Paraíso colapsado

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Unas semanas después de la admisión del mejor amigo de Khalil, ellos se habían vuelto inseparables, yendo a todos lados en todo momento; Gunnar se había vuelto tan íntegro a Khalil que ya casi no eran capaces de ir uno sin el otro a alguna misión que el comando les asignara.

– ¿Por qué no podemos ir juntos? – preguntó triste Khalil.

– Sí, jefa, ¿Cuál es el problema? –

– ¿El problema? –

Arkadya tenía a los dos encima, intentando convencerla de que juntarlos sería la mejor de las opciones, pero ella no quería dejarlos a sus anchas por todo el país.

– Si dejo que ustedes dos se vayan por ahí juntos, no sé cuántos sobrinos tendré. –

– ¡Vamos, Arkadya! –

Le suplicaron tanto que ella tuvo que aceptar, dejando a los dos solos sin supervisión, mientras se ocupababa de Nycte... la peor decisión de su vida.
Tras finalizar la primera misión del día juntos, las quejas de las personas no tardaron en llegar, pidiendo explicaciones de qué clase de Nix entrenaban ahora.

– ¿Algo qué decir? –

– Aliens. –

– ¿Aliens? –

– Sí, sin duda fueron aliens quienes tomaron nuestras apariencias. –

– ¡Y una mierda! –

Arkadya estaba tan molesta que le costaba mantener la compostura, pues ellos dos habían hecho un completo desastre en su misión.

– ¿Por qué destruyeron media plaza? –

– Media plaza no fue. –

– Más de media plaza. –corrigió molesta.

– Así sí. –

Ella estaba a punto de matar a ambos, con el único impedimento de tener a Khalil en el problema.

– Khalil, quiero detalles, sin explicaciones estúpidas. –

– Queríamos ver quién arrojaba más fuerte la piedra. – dijo en voz baja.

– ¿¡Me están jodiendo!? – exclamó desesperada.

Los ojos de Arkadya estaban llenos de furia, a punto de desintegrar a los dos.

– Vimos una fuente, y quisimos comprobar quién tenía más fuerza para hacer rebotar la piedra. –

– Khalil, los que vieron aquel espectáculo afirmaron que lanzaron meteoritos. –

– Bueno, tampoco es para tanto, solo fueron tres. –

– ¿Por qué? –

– Nos quedamos sin piedras. –

La mirada de ella decía todo, haciendo que Khalil empezara a tomar la posición fetal para disculparse de todos sus destrozos.

– Tranquilo, Khalil, ella nunca entendería nuestra grandeza. –

Gunnar intervino, levantando la cabeza de su amigo mientras su jefa no dejaba de matarlos con la mirada.

– Pudimos haber destruido mucho, pero el honor de nuestra competencia nunca será dudada. –

– Ustedes dos, al Duat, de inmediato. –

– Al menos lo intenté. –

Gunnar quiso irse, pero Arkadya lo sujetó de su hombro, diciéndole con la mirada en el problema que se había metido; ambos tuvieron que cumplir con su condena, siendo Gunnar el único en superarlo con facilidad, mientras su compañero yacía derrotado en la tercera fase.

Sin lugar en ningún ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora