Capítulo 17.

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Aún era de noche, pues había salido antes de mi horario acostumbrado.
Mientras esperaba que mi taxi llegara, un auto sumamente familiar frenó frente a mí.

-¡Mariela! -La voz de Dema llegó flotando hasta donde me encontraba parada provocando que inconscientemente me llevara una mano donde antes estuvo el colgante, el cual se encuentra ahora guardado en mi bolso- Ven sube que te llevo.

-Mi taxi debe de estar por llegar. -Respondo sin moverme de mi lugar.

-Cancela y vamos, no querrás morir de hipotermia.

Lo analicé un momento y tenía razón, la operadora me había dicho que había demora; asíque luego de subir al auto, llamé para cancelarlo.

-¿Otra vez con esa música de gente de la edad de mi abuela? -Pregunto riendo.

-Que ya te dije que no soy viejo niña. -Responde haciéndose el ofendido lo que provocó que lo mirara con gracia- Es más, para que veas que no lo soy, busca en la guantera.

Luego de abrir la guantera, saqué un paquete lleno de discos y luego de escoger uno de Imagine drangons y colocarlo, la música comenzó a sonar.

-Ahora si nos entendemos. -Digo acomodando un mechón de pelo tras mi oreja- Ya moría del aburrimiento con esa música de ancianos.

-Explícame que hacías en esa parada, sola y a esta hora, ¿Qué tienes, fascinación por el peligro o que?

-Créeme que no, si me encontras a estas horas es por que recién acabó mi turno.
De hecho, toma. -Del bolsillo delantero de mi campera saqué la paga que me dio Camelia junto a la propina que junté.

Luego de tomar el dinero, estacionó el auto a un costado.

-Hay algo que quiero pedirte. Necesito que el sábado por la noche me acompañes a un evento.

-Tú invitandome a un evento ¿Es una cita? -Pregunto divertida.

-¿Qué? -responde nervioso, lo que hace que yo sonría más- No... No no es una cita. Es que tengo con quien ir asique...

-¿Cómo? -pregunto cortándolo, no creía lo que oía ¿Dema Lévedeb sin pareja?- ¿No tienes con quien ir? Déjate de bromas que todavía falta para el día de los inocentes.

-No es ninguna broma Mariela. Enserio no tengo con quien ir.

-¿Por qué no buscas a alguien más? -Al decir esto, me pregunté a mi misma por que no invitó Julieta antes que a mi.

-Por que sé por tu abuela, que estás buscando trabajo en editoriales y como aún no te llamaron debiste comenzar a trabajar.

-Si. -Respondo tranquila- Estoy trabajando de bartender en un local temporalmente.

Si bien era la verdad, no me interesaba darle tanta información.

-Si te sirve, tengo contactos, puedo hablar con ellos y conseguirte una entrevista.

-¿Es broma? -Pregunto atónita- Hace semanas que les mando correo y ninguna editorial me responde.

-No es broma Mariela, hablo muy enserio. Tengo contactos que te pueden ayudar.

Mientras el auto avanzaba por las calles, la propuesta de Lévedeb ronda mi cabeza, quizás y logró entrar en alguna de las editoriales, lo que llevaría a que renunciara al burlesque y ya no correría el riesgo de que me descubrieran.

-De acuerdo. -Suelto luego de un largo silencio- Seré su acompañante, avisaré que este sábado no podré ir.

-Gracias Mariela, el sábado a las nueve pasaré por ti. -Finaliza con una sonrisa que provoca que mi corazón de un giro hacia atrás ¿Desde cuándo y porque me pasaba esto? <Mariela concentrate>

-¿Quién diría no? -Digo acomodandome en el asiento y viéndolo directamente.

-¿Qué cosa?

-Que tú, la persona que más odiaba en el mundo y yo estaríamos hablando sin estar discutiendo y encima me invitas a una cena.

-¿cómo "odiabas"? ¿ Qué ya no lo haces más?

-No desde que me ayudaste el otro día, que de hecho déjame darte las gracias, la historia habría sido otra si no me hubieras encontrado en aquel sitio. Y dime ¿De qué es el evento?

-Es una cena de caridad, todo lo recaudado será destinado a niñas con síndrome de Turner.

-Avisaré que el sábado no podré ir.

-En todo caso, si quieres puedo hablar con tu jefe.

-¡No! - Respondo de pronto sobesaltada ganándome una mirada sorprendida haciéndome reaccionar de como le respondí- No, no que va, yo mañana hablo con mi jefe y te aviso. No creo que tenga problema que falte por un día.

Luego de varios minutos llegamos a la casa de mi abuela.

-Gracias por traerme y por invitarme a una cita. -Solté sólo con la intención de molestarlo.

-Que no es una cita, pero gracias por aceptar ir conmigo a la cena.

Ya en casa, en mi cuarto. Saqué la pequeña caja la cual contenía la cadena con el dige de mi bolso y la guarde en el cajón de mi mesa de luz. Luego de darme una larga y relajante ducha me acosté a descansar.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora