Yo, Bastet

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Una semana después del incidente con los mercenarios, las convocatorias a las pruebas Bastet habían empezado, llamando la atención del grupito tan unido y alegre.

– ¡Me declaro el vencedor de este torneo! –

Llegando a hacer el ridículo, Kishibe fue a inscribirse en cuanto la primera apertura ocurrió, siendo el primer participante en alistarse.

– ¿No te cansas de tenerlo como roomie? –

– Para nada, es divertido cuando te acostumbras. –

– ¿Y a qué hora me acostumbro? –

Arkadya no dejaba de quejarse con Mei, pues por culpa del beisbolista, todos tuvieron que despertarse a las tres de la mañana para esperar que las inscripciones abrieran.

– ¿Por qué tengo que ser el segundo en inscribirse? –

– ¡Porque ahora tú eres el secundario, Khalil! –

Los reclutadores no paraban de verlos con una seriedad tan grande que Faez no dejaba de morirse de la vergüenza al ver a su amigo hacer su escándalo.

– ¿Y no sabía que las inscripciones son hasta las cinco de la tarde? –

– Tuvimos suerte que les dimos pena a los encargados y nos pasaron de una vez. –

Sin nadie más en la fila, ellos ya se habían inscrito a las pruebas para volverse el Bastet que protegiera Yhivun.

– Ya me dio hambre, ¿Quieren ir a desayunar? –

– Kishibe, los restaurantes y puestos callejeros apenas están abriendo. –

– ¡Comida fresca! –

Suspirando, Arkadya sabía que era imposible hacer razonar a alguien así de entusiasmado. Buscaron por todos lados dónde comer, hasta que encontraron un puesto callejero de chimichangas.

– Esto le va a hacer daño a mi estómago. –

– ¡No seas así, Arkadya! Kishibe se está esforzando por hacernos sentir bien. –

– ¿Sí? Mi flora intestinal piensa diferente. –

Arkadya agarraba con las uñas las comidas tan raras que Kishibe la había llevado a comer.

– ¡Es lo que hay! ¡Si no quieres, invita! –

Arrebatando su chimichanga, Nycte se comió todo su plato y el de la subteniente tan rápido que ni siquiera dejó reaccionar a su superior.
Mientras las dos Nix se peleaban para que la chica floral escupiera la comida que no era de ella, Calli se acercó a Khalil en silencio.

– ¿Quieres? –

– Calli, deberías comer algo. –

– Es que... –

Abaddon abrió la tortilla frita, dejando ver pedazos de carne de un color no muy seguros para su consumo.

– La carne aún ladra. –

– Se llama termino medio, Calli, deberías consumirla, es buena para muchas partes de tu cuerpo. –

Arriesgándose a una muy clara enfermedad, Khalil se comió la parte de Calli sin mucho rodeo.

– ¿Ves? Sabe deliciosa. –dijo ininteligible.

Hablando con lo cachetes llenos, hizo que Calli se partiera de la risa mientras lo veía con ambos mofletes inflados. Disfrutando de su deliciosa comida mañanera, Khalil sintió cómo el nuevo Rodog mejorado le mandó un mensaje por la nueva interfaz desplegable de su brazo.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora