Las locuras del Cantautor

0 0 0
                                    

En las profundidades más oscuras del reino gobernado por el Códice más temido, las cosas se habían salido de control. Las mesas fueron volteadas, las sillas estaban destruidas contra la pared, y ambos gobernantes del terror no dejaban de dar vueltas por todo el lugar.

– ¿Qué mierda fue eso? ¿No dijiste que Faez era un niño idiota? –

– Juraría que así era, su padre no fue más que eso. –

– ¿Y por qué tenía al Desolla Nix? –

– ¡Yo que sé! Su Códice no debía tener la capacidad de invocarlo. –

– Algún poder especial, algo debió haberlo despertado. –

– Las Hermanas Lapi me dijeron antes de morir que lo vieron cerca de Abaddon. –

El Códice de la Muerte quedó sin palabras al escuchar eso, llevándose su mano a la barbilla en lo que intentaba pensar.

– Las Maldiciones debieron resonar con él y activar al Desolla Nix. –

– Esto es muy malo. –

– Dame tiempo, traeré un ejército con el que destruir toda la ciudad, incluyendo a Faez. –

– ¡No tenemos tanto tiempo! –

– ¿Y qué sugieres? –

Un aura oscura y de gran peso había invadido el lugar, dejando a los dos cómplices igual de asustados.

– Yo lo haré pedazos. –

El Cazador había entrado a la guarida del Códice, dejando atrás a miles de Ascendidos muertos.

– ¿Tú otra vez? ¡Fallaste cuando te envié! –

– Porque lo subestimé, no pensé que sus aliados fueran tan fuertes como el propio Bastet. –

– ¿Además del Desolla Nix también tiene aliados tan poderosos? –

– Demasiado, así que ahora vine por lo que me pertenece. –

Destrozando todo el castillo del Códice con su mandoble, El Cazador llegó hasta las catacumbas del reino; atravesó todas las capas hasta llegar en donde se encontraba un fragmento de Códice con la magia suficiente para desafiar a quién sea.

– ¿Estás seguro de eso? Hace mucho que lo perdiste. –

– El Códice siempre responde a su verdadero dueño. –

– Sabía que se puede contar contigo. –

Tomando un solo fragmento, la magia del Códice empezó a resonar por cada parte del mundo, llamando de vuelta su poder.

– Ven a casa, Códice de Códices. –

Reuniendo una magia descomunal, El Cazador se preparó para una última incursión en contra de Khalil y sus amigos.
Por su parte, en Andrópolis, Gunnar sintió una extraña sensación recorrer toda su espalda, haciendo que sacudiera hasta la última parte de su cuerpo.

– ¿Tienes piojos? –

En la cafetería más tranquila de Manalain, la manager adicta a su teléfono estaba teniendo una especie de cita con Evighet.

– No, es solo que tuve un mal presentimiento. –

– ¿Ahora también eres una señora de cincuenta y seniles? –

Gunnar solo la miró con desaprobación por su chiste sin gracia.

– ¿Para qué me invitaste aquí? –

– Para decirte que seré tu manager también. –

– ¿Qué? ¿No podían a alguien de un rango más alto? –

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora