Desesperación

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Las semanas pasaron volando mientras Khalil investigaba sobre los desaparecidos y todas las situaciones relacionadas a ellas, dando con que todos eran magos de alto nivel, pero con bajo conocimiento; ¿Cómo es esto posible? Todo se resume a dos palabras: "Talento Natural". Los magos de gran magia no necesitaron acudir a escuelas, además de no poder costearlas, todo gracias a su enorme talento que los mantenía vivos en una sociedad que solo quería ver los resultados, no el procedimiento; el problema radica en que el talento no basta para ser un prodigio, como Khalil, sino que también se requiere una disciplina y orientación pertinentes: cosa que la mayoría de los desaparecidos no poseía. Cada una de las personas en el Códice desapareció bajo las mismas condiciones, en diferentes circunstancias: "Una presión extrema al saber que no pertenecen a ningún lugar, ya sea por una maldición o por cualquier tipo de acción que haya condenado su alma", la parte de las maldiciones era la que más llamó la atención de Khalil, puesto que ya le habían advertido sobre estas al exponerse por primera vez a los Códices.

– ¿Acaso todos ellos se habrán expuesto al mismo Códice? – se preguntó. – No encontraríamos otra respuesta de no ser así. –

La cabeza de Khalil empezó a darle vueltas al asunto, puesto que él sabía que su madre debió haber conocido al menos un Códice.

– ¿Pero cuál de todos? Hay tantos Códices como partículas en el universo – dijo a sí mismo. –. Sin embargo, debe haber uno que todos hayan conocido, uno muy famoso entre ellos. –

– Quizá sea el Códice de la Eternidad. –

Ambos se encontraban en la biblioteca, a una pocas horas de que la escuela diera inicio a las clases.

– No he leído sobre él. –

– Es el Códice más antiguo, por obvias razones, y también el más fuerte. –

– ¿Crees que realmente haya sido ese? Si es tan poderoso y famoso, dudo que no sepan lo peligroso que era. –

– No hace falta leer un Códice para caer en su maldición. –

Habían estado yendo a la biblioteca justo antes de clase durante todo este tiempo, sin que nadie lo supiera, por lo que la ambos empezaban a ser un poco más unidos y con algo de confianza.

– Cada Códice tiene maldiciones diferentes, ¿no? –

– Sí, por lo que sé, el de la eternidad es justamente eso, vives eternamente hasta que la maldición termine agotando tu alma. –

– Lo que los llevaría a ese extremo de presión, donde empezarían a disociarse de la realidad. –

Tal y como un rompecabezas, Khalil empezó a unir piezas para empezar a entender mejor cómo funcionan los Códices y sus maldiciones.

– Tengo suerte de que el mío solo se alimente de mi conocimiento. –

– Porque aún no se concreta tu maldición. –

– Eso es cierto, pero aún así, me sorprende que no exija tanto a cambio. –

– Tranquilo, portar su poder no será gratis para siempre. –

– Eso lo sé, ¿Pero por qué tuvo que ser el más débil de los Códices? – preguntó desmotivado.

– No te quejes, incluso con el más débil, si lo usas al máximo, puedes alcanzar el nivel Postive. –

– Ese era el rango de mi madre... –

– Solo que tú lo alcanzarás mucho antes, gracias al Códice. –

Un ruido estruendoso ocurrió en las afueras de la academia, llamando la atención de ambos alumnos y obligándolos a salir de la biblioteca para verificar lo que sucedía; cuando llegaron a la parte externa de la academia, vieron a un sujeto con la mirada perdida hacia el horizonte, mientras la policía no dejaba de gritarle que se detuviera en donde estaba.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora