Capítulo 2.

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Un burlesque. Trabajo en un burlesque.

Al ingresar al lugar, pude sentir como mi mandíbula caía. El lugar aún se encontraba vacío a excepción de un grupo de mujeres que se encontraban bailando en el escenario con la música alta y escasa ropa.

—¡Está cerrado! —Me comunicó una de las chicas que allí se encontraba.

—Oh, no soy cliente, comienzo a trabajar aquí. Busco a Camelia.

—No te ves como alguien que haga lo que nosotras.

—Pues... —Definitivamente si bien me gustaba bailar no me veía haciéndolo sobre un escenario y menos con un tubo en el medio— Comenzaré detrás de la barra.

—¿Con Paul? —preguntó abriendo demasiado los ojos.

—Emm, si. —Respondí incómoda.

—¡¿QUÉ?! ¿Es una maldita broma? —Exclamó la chica gritando por encima de la música provocando que las demás dejaran de bailar para quedarse mirándonos.

—No lo creo, él fue quien le dijo a la dueña que necesitaba una mano extra en la barra.
Técnicamente no le debía ninguna explicación, pero por alguna razón me estaba comenzando a caer mal.
—Es posible que...
—Ya Barbara dejala tranquila. —Intervino una chica pelirroja acercándose a nosotras.
—Ahg, tú siempre igual ¿no? —Le respondió la rubia obviamente teñida y soltando un bufido volvió a subir al escenario donde comenzaron la rutina de nuevo.
—Disculpala. —Solto la chica rompiendo el incómodo silencio —Siempre se pone así cuando una chica nueva ingresa a trabajar aquí.
—Descuida. Por cierto soy Mariela.
—Soledad. —Responde estrechando su mano con la mía— Le voy a avisar a Camelia que llegaste.
Y desapareciendo por la puerta por la que había desaparecido Paul hoy a la mañana, volví a quedar sola.
—Ven, pasa a mi oficina. —Me llamó Camelia asomando la cabeza cinco minutos después.

—¿Me ayudas con esto? —Me preguntó Paul señalando unas cajas con botellas.
—Claro.
Hacía dos horas que había abierto el local y ya estaba repleto de gente. Mayoritariamente eran hombres, de los cuales algunos eran casados.
No entendía por que un hombre teniendo esposa recurría aun lugar como este. Si algún día decidía casarme, realmente esperaba que no fuese como los que se encontraban aquí.
—¡Hey! —Escucho una voz grave y profunda— ¿Eres sorda o que? Llevo cinco minutos intentando que tomes mi orden.
—Disculpe. —Respondo notando mis mejillas arder.
—Dejala Petrov. Ella es nueva aquí. —Dice la Rubia teñida— Está claro que no sirve para el puesto.
—¿Qué te sirvo Barbara? —Interviene Paul intentando calmar el ambiente.
—Un martini.
—Y a mi un wisky doble. —Se suma el tal Petrov.
—Como que a tu novia no le caigo bien. —Digo mientras vemos como las chicas bailan la coreografía que ensayaban cuando llegue.
—¿Novia? —Me pregunta Paul desconcertado.
—Barbara. —Respondo obvia.
—Ella no es mi novia.
—¿Cómo? Desde que llegué y se enteró de que trabajaría contigo que me trata así.
—Ella ha intentado por dos años serlo, pero la verdad es que estoy enamorado de otra persona. —Me explica y vuelve la vista hacia el escenario, pero esta vez la posa en la pelirroja, Soledad creo que se llama. Si, soy pésima para recordar nombres.
—¿Y cuál es el problema de que no estén juntos?
—Ella está de novia con un cretino que no la valora.

La noche transcurrió sin ningún inconveniente más. Ya son las siete de la mañana, me estoy preparando para irme a descansar pues ha sido una noche bastante movida.
—Hola, soy Danielle. Bienvenida a The angels.
—Gracias, soy Mariela. —Respondí al saludo terminando de sacar mis cosas de la taquilla que me habían asignado.
—Vamos Dani,—la voz de Bárbara se hizo presente— ya todo es estamos listos, solo faltas tú.
—Enseguida salgo. —Respondió la chica cerrando su taquilla y girándose hacia mi— Con las chicas iremos a un after ¿Quieres venir?
—Gracias, pero no. —Respondo— Debo regresar con mi familia.
Dicho esto, salí por la puerta hacia la salida encontrándome con que estaba comenzando a nevar.
Entretanto espero que llegue el micro que me lleve a mi casa, un auto se estaciona frente a mi.
—Vamos Mari. —Es Paul quien conduce— Te alcanzó hasta tu casa.
—No te preocupes, de seguro ya debe de estar por venir el colectivo. Realmente quiero evitar molestias.
—Nada de eso, vamos sube. No te dejaré acá sola.
—De acuerdo, vamos.
Una vez dentro del coche nos ponemos en marcha.
—¿Cómo terminaste en "The angels"?
—Es que la editorial donde trabajaba hizo reducción de personal ¿y tú?
—Por mi hermana. Ella comenzó a bailar cuando mi padre casi pierde todo. Cuando me enteré que ella había comenzado a trabajar allí, me enfurecí con mi padre, pues Danielle escuchó cuando él y mi madre discutían y tomó la decisión de comenzar a baiar. Al enterarme decidí pedir el puesto y Camelia luego de ver que era capaz de encargarme del puesto aceptó emplearme.

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