El Ojo de Artemisa

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Pelear con tu mejor amigo es de las peores sensaciones que uno puede tener, tu mundo se viene abajo y la imprudencia toma el control de tu vida; es difícil imaginar quedarte sin esa parte de ti que tanta alegría te da, yo más que nadie sé lo que digo.
De pequeña, siempre creí estar sola; jugaba sola, estudiaba sola y hacía todo sola, porque el resto de niños no pensaban juntarse conmigo por ser tan diferente. Mis padres me criaron como el mayor tesoro de este mundo, crecí con la idea de que las personas me debían el planeta entero, alejando aún más a las personas; yo nunca pedí crecer así, jamás quise ser especial, al contrario, odiaba ser diferente al resto.

- Hija, aléjate de esos niños, son solo pordioseros de cuarta. -

Mi madre siempre me alejó de gente con la que empezaba a llevarme bien, haciendo que el odio hacia mí solo aumentara a pasos agigantados. La vida empezó a consumirme, ya no podía salir ni siquiera al parque, pues todos los niños me lanzaban piedras, gritando que estaba maldita; mis ojos podían ver lo que otros no, la gente me llamó "demonio", "pájaro de mal agüero", y hasta "maldición". Todos creían que yo decidí nacer así, que mis ojos eran el producto de un Primordial y que pronto mataría a toda la ciudad. Sin embargo, la vida me dio otra oportunidad.

- ¿El ejército? ¿Estás loca? -

- Mucho, por eso quiero proteger a la gente. -

- El ejército es solo para gente pobre y sin estudios, tú estás destinada a la mayor grandeza. -

- No quiero esa grandeza, yo quiero ver a la gente a salvo. -

- Pero si todo el mundo te odia, ¿por qué hacerlo, hija? -

- Que el mundo me dé la espalda, no significa que yo tenga que dársela. -

Mis padres se oponían a la idea de ser una militar, siempre me juzgaban por todo, así que no era de sorprender su reacción al decirles mi decisión.

- Si tú pones un pie en el ejército, yo misma te haré sufrir por semejante estupidez. -

- Lo siento, madre, pero no les estaba preguntando, solo les informé de mi decisión. -

- Y yo ya te advertí de las consecuencias. -

- Haz lo que tengas que hacer, pero yo no pienso soltar mis ideales. -

- Bien, entonces lárgate con esa gentuza, ya no eres nuestra hija, tu hermana nunca nos haría eso -

A pesar de que me dolió oír eso, mi sueño no podía detenerse tan fácil, pensaba cerrarle la boca a mis padres costara lo que costara.
Al llegar a Milityum, mis padres movieron gente para que me haga sufrir la peor de las torturas: ser invisible. Todos mis compañeros ignoraban mi presencia como si solo fuera una foto o una silla más, nadie nunca quiso hacer equipo conmigo; a excepción de ella.

- ¿Arkadya? Tu nombre es raro. -

- ¿Qué quieres? ¿Vienes a burlarte? -

- No, no, solo me parecía raro tu nombre, suena como guitarra. -

- ¿De dónde ves el parecido? -

- En la "a". -

Aquella chica era igual o más rara que yo, pero sus intenciones nunca fueron hostiles; me trató como su hermana, contándome mucho que odiaba a su familia por sobreprotegerla tanto; si tan solo a mí me hubiera tocado esa familia...

- ¿Sabías que una esponja es capaz de retener cien veces su peso en agua? -

- Estamos en clase, deja tus curiosidades para después. -

- ¿Los cangrejos son inmortales? -

Ella siempre pensaba en voz alta, y aunque me hacía muy feliz tener una amiga, era de lo más extraña.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora