Capítulo 47.

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Cuando la noche comenzó a caer, mientras dejaba llenar la bañera, escogí lo que me pondria, pues habíamos quedado que iría más tarde a cenar al bungalow de Dema.

Una vez lista, comprobé mi aspecto en el enorme espejo que había a un costado del closet y salí a encontrarme con Dema. El bungalow que ocupaba estaba a tan sólo unos metros del mío, por lo que no tardé demaciado en llegar. Ya en la puerta, solté un suspiro nervioso y golpeé.

Tras varios segundos, la puerta fue abiera dejando a la vista a un Dema que me dejó sin exigeno los pulmones, iba vestido informal y aún llevaba el cabello húmedo, por lo que un mechón le caía sobre la frente. Todo él se asemejaba a un Dios griego.

-Ven, pasa. -Invitó con una sonrisa haciéndose a un lado para que yo pudiera ingresar.

Apenas puse un pie dentro, sus brazos apresaron mi cintura y me acercaron a él, mientras que sus labios cayeron sobre los míos reclamándolos. Si mis sentidos ya se encontraban alterados, con el aroma de su colonia se terminaron de nublar. Con sus dientes pude sentir como mi labio inferior era mordido y jalado suavemente en pedido de profundizar el beso, por lo que accedí de buena gana.
Luego de lo que parecieron los minutos más largos de mi vida, el beso terminó y nuestras respiraciones se encontraron alteradas, como si hubiésemos corrido una maratón. En un vano intento por recobrar la compostura, me intenté alejar, pero Dema me lo impidió apretando más su agarre y volviendo a iniciar una nueva ronda de besos.

-Me tomé el atrevimiento de pedir la cena, espero no te moleste. -Su voz me trajo automáticamente a la realidad, por lo que obligué a mis sentidos a volver a su estado normal.

-Por mi está bien. -Hablo por primera vez desde que que llegué esbozando una sonrisa que se me antojó tímida.

Dema tomó mi mano sin dejar de observarme con sus hermosos ojos y una sonrisa de dientes perfectos,  provocando que un mar de sensaciones inundara mi cuerpo y nos guió hasta el balcón del exterior.

Al traspasar las cortinas, una suave brisa nos recibió, era una noche agradable, la luna parecía estar al alcance de la mano y las estrellas resplandecían más. Al bajar la vista, me encontré con una mesa adornada con una vela y un adorno con flores.
Una tenue melodía que reconocí casi de inmediato comenzó a sonar, lo que hizo que me girara para encarar a Dema.

-¿Cómo supiste? -Pregunto sin entender.

-Tú abuela me contó que ésta es tu canción favorita, que me podía ayudar a reconciliarme con vos.

-Y tiene mucha razón. -Respondo aún sin poder creer que se haya tomado semejante trabajo solo por mi. 

-¿Me permite señorita? -Preguntó Dema mientras me extendía su mano.

-Encantada señor.

Esbocé una sonrisa de oreja a oreja, tomé la mano que me ofrecía y así comenzamos a movernos lentamente al compás de la canción, sintiendo como el resto del mundo desaparecía a nuestro alrededor y los minutos y horas ya no importaban.

Al finalizar la que ahora no sólo era mi canción sino de Dema tambien, sin soltarme nos condujo hasta la mesa dónde reposaban nuestros platos con la cena, la cual se veía exquisita.

Al ubicarnos en nuestros asientos, Dema descorchó el champán que se encontraba en la mesita auxiliar a un costado y sirvió el contenido en ambas copas.

-Por nosotros. -Brindó.

-Por nosotros. -Asentí y nos llevamos la copa a nuestras bocas, sintiendo el cosquilleo de las burbujas en mi paladar y garganta.

Durante toda la cena, hablamos de diversos temas. Reía ante cada ocurrencia de Dema y entre bocado y bocado nos turnabamos para darnos breves y tiernos besos. Al terminar, tomamos las copas, el champán y nos trasladamos a las reposeras. Dema se sentó con la espalda en el respaldar y yo me senté delante de él con mi espalda apoyada en su pecho, por a través de la tela de su camiseta, podía sentir el calor que desprendía, haciéndome sentir que estaba en el lugar correcto.

-¿En qué piensas? -Pregunta al notar que me he quedado callada.

-En cómo serán las cosas entre nosotros cuando volvamos.

-Podes estar tranquila de que nada va a cambiar entre nosotros cariño. Todo lo que construimos acá los seguiremos alimentando allá.

-¿Y con Bárbara que va a pasar? -La sola idea de que esa mujer lo ronde me provoca un nudo en el estómago.

-Si sabe lo que le conviene no se va a acercar ni a vos ni a mi.

-Está bien, confío en vos.

Tras reflexionar varios segundos me acomodé de vuelta entre sus brazos y volví a contemplar el firmamento.

Cuando se hizo más tarde, me levanté de mi sitio sintiendo la pérdida del calor que Dema me proporcionaba, por lo que una serie de escalofríos me recorrió el cuerpo.

-Ya es hora de volver a mi bungalow. -Termino por apartarme y ponerme de pie.

-Espero que no lo tomes a mal, esperaba que te quedaras.

-De acuerdo. -Respondí mandando al fondo de mi concienda a mi parte racional.

-¿Tenes frío? Espera acá. -Preguntó al notar mi piel erizada al pasar sus manos por mis brazos desnudos.

Tras varios segundos, volvió con una manta. Nos tapó a ambos y continuamos disfrutando de la compañía del otro en silencio. 

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Hola gente bella, ¿Cómo están? ¿Cómo llevan la cuarentena? Por acá repartiendo el tiempo entre atender a mi beba, escribir, leer y corregir novelas. Se que no es mucho, pero espero que disfruten de este capítulo.

#entretodosnoscuidamos #quedateencasa

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora