Un arcoiris después de la tormenta

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Al terminar la batalla, Khalil se levantó moribundo, con su magia desactivada y un dolor punzante en la zona de las costillas; Nimetön deshizo la cúpula de protección con solo levantar su mano, dejando pasar a las chicas. Arkadya, Nycte y Mei corrieron a Khalil para curarlo lo antes posible, mientras el teniente se encargaba de sanar a Calli.

- ¡Maldito, Khalil! ¿Por qué eres tan popular con las mujeres? -gritó furioso.

Kishibe, molesto con su amigo, se levantó con todo y las heridas que el rinoceronte le había dejado en todo el cuerpo.

- Kishibe. -

El Bastet lo reconoció de inmediato, haciendo que el beisbolista se pusiera nervioso al ver a su ídolo caminar hacia él.

- Nimetön. -

- Sabía que eras tú. -

Sin mover un músculo, el Bastet curó a Kishibe de inmediato, haciéndole olvidar el dolor de músculos.

- ¿Finalmente te decidiste a desafiarme? -

- ¡Por supuesto! Ese título será mío. -

A pesar de no poder ver nada, debajo del casco del Bastet, una sonrisa de orgullo se había dibujado sutilmente.

- Si fuera por mí, te lo entregaría aquí y ahora. -

- ¡Eso no se hace! Un Bastet debe luchar y ganarse el reconocimiento, para que la gente confíe en él. -

- Sabía que dirías algo así, por eso te lo mereces más que nadie. -pensó orgulloso.

- Además, quiero derrotarte en la ceremonia. -

Los ojos de Kishibe mostraban la determinación en su interior, haciendo que Nimetön se sorprendiera; el resto de los amigos del beisbolista estaban boquiabiertos, ya que había desafiado al Protector de Yhivun.

- ¿Qué le pasa por la cabeza a ese idiota? -

- Así es él, Kishibe es muy competitivo. -

- Eso lo entiendo, ¿pero cómo se atreve a faltarle al respeto a un Bastet al retarlo de esa forma? -

- No es eso, Arkadya, sino que tú eres muy cobarde como para alcanzar a Kishibe. -

Arkadya miró furiosa a Mei, quien confiaba plenamente en que su mejor amigo alcanzaría la cima de SinthCity. Una vez que terminaron con la curación, Khalil tomó el equipo tecnomágico de Matthew y lo llevó consigo.

- Adelántense, tengo cosas qué hacer. -

Faez se separó de sus amigos, yendo directo a la tienda de Gerald; una vez llegó, el viejo cambió su cara de felicidad a preocupación en un segundo al ver cómo Khalil llegaba sin su hijo, pero sí con su equipo.

- No me des las noticias, ya estoy muy viejo, me podría dar un infarto. -

- Lo siento, Gerald. -

- Dime aunque sea si fue honorable. -

- Matt ayudó a todos. -

- Gracias, Khalil. -

Faez le entregó el maletín de su hijo con el dinero sobrante, el equipo y a Rodog; sin embargo, este último regresó a Khalil con los ojitos tristes.

- Parece que se encariñó de ti. -

- Este pequeño también salvó a muchos. -

- Quédatelo. -

- ¿Eh? Pero es de Matthew. -

- Estoy seguro que él te lo hubiera regalado de todas formas. -

- ¿Está seguro, viejo? -

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora