Fuego Artificial

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En el reino casi completado de Ellael, este ser con la fuerza de un Primordial no dejaba de dar vueltas en lo que esperaba el regreso de su compañero fiel.

– He vuelto, su majestad. –

– ¡Yuvarito! Me alegra que no hayas muerto. –

– Fue difícil pasar por la capital después de que la bestia saliese de su guarida. –

– No quiero ni imaginarlo, le dije claramente que no hiciera ninguna estupidez. –

– El Códice de la Desesperación siempre fue así, sin embargo, me ayudó a conseguir información. –

– Dime, ¿Qué traes entre manos ahora? –

Yuvarito le enseñó una hoja de la investigación de Khalil que había logrado extraer cuando Arkadya le arrojó todas a Gunnar.

– ¿Nos descubrieron? –

– Sí, y parece que el Códice de la Mente planea venir solo. –

– ¿Cómo estás tan seguro? –

– No pensará traer a los que intenta proteger, podría ser muy peligroso para ellos y lo sabe. –

– Habrá que atraerlo hasta aquí y matarlo. –

– O traerlo a la fuerza. –

– Tu idea suena mucho mejor, continúa. –

Ellael tomó a un rehén de Uzbani, le arrancó el brazo y empezó a comérselo en lo que escuchaba a su ayudante.

– Pude observar lo endeble que se vuelve al tener a sus dos protegidos cerca, bastará con poner a uno de los dos en peligro y aceptará venir. –

– ¡Y librar la batalla más espectacular que jamás se haya visto! – gritó fascinado.

– No, majestad, si traemos al rehén, aceptará morir sin necesidad de pelear. –

– ¿Y la batalla dónde queda? –

– En ningún lado, mataremos a Khalil y al Códice en un solo golpe. –

Ellael se deprimió, desparramándose por su trono cual gelatina en el microondas.

– ¡Yo quiero pelear! –

– Majestad, no hace falta que ensucie sus manos con este plan. –

– ¡Pero eso es lo que quiero! Solo tráeme al Códice de la Mente, quiero destrozarlo con mis propias manos. –

– Como usted ordene. –

Yuvarito se retiró en busca de su objetivo, en lo que Ellael tomaba asiento sobre su trono para esperar que regresara con buenas noticias.
Mientras tanto, los Nix estaban buscando heridos, reconstruyendo el campamento y poniendo en orden todo para regresar de vuelta a Milityum.

– Khalil, ¿puedo hablar contigo? –

– Claro, teniente. –

Seth se llevó a Khalil lejos de los demás, en lo que subían los suministros y terminaban los preparativos para la retirada.

– Necesito que me suplas unas semanas en Khanterbary. –

– ¿A qué se debe, señor? –

– Después de esto, estoy seguro que el Rey Presidente nos mandará a llamar, la presencia de un Códice como el de la Desesperación solo significa que algún Primordial está amenazando a la humanidad. –

– ¿Primordial? ¿No esos Códices nos dejaron en paz hace mucho tiempo? –

– Sí, pero el de la Desesperación era el mensajero de ellos, no hubiese vuelto si uno no hubiera decidido empezar una guerra. –

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora