Capítulo 5: Consecuencias del Accidente

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La mañana siguiente al incidente en la pista amaneció con un aire pesado y cargado de incertidumbre en el campamento del equipo. La atmósfera era tensa, con los mecánicos y el personal técnico trabajando en silencio, evitando miradas directas y murmurando entre sí. Emma García, aunque magullada y con el brazo golpeado, estaba decidida a seguir adelante. Sabía que su recuperación sería rápida, pero el golpe emocional del accidente y las duras palabras de Alexia la noche anterior habían dejado una marca profunda.

En la sala de reuniones, Alexia Putellas no se mostró nada complacida. Su molestia con el equipo automovilístico era evidente. Estaba sentada al final de la mesa, con los brazos cruzados y una expresión de disgusto. Mientras los miembros del equipo se acomodaban en sus asientos, Alexia no perdía oportunidad para expresar su descontento.

—Es increíble cómo un equipo de fútbol tan exitoso como el Barcelona puede tener un equipo de automovilismo tan patético —dijo Alexia, su voz llena de frustración y desprecio—. Nunca vamos a ser tan buenos como en el fútbol si seguimos así. Esto es una broma.

El jefe del equipo, tratando de mantener la calma, respondió con diplomacia.

—Alexia, entiendo tu punto de vista, pero debemos ser realistas. El automovilismo es un deporte diferente con sus propios desafíos. No podemos compararlo directamente con el fútbol.

—¿Realistas? —replicó Alexia con una mueca—. Lo que necesitamos es ser competentes. No estoy aquí para ver cómo se estrellan los coches y arruinan la reputación del Barcelona.

Mientras Alexia seguía su monólogo de quejas, Emma se encontraba en el área médica, siendo atendida por los fisioterapeutas. A pesar del dolor físico y emocional, estaba decidida a recuperarse lo antes posible. No iba a dejar que un accidente la definiera ni permitirse ser el centro de las críticas de Alexia.

—Emma, necesitas tomarte un tiempo para recuperarte adecuadamente —le dijo el fisioterapeuta mientras aplicaba hielo en su brazo—. No puedes apresurarte, podría empeorar las cosas.

—Lo sé, pero no puedo quedarme de brazos cruzados —respondió Emma, con una determinación inquebrantable—. Necesito volver a la pista cuanto antes.

En su mente, las palabras de Alexia resonaban una y otra vez. Sentía una mezcla de rabia y motivación. Sabía que tenía que demostrar que era más fuerte que sus miedos y más capaz de lo que Alexia creía.

De regreso en la sala de reuniones, la tensión continuaba creciendo.

—Si esto sigue así, no veo un futuro brillante para este equipo —prosiguió Alexia—. Necesitamos un cambio drástico, y lo necesitamos ahora. No podemos seguir con esta mediocridad.

El jefe del equipo, claramente afectado por las críticas, trató de desviar la conversación hacia soluciones constructivas.

—Estamos trabajando en mejorar, Alexia. Este es un proceso y necesitamos tiempo. Emma está comprometida con su recuperación y estamos revisando nuestra estrategia para evitar futuros accidentes.

—Tiempo es lo que no tenemos —replicó Alexia—. Cada carrera cuenta y cada error nos cuesta caro. Si no podemos mejorar rápido, entonces tal vez deberíamos reconsiderar todo este proyecto.

Mientras tanto, Emma, con el brazo todavía en recuperación, empezó a entrenar suavemente en el gimnasio del equipo. Quería recuperar su forma física lo más rápido posible. Cada ejercicio, cada repetición, era un paso hacia su regreso. No iba a dejar que el miedo ni las palabras de Alexia la detuvieran.

La dedicación de Emma no pasó desapercibida para algunos miembros del equipo, quienes empezaron a admirar su resiliencia y espíritu luchador. Sabían que ella era el corazón de su esfuerzo y que este podría inspirar a todos a mejorar.

Las siguientes horas en la sala de reuniones fueron igual de tensas. Alexia seguía cuestionando cada aspecto del desempeño del equipo, desde la estrategia de carrera hasta la preparación técnica y la coordinación.

—He visto mejores actuaciones en equipos juveniles de fútbol —comentó Alexia con sarcasmo—. Aquí nadie parece tener claro lo que debe hacer. Si seguimos así, no llegaremos a ningún lado.

Uno de los ingenieros, visiblemente molesto, finalmente habló.

—Alexia, entiendo que eres una campeona en tu deporte, pero esto es diferente. Necesitamos tiempo para construir algo sólido.

—Tiempo y paciencia —agregó otro miembro del equipo—. No podemos pretender que seremos los mejores de la noche a la mañana.

—Lo que no podemos pretender es que vamos a mejorar si seguimos en la negación y en la complacencia —replicó Alexia—. Necesitamos un cambio de mentalidad, y lo necesitamos ya. Si no pueden manejar la presión, entonces están en el lugar equivocado.

La discusión subió de tono, con varios miembros del equipo intentando defender su trabajo mientras Alexia seguía arremetiendo con críticas duras y precisas. Finalmente, el jefe del equipo decidió poner fin a la reunión.

—Creo que necesitamos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre esto —dijo el jefe de equipo, rompiendo el silencio—. Tenemos mucho trabajo por delante, pero si estamos dispuestos a comprometernos, podemos superar estos desafíos juntos.

La reunión concluyó con una sensación de tensión en el aire. Mientras los miembros del equipo se dispersaban, Alexia se quedó en la sala, sumida en sus pensamientos. Sabía que no había sido fácil ser tan directa, pero también sabía que era necesario. Si el equipo iba a tener alguna posibilidad de éxito, necesitaban enfrentar la realidad de su situación.

Finalmente, después de una semana de arduo trabajo y dedicación, Emma se sintió lista para volver a la pista. Sabía que aún había mucho por mejorar, pero también sabía que había aprendido mucho de su accidente y de las duras críticas de Alexia.

El día de su regreso a la pista, el ambiente en el campamento del equipo era diferente. Había una sensación de esperanza y determinación. El equipo había trabajado duro para mejorar y ahora estaban listos para demostrarlo.

Cuando Emma se subió a su coche, sintió una mezcla de nervios y emoción. Sabía que este era un momento crucial, no solo para ella, sino para todo el equipo. Mientras ajustaba su casco y se preparaba para la carrera, recordó las palabras de Alexia y las usó como motivación.

La carrera comenzó y, desde el primer momento, Emma mostró una confianza renovada. Sus movimientos eran precisos y seguros, y rápidamente comenzó a ganar posiciones. A medida que avanzaba la carrera, el equipo observaba con orgullo y emoción.

Alexia, desde el pit lane, observaba atentamente. Aunque sus palabras habían sido duras, no podía evitar sentir una chispa de orgullo al ver el progreso de Emma. Sabía que había sido difícil, pero también sabía que había sido necesario.

Cuando la bandera a cuadros finalmente ondeó, Emma cruzó la línea de meta en una posición destacada. No había ganado, pero había demostrado una mejora significativa y había demostrado que el equipo tenía potencial.

Al bajarse del coche, fue recibida con aplausos y vítores de su equipo. Alexia se acercó a ella, su expresión era seria, pero había un destello de reconocimiento en sus ojos.

—Buen trabajo, Emma —dijo Alexia, su voz más suave que de costumbre—. Esto es solo el comienzo. Sigamos adelante.

Emma asintió, sintiendo una oleada de orgullo y determinación. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que tenía el apoyo de su equipo y la fuerza para superar cualquier obstáculo. El incidente en la pista había sido un duro golpe, pero también una oportunidad para crecer y demostrar su valía. Y estaba lista para enfrentar cualquier desafío que viniera.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora