La explosión de los vagones del tren separaron a Khalil y al Códice de las Armas; El Nix tenía la furia desbordando por todos lados, creando su flecha perseguidora para acabar con su enemigo.
– ¡Muere de una vez! –
Deslizándose entre todas las balas del Códice, se acercó lo suficiente para usar su puño de fuego directo al diafragma del enemigo.
El Códice de las Armas fue lanzado entre todos los vagones, quedando clavado en un tubo de metal oxidado; mientras se intentaba recuperar, la flecha de Khalil había alcanzado al Códice. Una explosión mágica llenó todo el cementerio de trenes, dejando al Códice cerca de la muerte con ese ataque devastador.– ¡Venga! ¡Sé que puedes pelear más! –
El subteniente Faez estaba muy molesto y descontrolado por la pelea, siendo la primera vez que su locura predomina sobre su sensatez.
– ¡Échale ganas, hermano! –
El Códice de las Armas se levantó furioso, listo para un contraataque de una magnitud similar; arremetiendo con toda su fuerza, el Códice alcanzó a Khalil, clavando una espada en el escudo de Faez.
– ¿Eso es todo? Esperaba más de ti, amigo. –
Usando la apertura, Khalil aprovechó la espada clavada en su escudo, levantando al Códice por encima de él; una vez que lo tenía en el aire, Faez disparó un rayo de luz tan grande como uno de esos vagones de ferrocarril.
En ese momento, Mei pudo ver el destello en el cielo de su amigo luchando.– Esto es malo, a este paso... –
A pesar de que quería regresar por él, ella obedeció al joven Nix con tal de asegurar la victoria. Corrió lo más rápido que pudo, usando caminos de hielo para desplazarse a mayor velocidad; tras un viaje no tan largo y muchas explosiones de fondo, Mei llegó a la zona donde la pelea de Nycte estaba ocurriendo.
– Perdóname, amiga de Khalil. –
Sin embargo, frente a ella no tenía a un subordinado cualquiera; frente a Mei, Calli estaba bloqueando su camino.
– No puedo dejarte pasar si quiero volverla a ver. –
– Y yo no puedo rendirme si quiero volverlo a ver. –
Con el dolor en el alma de las dos, ambas usaron sus magias para pasar a través de la otra.
Mei usó su hielo para deslizarse entre los ataques de Calli, esquivando todas las espinas de oscuridad que salían de su cuerpo; sin embargo, algo sujetó a la mujer de hielo por el tobillo.– No la mates, por favor. –
Incluso en su circunstancia, Calli le pidió un favor a Abaddon, quien no dudó en hacerle caso; la bestia, invisible para Mei, empezó a arrastrarla por toda la zona, lastimando severamente a la chica.
– Déjala, ya fue suficiente. –
– NO. –
Abaddon se negó a la orden, empezando a comportarse de manera sádica; arrojó a Mei hacia uno de los edificios cercanos, solo para que después la atrapara de la cara y empezara a usar su cuerpo para destruir cada piso de la edificación.
– ¡Basta! –
Abaddon no quiso detenerse, siguiendo con su ataque demoledor y dañando cada vez más a Mei. La Maldición de Calli estaba fuera de control, liberando demasiada magia que parecía estar resonando con otra en algún lado de la ciudad.
Cuando la situación empezaba a ponerse tensa para todos los aliados, un rayo de esperanza surgió, llamando a la victoria.– Quien escuche esto, necesitamos refuerzos en Khanterbary; repito, necesitamos refuerzos en Khanterbary. –
Una Nix vigía podía ver todo el caos sucediendo desde la capital de Yhivun, solicitando a Milityum mandar a sus mejores agentes.
Aunque los refuerzos no tardarían mucho en llegar, los Nix que ya estaban en la urbe no podían esperar ni un segundo.
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Sin lugar en ningún lado
FantasyEn búsqueda de su lugar en este mundo, Khalil Faez, hijo de una legendaria heroína, deberá recorrer un camino tormentoso para poner en alto su nombre. Llenando su vida de amistades, romances y enemigos, Faez no la tendrá nada fácil en su recorrido a...