Capítulo 33: El Guiño

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El día de la gran carrera en Barcelona había llegado, y el circuito de Montmeló vibraba con la energía característica de un evento de esa magnitud. Fanáticos de todo el mundo llenaban las gradas, ondeando banderas, coreando nombres y animando a sus pilotos favoritos. Los motores rugían en los boxes, y el olor a gasolina y caucho quemado impregnaba el aire. Los periodistas, con sus cámaras y micrófonos, capturaban cada detalle mientras los equipos realizaban los últimos ajustes en los coches. La tensión y la adrenalina eran palpables. Era más que una simple carrera; era una batalla por la gloria.

Entre la multitud y la algarabía, Emma se abría paso con una determinación que solo los verdaderos competidores entienden. Cada paso que daba hacia su coche la llenaba de emoción, no solo por la carrera que estaba a punto de disputar, sino por la sorpresa que había planeado con tanto cuidado. Desde que Alexia había dado ese gesto público de apoyo hacia ella, Emma no había podido dejar de pensar en cómo devolverle el favor, en cómo mostrarle a Alexia lo mucho que significaba para ella ese apoyo incondicional.

La idea de un homenaje surgió en una conversación casual con Julián, su ingeniero de pista, y algunos miembros del equipo. Habían estado charlando sobre cómo unir sus dos mundos, el fútbol y la Fórmula 1, de una manera que trascendiera los límites de ambos deportes. Y entonces, la chispa de la creatividad se encendió en la mente de Emma. Cuanto más lo pensaba, más emocionada se sentía.

Esa mañana, Emma llegó al paddock más temprano de lo habitual. Su rutina, aunque meticulosa, fue distinta ese día. Bajo su mono de piloto, llevaba una camiseta especial: la del FC Barcelona con el número 11 y el nombre de Alexia Putellas, un símbolo de la conexión que había surgido entre ellas. Pero eso no era todo. Había hecho un cambio significativo en su casco, que ahora presentaba un diseño único que combinaba los colores azul y grana del Barça, adornado con el número de Alexia y otros símbolos futbolísticos que representaban la esencia de la jugadora.

Mientras Emma terminaba de alistarse, Alexia llegó al paddock acompañada por algunos de sus compañeros de equipo y miembros de la prensa deportiva. Desde el momento en que la vio, Emma supo que todo valía la pena. Con una sonrisa traviesa en el rostro, se acercó a Alexia, quien la recibió con curiosidad.

—Tengo una sorpresa para ti —dijo Emma, con un brillo juguetón en sus ojos.

Alexia levantó una ceja, divertida y sorprendida al mismo tiempo.

—¿Qué estás tramando ahora? —preguntó, cruzándose de brazos con una sonrisa.

Sin decir nada, Emma se quitó la parte superior de su mono de piloto, dejándolo caer hasta la cintura. Debajo, la camiseta del FC Barcelona con el número 11 y el nombre de Alexia brillaba bajo el sol de Barcelona. Alexia, atónita, tardó un par de segundos en reaccionar. Luego, una risa alegre brotó de sus labios mientras abrazaba a Emma con fuerza.

—¡No puedo creer que hayas hecho esto! —exclamó Alexia, sus ojos brillando con emoción—. ¡Te queda increíble!

Emma sonrió ampliamente, disfrutando de la reacción de su amiga.

—Y espera, hay más —dijo, señalando su casco con un gesto—. ¿Qué te parece?

Alexia tomó el casco con cuidado, inspeccionando cada detalle. Los colores azul y grana del Barça se entrelazaban con el diseño habitual del casco de Emma, y los detalles como el número 11 y pequeños iconos de fútbol lo hacían aún más especial. Alexia lo giró en sus manos, notando la dedicación y el pensamiento que Emma había puesto en él.

 Alexia lo giró en sus manos, notando la dedicación y el pensamiento que Emma había puesto en él

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Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora