Después de los intensos eventos de las últimas semanas, Emma y Alexia decidieron tomarse unos días libres antes de la próxima carrera. Alexia sabía que no podría acompañar a Emma en la siguiente competencia, así que querían aprovechar al máximo el tiempo juntas. Era un tiempo necesario para desconectar, relajarse y disfrutar de su recién descubierta relación. Juntas, planificaron un viaje a la costa mediterránea, un lugar donde podrían disfrutar del sol, el mar y, sobre todo, de la compañía mutua.
Al llegar a su destino, un pequeño y pintoresco pueblo costero, ambas se sintieron inmediatamente cautivadas por la belleza del lugar. Las casas blancas con tejados rojos se alineaban a lo largo de las estrechas calles empedradas, y el sonido de las olas rompiendo en la orilla proporcionaba un telón de fondo perfecto para sus días de descanso.
—Este lugar es increíble, Ale. Justo lo que necesitábamos —dijo Emma, respirando profundamente el aire salado mientras caminaban hacia su villa.
—Sí, es perfecto. No puedo esperar a pasar estos días contigo, lejos de todo el estrés —respondió Alexia, tomando la mano de Emma y entrelazando sus dedos.
Los días transcurrieron en una mezcla perfecta de relajación y actividades románticas. Pasaban las mañanas paseando por la playa, cogidas de la mano, dejando que las olas acariciaran sus pies. El sol doraba sus pieles, y el sonido del mar proporcionaba una banda sonora idílica a sus conversaciones y risas.
Una mañana, mientras desayunaban en la terraza de su villa con vistas al mar, Emma se inclinó hacia Alexia y le dio un suave beso en los labios.
—Me encantas, Alexia —dijo Emma, mirándola con ternura.
—Y tu a mi, Emma. Estos días juntas han sido como un sueño hecho realidad —respondió Alexia, devolviéndole el beso con pasión.
Las noches eran un capítulo aparte. Después de largas cenas a la luz de las velas, se dirigían a su habitación, donde la pasión se desataba. Las luces tenues creaban un ambiente íntimo, y la música suave que sonaba de fondo añadía un toque de romanticismo. Emma y Alexia se entregaban la una a la otra, explorando sus cuerpos y profundizando su conexión emocional y física.
Una noche en particular, después de una cena especialmente romántica, Alexia tomó a Emma de la mano y la llevó a la cama. La besó lenta y profundamente, sus labios moviéndose con una mezcla de urgencia y amor.
—No tienes idea de lo que le agradezco a la vida porque tu aparecieras, Emma —susurró Alexia mientras sus manos recorrían suavemente el cuerpo de Emma.
—Y yo, desde que estamos juntas la verdad es que no me puedo imaginar un momento donde no estés ahí para mi acompañándome, Alexia —respondió Emma, su voz llena de emoción y deseo.
La pasión entre ellas era palpable, y esa noche se amaron con una intensidad que las dejó a ambas sin aliento. Cada caricia, cada beso, fortalecía el vínculo que compartían, haciendo que se sintieran más unidas que nunca.
Durante el día, exploraban los alrededores del pueblo. Visitaban mercados locales, probaban comidas exóticas y se dejaban llevar por la atmósfera relajada del lugar.
—Este lugar es mágico, Alexia. Me encanta cómo podemos simplemente ser nosotras mismas aquí, sin preocupaciones —dijo Emma mientras se tumbaba en la arena, mirando al cielo despejado.
—Sí, es como nuestro pequeño paraíso —respondió Alexia, sentándose a su lado y tomando su mano.
Pasaron horas nadando en el mar cristalino, riendo y jugando como dos adolescentes enamoradas. Emma, siempre la más aventurera, convenció a Alexia para que la acompañara en una sesión de snorkel, explorando juntos el colorido mundo submarino.
Una tarde, mientras disfrutaban de una copa de vino en la terraza, Alexia miró a Emma con seriedad.
—He estado pensando mucho sobre nuestro futuro, Emma. Quiero que sepas que estoy comprometida contigo, con nosotras. No importa qué desafíos enfrentemos, estoy dispuesta a luchar por nuestro amor —dijo, sus ojos reflejando su sinceridad.
Emma sonrió, sintiendo una calidez en su corazón.
—Y yo también, Alexia. Estoy lista para lo que venga, siempre que estemos juntas. Estos días aquí me han mostrado cuánto quiero estar contigo, en cada momento de nuestras vidas —respondió, acercándose para besarla.
En su última noche en el paraíso, decidieron hacer algo especial. Prepararon una cena con sus platos favoritos, adornando la mesa con velas y flores. La conversación fluía naturalmente, llenando el aire de risas y anécdotas.
—¿Recuerdas nuestra primera carrera juntas? —preguntó Emma, riendo al recordar.
—Sí, fue una locura. No podía creer lo nerviosa que estaba, pero también fue el comienzo de algo increíble —respondió Alexia, sonriendo.
Después de la cena, se dirigieron a la playa para una última caminata bajo las estrellas. El mar reflejaba la luz de la luna, creando un ambiente de ensueño.
—Voy a extrañar este lugar, pero sobre todo, estos momentos contigo —dijo Emma, mirando a Alexia.
—Lo sé, pero siempre podemos crear nuevos momentos. Este es solo el comienzo de muchas aventuras juntas —respondió Alexia, abrazándola.
Se detuvieron en un punto donde la vista era perfecta, con el mar extendiéndose hacia el horizonte. Emma tomó a Alexia en sus brazos y la besó, un beso lleno de promesas y amor.
— No puedo esperar para ver lo que el futuro nos depara —dijo Emma, susurrando contra sus labios.
— Juntas, podemos enfrentar cualquier cosa —respondió Alexia, devolviéndole el beso con igual pasión.
Bajo el cielo estrellado, se dieron cuenta de que, a pesar de los desafíos y las dificultades, lo más importante era el amor que compartían. Y con eso, sabían que podían enfrentar cualquier cosa, siempre y cuando estuvieran juntas.
Esa noche después de regresar de la playa, en la intimidad de su villa, Alexia y Emma se entregaban completamente la una a la otra. Los besos se volvían más profundos y los abrazos más intensos. Se acariciaban, explorando cada centímetro de sus cuerpos, mientras sus suspiros y gemidos llenaban el aire.
Después de hacer el amor, se quedaban abrazadas, compartiendo sus pensamientos más profundos y secretos. Cada momento juntos fortalecía su conexión y hacía crecer su amor.
—Eres increíble, Alexia. Me haces sentir cosas que nunca antes había sentido —dijo Emma una noche, mientras acariciaba el rostro de Alexia.
—Tú también eres increíble, Emma. Nunca había amado a alguien de esta manera —respondió Alexia, besándola suavemente.
Los días libres antes de la carrera habían sido un regalo, un tiempo para reconectarse y fortalecer su relación. Con el corazón lleno de amor y esperanza, Alexia y Emma estaban listas para enfrentar lo que el futuro les deparara, sabiendo que, pase lo que pase, siempre tendrían el uno al otro.
Durante esos días, Alexia y Emma no podían dejar de demostrarse su amor de manera constante. Cada momento juntos era una oportunidad para besarse y abrazarse.
ESTÁS LEYENDO
Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
FanfictionLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...