En la cima de la antena de radio, Nycte estaba cansada de estar escalando, descansando un momento antes de mandar su comunicado.
– Debí dejarle esto a Khalil. –dijo exhausta.
Usando su comunicador, la señal se amplificó y logró escuchar cómo intentaba ponerse en contacto con la radio del teniente.
– ¿Nycte? –
La comunicación era horrible, la señal apenas y le permitía escuchar unas pocas palabras.
– Teniente, encontramos algo horrible. –
– ¿Qué encontraron? –
– Cuerpos desollados, órganos empaquetados y carne de humano molida, todo para su consumo. –
– ¿Qué carajo? ¿Pues qué misión les asigné? –
– Las Hermanas Lapi, señor, son peor de lo que esperábamos, tienen la bendición del Códice de la Muerte. –
– ¿El Códice de la Muerte? – preguntó ininteligible.
– Sí, señor, signifique lo que signifique. –
– Mierda, enviaré refuerzos en cuanto termine mi reunión en diez minutos. –
– ¡No, señor! Espere, los refuerzos no deben llegar ahora. –
– ¿Qué? ¡No te oigo! –
– ¡Que los refuerzos no deben llegar ahora! Estamos investigando el caso, si llegan solo van a alertar a las Hermanas. –
– No se te entiende nada, Nycte. – gritó.
– ¡No refuerzos! ¡Nosotros mandaremos la señal! –
Sin darse cuenta, la señal se cortó, dejando a Nycte con una ira interna acumulada.
– ¡Puta madre! Tendré que decirle a Khalil que se apure. –
Ella bajó de la antena con sus enredaderas, yendo a toda velocidad hacia la ciudad para encontrar a Khalil en el punto establecido.
Mientras tanto, Khalil estaba en un apartamento de aquel barrio extraño y peligroso; frente a frente con el sujeto del bate, Mei estaba sirviéndoles comida y algo de cerveza a ambos.– ¿Y? –
– ¿Cómo que "y"? –
– ¿Qué eres de Mei? –
– ¿Yo? Su cliente, supongo. –
Mei escupió toda la cerveza que tomaba, tapándole la boca a Khalil.
– ¡Es mi ligue! –
– Mei, ¡No jodas! ¿Sales con este miserable? –
Él empezó a cuestionar a la chica, quien parecía tener una conexión bastante especial con ese sujeto.
– ¿Y ustedes qué son? –
Sin discreción, Khalil fue directo, haciendo que ambos se miran en silencio y luego mirarán a Faez.
– Amigos. –respondieron al unísono.
– Desde la infancia. –
Ella hizo muecas al decir eso último, haciendo entender a Khalil que no le agradaba tanto.
– ¿Por qué estabas en ese callejón con Mei? –
– Con todo respeto, no estoy en la posición de perder tiempo. –
Khalil se quiso levantar de la mesa, pero sin hacer un poco de ruido, Kishibe ya se había puesto detrás de Faez; usando su bate, hizo a Khalil volver a sentarse.
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Sin lugar en ningún lado
FantasyEn búsqueda de su lugar en este mundo, Khalil Faez, hijo de una legendaria heroína, deberá recorrer un camino tormentoso para poner en alto su nombre. Llenando su vida de amistades, romances y enemigos, Faez no la tendrá nada fácil en su recorrido a...