Unos instantes antes de llegar con Khalil, Gunnar y Nycte llevaban horas caminando por el inmenso desierto que llevaba hasta Milityum, encontrándose con el primero de los problemas para entrar.
– Identifíquese. –
Los guardias apuntaron a Nycte, quien tenía planeado matarlos usando sus plantas, pero Gunnar le dio un puñetazo para que deje sus tonterías.
– ¿Por qué me pegas? –
– Matarlos no es una buena opción, tonta. –
– ¿Y qué hacemos? Llevamos días caminando, es normal que quiera algo con qué desestresarme. –
– Solo fueron unas cuántas horas, deja de quejarte. –
– ¡Pero aún así! ¡Fue una eternidad! –
Los guardias se quedaron viendo a ambos, preguntándose de dónde había salido Gunnar.
– Una disculpa, señores, solo buscamos a un amigo. –
– Su amigo no está aquí, piérdanse. –
– Creo que no entienden la circunstancia. –
Los ojos de Gunnar brillaron en un morado intenso, obligando a los soldados abrir la puerta para dejarlos pasar hacia las instalaciones de Milityum.
– ¿Qué acabas de hacer? –
– Solo jugué un poco con sus mentes, ¿por qué? –
– ¡Ni se te ocurra hacerlo con la mía! –
– Para eso, primero necesitas ser inteligente. –
– ¡Entonces estoy a salvo! – dijo feliz. – ¡Oye! –
Gunnar empezó a reír mientras caminaba hacia el rastro de magia que soltó Khalil en todo su trayecto por la academia.
– ¿Ves eso de allá? –
– No veo nada, solo arena. –
– Lo suponía. –
En medio de un estacionamiento de vehículos blindados, una magia oscura había dejado una muy pequeña partícula restante.
– ¿Qué es? ¿Qué es? –
– Alguien usó magia dimensional en la zona. –
– ¿Dimensional? – preguntó asombrada. – ¿Y eso qué es? –
– Viajaron a otro lugar muy lejos de aquí, en pocas palabras. –
– ¿Entonces vinimos hasta aquí para nada? –
– No estaría muy seguro de eso. –
Gunnar limpió ligeramente la zona, acariciando el suelo en donde había encontrado el resto de la magia.
– ¿Estás seduciendo a la tierra? –
– Es justo aquí. –
Con la punta de sus dedos, Gunnar golpeó el suelo, abriendo un portal que se llevó a ambos hasta las profundidades más recónditas de la dimensión oscura del Duat.
– ¡La próxima vez avisa que vamos a caer! –
– Lo siento, creí que reaccionarías rápido. –
– ¡Por supuesto que lo hice! Solo te estaba probando. –
El golpe que se había dado en su tobillo lo ocultó al cambiar su posición acostada a una sentada en milisegundos, disimulando mucho mejor.
– ¿Quiénes son ustedes? –
Los dos guardias que custodiaban la entrada al Duat mostraron sus lanzas de piedra, amenazando a los dos amigos.
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Sin lugar en ningún lado
FantasyEn búsqueda de su lugar en este mundo, Khalil Faez, hijo de una legendaria heroína, deberá recorrer un camino tormentoso para poner en alto su nombre. Llenando su vida de amistades, romances y enemigos, Faez no la tendrá nada fácil en su recorrido a...