Capítulo16.

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Pov Mariela:

Mientras me termino de preparar, por el espejo veo a Danielle acercarce a mí.

-¿Ma... Mariela co... cómo te... encuentras? -En su vos podía notar la preocupación, si bien apenas había llegado a casa la había llamado para avisarle que estaba bien y que no estaba enojada con ella ya que lo que me pasó fue un accidente, en ella aún se notaba el remordimiento - Perdón en serio, no fue mi intención dejarte sola, yo mo debí...

-Hey, tranquila Dani, no fue tu culpa, no estoy molesta contigo. -Repito por milésima vez- Lo que ocurrió fue un accidente.

-Me enteré por tu hermano que el señor Lévedeb te llevó a su casa luego de que te revisaran los médicos.

-Si, a pesar de que ese hombre no me agrada, le debo más que la deuda que tengo con él. -Al decir esto, recuerdo lo que me contó como evitó que el tipo ese me tdrminara violando y matando.

-Hola chicas. -Saluda Sonia- ¿Qué hay de nuevo?

-Ya creíamos que no venías. -Dije girándome para saludarla.

-Santi está con fiebre y mucha tos. -En su vos se notaba la preocupación- Suerte que Samara se quedó con él.

-Tranquila, es normal que los niños en esta época del año se enfermen.

-Si, lo sé, sólo que me angustia.

-Luego se que terminemos de bailar, hay algo que tengo que contarles.

-¿Es sobre el innombrable? -Pregunta Sonia.

-Emmm... si. -Respondo desviando la vista.

-¿Dime ya que pasó? -Suelta acercando un taburete para sentarse.

Sin pronunciar palabra, del cajón del tocador, saqué la pequeña caja y se las enseñé.

-¡Oh por Dios! Se la aceptaste. -Nada Danielle sorprendida.

-Sabía que no se iba a rendir tan rápido.

-De hecho... No se la acepté.

-¿Cómo? -Preguntaron ambas desconcertadas.

-Esta vez planeo devolverla yo misma.

-Todavía no entiendo como lo sigues rechazando. Si fuera tú ya lo hubiese perdonado por ser un imbécil.

-Por eso casi vuelves con tu ex. -Bromea Danielle.

En este cortó tiempo, las tres nos volvimos cercanas.

-Cállate ni me lo recuerdes. -Suelta removiendose en el asiento.

-Cinco minutos chicas. -Llama Carlos.
Antes de salir del camerino tomo mi antifaz y la pequeña caja y salgo al pasillo esperando mi turno.

Mientras espero, los nervios comienzan a recorrer mi cuerpo, ya que aún sin haberme fijado, se que Dema se encuentra allí sentado en una de las mesas frente al escenario.

-Esta noche contamos una vez más, con la presencia de un bello ángel, demosle la bienvenida a Julieta- El presentador me indica que ya puedo subir al escenario. Subo escalón por escalón, sintiendo como mis latidos se aceleran. Al estar el escenario casi en penumbras, no se me hace difícil ubicarlo, está en la primera fila junto al tipo que me tocó atender la primera noche que trabajé aquí.

Luego de ponerme de espalda, la música comenzó a sonar y yo a mover mi cuerpo. Mientras me deslizaba sobre el escenario, observé que Dema no despegaba la vista de mi, hasta pude ver como me dedicaba una sonrisa de dientes perfectos, provocando que una electricidad recorriera mi cuerpo y las pulsaciones se dispararan. Por un momento el recuerdo de todo lo ocurrido el día anterior me invadió, como por un pequeño lapso de tiempo fue una persona normal y no el típico frio y calculador de siempre. Quizás y podíamos tener una tregua.
A mitad de canción, decidí que era momento de acercarme y terminar con esto de una vez.

Me acerco al borde del escenario y al bajar por la pequeña escalera me acerco a él.

Al llegar a su lado, su acostumbrada coloña de diseñador inunda mi sistema y por algún motivo en vez de producirme rechazo me llama a acercarme más.

-Gracias por el detalle. -Digo sacando la caja con el dige del pequeño bolsillo de mi short mientas bailo a su alrededor- Pero no lo acepto.

-Por favor. -Ruega Dema, mientras me sostiene de la muñeca frenandome a su costado , provocando que su leve toque arda allí donde me tiene sujeta- Lo compré porque al verlo me recordó a ti.

-Yo no acepto regalos, ni de ti ni de nadie. -Replico intentando liberar mi muñeca, sintiendo que ya el calor no es sólo en mi muñeca sino en todo el cuerpo; y lo peor de todo es que me agrada la sensación que me produce su agarre, que si bien es firme no llega a lastimarme- ¿Qué pensará Bárbara cuando se entere que me andas haciendo obsequios? No creo que le agrade.

-Lo que piense esa mujer me tiene sin cuidado y mucho menos si le agrada o no. Yo soy libre de hacer lo que me plazca, y lo que me place es hacerte este regalo. -Suelta decidido sin despegar su mirada de la mía sintiendo como mi cuerpo es una hoguera, soltando un suspiro involuntario.

-De acuerdo. -Suelto resignada, tomando la caja y abriendola- No quiero más obsequios. Ahora, ¿Me la prendes por favor?

Luego de tomar la cadena en sus manos, se coloca de pie detrás de mi, cómo yo soy más baja y debido a la escasa luz, debe inclinarse un poco provocando que su aliento de en mi cuello y me erize la piel.

Una vez que se encuentra colgando en mi cuello, Dema vuelve a su lugar y yo así como llegué, volví al escenario, no sin darle las gracias una vez más.

-¡Oh por Dios! -La voz de Sonia llega a mi tras haber entrado al camerino- Lo aceptaste.

-Si, no tuve otra opción. - Digo acercándome al tocador.

-¿Seguro es por eso y no otra cosa?

-¿Qué estás insinuando? -Pregunto achicando los ojos.

-Yo... nada. -Responde Sonia haciéndose la loca desentendida.

-Como sea, igual le advertí que no aceptaría más regalos de él ni de nadie.

-Como quisiera creerlo. A Lévedeb no se lo caracteriza por ser alguien que se rinda a la primera.

-Ni me lo recuerdes. -Suelto bufando- Si lo acepté es por la gentileza de haberme ayudado cuando aquel tipo me dejó inconciente, pero eso no quiere decir que le dejé seguir regalamdome cosas.

Ya cambiada y desmaquillada, fui en busca de mi paga para luego irme a descansar. Había tenido dos días agetreados y necesitaba descansar.

Antes de salir del pasillo, me asrguré de que Lévedeb no se encontrara allí sino sería un caos poder pasar desapercibida. Al ver que ya se había marchado, luego de  despedirme de Paul y pedirle perdón como diez veces por no poderme quedar, salí al exterior en busca de un taxi para volver a casa.

Verdades  secretasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora