Amigos con A de Amenaza

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Una vez que terminaron la primera parte de la misión, se reunieron de vuelta en la cabaña de Khalil para compartir los datos recaudados en su exploración.

– ¿Aquí vives, Khai? –

– Sí, ahora sí. –

Ella no dejaba de alucinar mientras veía la cabaña; por otro lado, Gunnar pasó al lado de Khalil, lo empujó con su hombro y le dijo con tono burlón:

– "¿Aquí vives, Khai?". –

Le insultó con su dedo corazón, a la par que entraba sin permiso a tomar algo de beber en su nevera; Khalil no pudo hacer nada más que reír de manera nerviosa.

– ¿Qué lograste averiguar, Gunnar? –

– Que los Orates se multiplican como ratas. –

– ¿De cuántos hablamos? –

– Sin exagerar, un centenar como mínimo. –

– Puta madre, ¿de dónde salen tantos? –

– Parece haber una especie de secta en el antiguo campo de concentración, o al menos es lo que pude ver. –

– ¿Qué hacen ahí? ¿Qué no pueden dejar descansar a las pobres almas de ese lugar? –

– Precisamente por eso están ahí, el Códice del Alma requiere de almas para otorgar poderes a otros. –

– Tenemos que acabar con ellos antes de que se extienda más esa plaga. –

– Sí, ¿pero cómo? –

Ambos estaban hablando solo entre ellos, ignorando totalmente a la pequeña Nycte que no dejaba de comer sus flores mientras los veía.

– Una pregunta. –

– ¿Qué pasa, Nycte? –

– ¿Son novios? –

– ¡Por supuesto que no! –

– ¿Seguros? –

– ¡Muy seguros! –

– Anotado. –

Ella creó una libreta con pétalos y escribió en ella con una rosa, dejando a los dos amigos totalmente desconcertados.

– ¿Por qué mierda la trajiste? –

– Es muy fuerte, podría ser de ayuda. –

– Vaya, que el gran Khalil diga eso significa que debe ser fuerte. –

– Además, también tiene un Códice. –

Kalil apuntó a su pecho, dejando ver el libro colgando de su cuello.

– ¡Khai! Si quieres verme, vamos a tu habitación, aquí no. –

Ella hizo una pose avergonzada, mientras que Khalil no pudo evitar ponerse tan rojo como el fuego al escuchar eso; Gunnar únicamente se rió de él, mientras seguía mostrando ubicaciones en el mapa que tenían.

– El problema principal va a ser llegar hasta ahí. Tú eres el principal problema. –

– ¡No es mi culpa que la gente sea idiota! –

– ¡Khai! –

– ¿Ahora qué? –

– ¿Por qué no puedes simplemente caminar hasta allá? –

Él no pudo responder, mirando al suelo avergonzado de lo que había hecho.

– Mató a una persona, la ciudad entera lo ve como un criminal, así que intentarán matarlo en cuanto lo vean. –

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora