Era una tarde tranquila en Barcelona, una de esas donde el ritmo frenético de la ciudad se ralentizaba, permitiendo que la vida transcurriera con más calma. El sol descendía lentamente en el horizonte, bañando las calles con un resplandor dorado que teñía los edificios y los rostros de los transeúntes con una cálida luz que prometía una noche agradable. Emma y Alexia, quienes habían encontrado un raro respiro en sus apretadas agendas, decidieron aprovechar ese momento y desconectarse de la presión constante de las carreras y los partidos. Ambas eran figuras destacadas en sus respectivos campos: Emma como piloto de Fórmula 1 y Alexia como estrella del fútbol femenino. Pero en aquel instante, no eran más que dos amigas disfrutando de una tarde juntas.
Encontraron un pequeño restaurante con una terraza acogedora, alejado del bullicio de los turistas y lo suficientemente íntimo como para permitir una conversación sincera. El lugar tenía un encanto rústico, con mesas de madera, sillas de hierro forjado y macetas colgantes que añadían un toque de frescura al ambiente. El suave murmullo de las conversaciones y el aroma a pan recién horneado creaban un escenario perfecto para el tipo de charla que ambas necesitaban.
Se sentaron junto a una ventana, desde donde podían observar a la gente pasar y, al mismo tiempo, mantener su privacidad. Pidieron unos platos sencillos, más interesados en la compañía que en la comida. Alexia, siempre atenta a los pequeños detalles, notó que Emma estaba más callada de lo habitual, sus pensamientos parecían estar en otro lugar.
—Emma, ¿todo bien? —preguntó Alexia, rompiendo el silencio con una voz suave y preocupada—. Te noto un poco distraída hoy.
Emma, quien había estado contemplando la calle a través del vidrio, desvió la mirada hacia Alexia. Había muchas cosas que quería decir, pero hasta ahora no había encontrado el momento ni las palabras adecuadas. Alexia era su amiga, alguien en quien confiaba profundamente, y en ese instante sintió que finalmente podría abrirse.
—Alexia, hay algo que necesito contarte —dijo Emma, con un tono que mezclaba nerviosismo y alivio—. Es sobre mi pasado en las carreras… y también sobre Isabella y Luis.
Alexia se inclinó hacia adelante, su atención completamente centrada en Emma. Sabía que su amiga no solía hablar de su vida personal y menos de su pasado en la Fórmula 1, por lo que intuía que lo que Emma estaba a punto de compartir era importante.
—Cuéntame, Emma. Estoy aquí para lo que necesites —respondió Alexia, su voz llena de calidez y apoyo.
Emma respiró hondo, tomándose un momento para ordenar sus pensamientos. Sus recuerdos la llevaron de vuelta a un tiempo complicado, lleno de emociones encontradas y decisiones difíciles.
—Antes de unirme al equipo actual, trabajé con Luis, quien era el director de mi antiguo equipo —empezó Emma, su mirada se oscureció al recordar—. Desde el primer día, me di cuenta de que sus métodos eran... cuestionables. No le importaba ganar a cualquier costo. Sabotear a otros equipos, manipular resultados, e incluso jugar con la seguridad de sus propios pilotos era parte de su juego. Todo el ambiente era tóxico, y aunque al principio intenté ignorarlo, fue imposible hacerlo por mucho tiempo.
Alexia la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación. Conocía a Luis de nombre, sabía de su reputación en la Fórmula 1, pero escuchar de primera mano cómo operaba era impactante.
—Eso suena terrible, Emma. No puedo imaginar lo difícil que debe haber sido trabajar bajo esas condiciones —dijo Alexia, tratando de imaginarse el peso que Emma había llevado en su espalda.
Emma asintió, agradecida por la comprensión de Alexia. Era reconfortante saber que alguien la escuchaba y no la juzgaba.
—Lo peor de todo fue mi relación con Isabella —continuó Emma, su voz tembló ligeramente—. Al principio, Isabella y yo teníamos una conexión increíble, tanto dentro como fuera de la pista. Éramos más que compañeras, éramos novias. Pero la competitividad de Isabella no se quedó en el asfalto. Se convirtió en algo mucho más oscuro y dañino. Comenzó a ser controladora, manipuladora y su agresividad no se limitaba solo a las carreras. Si las cosas no iban como ella quería, se desquitaba conmigo.
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Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
FanfictionLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...