Capítulo 1

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―¿Qué te pasó en el muslo? ―le preguntó Vania a su amiga.

―No sé ―respondió Sofía―, recién me vi ese moretón, quizás me pegué, pero no me duele, me ha pasado varias veces desde hace unos meses.

―¿Que te ha pasado varis veces dices?

―Sí, Vania, pero no me duele, no sé qué es, seguramente que me pegué y no me di cuenta.

―Pero si te ha pasado antes, en alguna oportunidad deberías haberte dado cuenta de que te pegaste, ¿no crees?

―No es nada, amiga, seguramente me pegué, eso es todo.

Sofía no le dio importancia. Salieron del gimnasio y cada una se fue a su casa. No tenían clase si no hasta las tres; ambas eran compañeras de tercer año en la Facultad de Arquitectura y mejores amigas, se conocían desde la enseñanza media, donde también estudiaron juntas.

Sofía se sentía cansada, llegó a su casa, saludó a su mamá y subió a su cuarto. Su madre la siguió y le habló:

―Sofía, tienes que comer algo, en la mañana casi no desayunaste y ahora tienes que volver a la U y no vas a salir de aquí si antes no comes algo.

―No, gracias, mamá, no tengo hambre.

―Pero ¡cómo no vas a comer nada, niñita! Por último, un trozo de pollo con ensalada.

―No, mamá, de verdad que no quiero nada, estoy cansada y tengo náuseas, voy a descansar un rato antes de irme a la U.

―¿Lo ves? las náuseas son porque no has comido, te voy a preparar una sopita de pollo y te la vas a tomar ―sentenció su madre saliendo del cuarto.

―Bueno ―respondió Sofía, que sabía que no podría contra su mamá.

Al poco rato, la madre volvió con una bandeja donde llevaba un plato de sopa, un vaso de jugo de naranja recién exprimido y dos láminas de pan.

―¡Te lo comes todo! ¿Me oíste? ―ordenó María Elena, en un tono al que no podía negarse.

―Sí, mamá, gracias ―respondió Sofía recibiendo la bandeja.

La joven se tomó la sopa y el jugo, el pan no lo tocó. ¿Por qué no entendían que no tenía hambre? No se iba a morir si no comía un día, o dos, o tres, pero bueno, su mamá no la dejaría irse si antes no comía. Al terminar bajó la bandeja, la dejó en la cocina y lavó el plato y el vaso.

―Gracias, mami, estaba rico.

―¿Ves que podías comer? ¿Se te pasaron las náuseas?

Desde el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora