Ya le dijimos que le pagaremos. -Responde mi hermano y yo comienzo a sentirme furiosa.
-Aguarde aquí un momento. -Digo llamando su atención hacia mi- Enseguida le doy lo que quiere.
Y desapareciendo escaleras arriba entro en mi cuarto de nuevo y de mi cartera la cual se encuentra sobre mi escritorio tomo lo que gané en el bar la noche anterior.
-Tome. -Digo extendiendo mi mano con el dinero.
-Creo que nos vamos entendiendo Mariela. -Espeta tomándolo y guardandoselo en el bolsillo interno de su saco- Bien, volveré la semana próxima.
Y dando media vuelta el y su maton desaparecieron en un BMW negro.
Para quienes no lo conoce, Dema Lévedeb es un prestamista de la peor calania. Debido a que llegó un aviso del banco que si no se pagaba la deuda de la casa ellos nos la quitaban, mi abuelo tuvo que pedirle dinero. Todo empeoró cuando me quedé sin trabajo.

Ya los cuatro solos, mi abuela seddirigió hacia mi.
-No debiste hacerlo Mari.
-No seas terca abuela, no puedes entregar lo poco que tienes, sabes que tienes que comprar tus medicamentos. Además de esta manera saldremos más rápida la deuda y no perderemos lo único que nos queda.
-Gracias mi niña.
-No debes agradecerme, es una forma de agradecer lo que han hecho por los tres cuando mi madre murió.
-Y lo volvería a hacer, pues no los hubiera abandonado.
Esbozando una sonrisa cargada de nostalgia ya que mi madre y yo éramos muy unidas.

Mientras almorzamos entro a mi celular, pero sigo sin recibir algún mensaje de los editores.
-¿Recibiste algo? -Pregunta uno de mis hermanos, para ser precisa el más pequeño.
-No, sigo como al principio. -Respondo cabizbaja.
-Tranquila, ya pronto se resolverá todo.
-Eso espero abuela. -Respondo con un suspiro.
La tarde se me pasa ayudando a mi hermano con sus deberes.

Acá me encuentro una vez más, acomodando las botellas para cuando arranque la noche. Todavía no logro reponerme del altercado con Lévedeb, por suerte con lo que gano aquí, si bien no es mucho, podré saldar más rápido la deuda y por fin no tendremos que verle la cara nunca más.

Las chicas aún no han llegado para ensayar, lo que es bueno también ya que no me siento en condiciones ni siquiera para un leve Rose con Bárbara.
-Hola chica "No quiero molestar a nadie". -Saluda Paul desde el otro lado de la barra quitándose los guantes y luego la bufanda.
-Hola Paul. -Saludo conuna sonrisa amable girando solamente mi cabeza mientras apoyo un Jack Daniel's en una de las repisas de vidrio.
Por lo que me ha dicho Camelia hoy se espera más gente de la usual así que necesitaremos más botellas, mientras tú terminas yo iré por más cajas a la bodega.
-De acuerdo. -Respondo cerciorandome de que esté todo acomodado y prolijo.

-Agh ¿Tú de nuevo aquí? Ya decía yo que era demasiado para ser verdad.
-Mira, no quiero problemas contigo ni con nadie ¿Está bien? En cuanto a Paul, solo somos compañeros de trabajo, no hay nada ente el y yo. -Al decir esto, Bárbara agranda los ojos- Si, ya me enteré que te gusta, pero entiende que el no ve de otra forma.
-Callate la boca que tú no sabes nada sobre mi, nada.
Y sin decir nada más dio media vuelta saliendo por la puerta del costado hacia los camerinos.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora