Todos contra uno...

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En su última misión por salvar a su amiga, el enfrentamiento no sería nada sencillo.
Gunnar usó una explosión mágica para liberarse de los tallos de Nycte, a la par que invocaba su Nodachi compañero; por su lado, Khalil llamó el poder de todos sus Códices para hacerle frente a la invencible Princesa del Apocalipsis.

- Acabemos con esto de una vez.

Tallos gigantes comenzaron a invadir todo el campo de batalla; Golems de la escala de una montaña surgieron de la tierra; al igual que un sinfín de plantas carnívoras plagaron el suelo.

- Gunnar.

- Lo sé, hora de bailar.

Tal y como lo hicieron en la prueba de Arkadya, ambos juntaron sus poderes para crear un calor tan inmenso como para fundir la piedra de los Golems gigantes. Khalil arremetió contra cada uno de los titanes de Nycte, mientras que Evighet hacía trizas a los más pequeños.
Sin embargo, al acabar con los hijos de la Princesa, estos explotaban en una lluvia de agujas que perseguían a los dos aliados.

- ¡Ten cuidado!

Pese a llevar la batalla como iguales, Khalil y Gunnar no podían permitirse bajar la guardia en ninguna circunstancia. Nycte no paró de crear más y más Golems que hacían a los amigos retroceder; el ejército de la princesa era imposible de destruir, al menos no solo ellos dos.

- Corriente Fatua.

La técnica especial de Khalil arrasó con todo a su camino, dejando hecho cenizas a los Golems más cercanos. Sin embargo, la magia de la Princesa no se detuvo con solo crear muñecos de piedra sin cara, sino que empezó a crear enemigos con formas muy particulares.

- ¿Kishibe?

El Bastet había vuelto de la vida usando un cuerpo petrificado.

- Eso quiere decir...

- Me debes una pelea, Khalil.

Pese a que solo era una recreación de roca, la consciencia del protector de Yhivun parecía continuar dentro de esa marioneta.

- Así tendrá que ser, es mi turno de ser el visitante.

Khalil creó un bate con el fuego oscuro de Zahakk, listo para iniciar la serie contra su mejor amigo.
Khalil se dispuso a dar el primer golpe, levantando la tierra de toda la zona; lo que no esperó fue que la copia de Kishibe se acercara a él con suma facilidad: golpeando sus costillas, el beisbolista falso había destrozado los huesos del tecnomago.

- Para ser una copia, le haces honor al real.

- ¿Quién te dijo que soy una copia?

Kishibe, cegado por la ira, empezó a arremeter en contra de Faez; golpe tras golpe, swing tras swing, no cabía duda que era un golem tan bien hecho que daba miedo. El potencial del beisbolista hizo a Khalil retroceder, pues cada golpe que llegaba a su guardia le hacía retumbar todo su cuerpo.

- Perdón por no haberte ayudado, Kishibe.

- ¿De qué mierda hablas?

La copia continuó golpeando una vez tras otra al tecnomago, haciéndolo caer de rodillas tras varios impactos.

- No quiero lastimarte, no después de haberte abandonado así.

- ¡Tú no sabes nada!

- Por supuesto que no, porque los dejé solos, perdóname.

El golem detuvo los golpes por un segundo, mirando a Khalil con compasión.

- No debí haberme ido así, pero tenía que hacerlo para protegerlos, tú sabes lo que significa sacrificar todo.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora