Todo estará bien

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Kishibe no tardó en lanzar el primer ataque en cuanto tuvo la oportunidad: un golpe directo usando su bate a una sola mano, mientras intentaba clavar la punta de su lanza en el cuerpo del Cazador; pese a ser tan rápido y ágil, Kishibe no esperó la respuesta del Cazador a su ataque. El mandoble de Orión había sido clavado en el estómago del beisbolista, ya que este no se había movido de su lugar; El Cazador recibió ambos impactos, pero los aguantó con tal ferocidad que incluso Kishibe era incapaz de procesarlo.

- Puede que te haya subestimado, tus ataques duelen... solo un poco.

El Cazador desenfundó rápido sus dos pistolas para comenzar la masacre: una lluvia de balas a quemarropa empezaron a llevarse el cuerpo de Kishibe junto al mandoble del Cazador. El Bastet cayó al suelo con su armadura hecha pedazos, pero sin un solo rasguño en su torso.

- Yo también te subestimé, eso dolió... solo un poco.

Kishibe tomó su lanza y la aventó con tal fuerza como para levantar la tierra y hacer añicos todo lo que estuviera en su camino; una pared de tallos redujo gran parte del impacto, pero la punta logró abrirle una pequeña herida en la cara del Cazador.

- Dos contra uno, al menos será una batalla justa.

La Princesa se puso de pie, apoyando a su compañero desde la distancia. El bate de Kishibe se cargó de energía cósmica; su cuerpo, ferviente de valor cual guerrero, emanaba una seguridad incomparable; los Códices del beisbolista empezaron a activarse, liberando magia cada vez en mayor cantidad.

- Acaban de llamar a las puertas del infierno, ¿Están dispuestos a sufrir las consecuencias?

El calor de Kishibe era tan intenso como el de una supernova, pero con la mirada más fría que el espacio sideral. De cada pisotón, un pilar de magia era creado, dejando sin palabras a los dos enemigos frente a él.

- No pienso jugar al valiente, así que tomaré mis precauciones.

El Cazador encerró a los tres en una cúpula, pero esta se quebró apenas fue colocada; la magia de Kishibe era incontenible, pero también incontrolable.

- Más nos vale hacer tiempo, Nycte, su magia no durará toda la vida.

- Pero es demasiada.

- Es todo lo que podemos hacer.

- ¿Es la única forma de ganar?

- Para nosotros, sí.

El Cazador arremetió de inmediato, chocando su mandoble contra el bate de Kishibe, provocando la invocación de un pilar de magia titánico; los dos cruzaron miradas en ese choque, mostrando todo el odio que tenía cada uno.
De un solo golpe, El Bastet le destrozó la mandíbula al Cazador; Nycte logró atrapar a su amigo y curarlo al instante, pero su cabeza estaba dando vueltas después del impacto. La Princesa protegió a Orión mientras se regeneraba, atacando a Kishibe con todos sus híbridos planta-hongo que había creado; pese a crear gigantes del tamaño de treinta rascacielos, el Bastet no tenía a ningún rival a su altura.
Quebró cuellos, desgarró extremidades y atravesó cuerpos; Kishibe no estaba dispuesto a distraerse con ninguno de los monstruos de Nycte.

- Tengo una idea, pero necesito que me cubras.

- Más te vale que sea buena, sus golpes sí que duelen.

El Cazador empezó a crear un círculo mágico gigante, mientras Nycte corría para distraer al beisbolista. La Princesa usó tallos con agujas llenas de veneno para intentar detenerlo, pero era imposible: las toxinas se transformaban en glóbulos rojos al entrar a las venas del Bastet.

- ¡Técnica definitiva: Verde Vómito!

Los híbridos de Nycte comenzaron a escupir una sustancia viscosa y altamente corrosiva hacia Kishibe, dañando su piel; sin embargo, la regeneración del Bastet era tanta que solo le provocó una ligera picazón.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora