Tanto Kenny como Khalil bajaron en la estación, mientras él la llevaba cargando de caballito.
– Hace mucho que no hacías esto. –
– ¿Hacer qué? –
– ¿Ya olvidaste todas las veces que pasamos por aquí? –
Khalil quiso recordar, pero una punzada en su cerebro le hizo dejar de intentar.
– Las veces que reímos, nos divertimos y sobretodo, nos amamos. –
– No te entiendo, Kenny. –
– Éramos pequeños, es normal que lo olvidaras. –
– Lo siento, no recuerdo muchas cosas de lo que hacía de pequeño. –
– Sí, supongo que nadie lo hace. – dijo triste.
Mientras salían de la estación, un policía se les acercó a ambos, preguntando por toda la sangre que tenían encima; Kenny no tardó en explicar todo sobre el Orate que los estaba persiguiendo.
– ¿Un Orate? Niña, estás enloqueciendo, esos solo están en las leyendas. –
– ¿Siquiera ha leído sobre las leyendas? –
El oficial frunció la boca y no dijo ni una palabra.
– Avise a sus amigos, los Orates no son un juego. –
– ¿A mis amigos? ¿Vamos a hacer una parrillada? –
– A los demás oficiales o como les puta diga, solo dese prisa. –
– Resulta que ahora eres mi jefa, ¿por qué no regresan a su academia a estudiar que a los uniformados se nos trata muy diferente? –
El policía se fue, tirando de locos a ambos.
– Parece que tu cara aún no es reconocida, Khalil. –
– ¿De qué serviría que lo fuera? –
– Bueno, como hijo de La Heroína, seguro que todos te amarían. –
– No te lo creas tanto, en la escuela todos me odian. –
– ¿Eh? ¿Por qué? –
– Hay rumores de que soy un creído y patán. –
– Es que sí lo eres. –
– ¿Perdona? –
– Pero uno bueno, te acostumbras. –
Kenny empezó a reír mientras molestaba a Khalil.
– ¿Cómo puedes estar tan tranquila después de que pasara todo eso con el Orate? –
– Bueno, no he sido muy unida a mi familia desde nunca, además que ya lloré todo lo que tenía adentro. –
– Me sorprende cómo puedes tener cambios de ánimo tan repentinos. –
– Como mujer, créeme que es de lo más normal en ciertos días. –
Sin entender, Khalil siguió avanzando directo a su apartamento donde vivía con su madre.
– Aquí ya puedes caminar tú sola, ponte cómoda, iré por algo de ropa de mi mamá. –
– Claro, muchas gracias. –
Kenny pasó a la sala gigantesca, mirando para todos lados en una interminable sala con miles de cosas dispersas en cada rincón.
– ¿Cómo es vivir solo aquí? –
– ¿A qué te refieres? –
Khalil le gritó desde el otro cuarto, en lo que seguía buscando ropa cómoda para ella.
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Sin lugar en ningún lado
FantasyEn búsqueda de su lugar en este mundo, Khalil Faez, hijo de una legendaria heroína, deberá recorrer un camino tormentoso para poner en alto su nombre. Llenando su vida de amistades, romances y enemigos, Faez no la tendrá nada fácil en su recorrido a...