La fuerza hace la unión

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Después de un rato con sus nuevos aliados, Khalil regresó al complejo de apartamentos en donde se hospedaba tal y como había acordado con Nycte. Al llegar, ella lo estaba esperando mientras comía flores.

– Nycte, ¿Qué te dijo el teniente? –

– Parece que va a mandar refuerzos. –

– ¿Qué? ¡Eso solo va a estropear nuestro avance! –

– Lo mismo le dije, pero creo que no me escuchó. –

– Tendremos que avanzar lo más que podamos antes que lleguen. –

– Oye. –

Khalil miró a Nycte, quien no dejaba de señalar su vestimenta fresca y relajada.

– Ah, pensé que camuflarnos con la gente sería lo mejor. –

– De hecho, lo ideal es que tú te quedes así. –

– ¿Por qué? ¿No piensas cambiarte? –

– No, sería mucho más útil estar cada quien con una vestimenta diferente. –

– ¿Ahora qué planeas, Nycte? –

Ella dejó de comer sus flores, procediendo a sacar un volante de sus bolsillos; en el panfleto venía la publicidad de un hotel del otro lado de la ciudad. Khalil no sabía qué quería decir, así que miró intrigado a la Nix.

– Yo iré al norte y tú te quedas aquí en el sur. –

– ¿Qué? ¿De qué hablas? –

– Ver a una Nix por estos lados solo hará que la gente sospeche de nuestras intenciones. –

– No pienso dejarte ir sola a ese lado de la ciudad. –

– Tranquilo, ahí es mucho más seguro que aquí, es la zona menos controlada por las Hermanas. –

– Aún así, ¿de qué serviría? –

– ¿Olvidas que también están metidas en política? Pues en esa zona es donde vive la mayoría de políticos. –

– ¿Y quieres que te deje a ti la parte política? –preguntó asustado.

– He tenido más acercamiento a un cargo política que tú, no se te olvide que era la princesa de mi aldea. –

– Sí, pero...

– Muchas veces tuve que lidiar con papeleo que mi padre no quiso hacer, así que solo cállate y házme caso. –

– Confío en ti, Nycte. –

Él la abrazó con mucha fuerza, mientras ella empezaba a perder su seriedad al sentir el calor de su amado.

– ¡Bueno! Ya me voy o harás que me quiera quedar. –

– Cuídate mucho, por favor, recuerda que no tenemos comunicación. –

– Lo sé de sobra, por eso me preocupa que te pase algo a ti. –

– Tranquila, me encargaré de todo aquí. –

– Recuerda comer tus cinco veces al día, mantenerte en forma y tomar agua. –

– Nycte, mi Códice me hace prescindir de esas cosas. –

– ¡Lo sé! Pero nunca está de más hacerlo. –

– Supongo que por eso eres más músculo que cabeza. –

– ¿Qué dijiste? –

– Que eres hermosa de pies a cabeza. –dijo nervioso.

– Eso creí. –

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora