Capítulo 35: Fiesta de Celebración

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La noche de la victoria en Barcelona era una noche para recordar. El equipo , junto con amigos y familiares, se encontraban en una exclusiva discoteca del centro de la ciudad donde aun celebraban el triunfo histórico de Emma. La atmósfera estaba llena de alegría, risas y una sensación de logro compartido.

El lugar estaba decorado con los colores del equipo y del club de fútbol, combinando elementos del automovilismo y el fútbol para resaltar la unión entre los dos mundos. Luces parpadeantes, música vibrante y una energía contagiosa llenaban el ambiente. Emma y Alexia se encontraban en el centro de atención, rodeadas de amigos y compañeros de equipo.

Emma, todavía en la cima del mundo tras su victoria, no podía dejar de sonreír. La adrenalina de la carrera aún corría por sus venas, mezclada con la euforia de la celebración. Alexia, a su lado, compartía la felicidad de su amiga, sintiéndose orgullosa de lo que Emma había logrado.

—¡Esto es increíble! —exclamó Emma, levantando su copa en un brindis—. ¡Por el equipo y por esta victoria histórica!

Todos alzaron sus copas y brindaron, mientras la música subía de volumen y las luces de la discoteca parpadeaban al ritmo de los latidos de la fiesta.

A medida que avanzaba la noche, la música y las risas se intensificaban. Emma y Alexia se movían de un grupo a otro, compartiendo momentos con todos los presentes. Había un sentimiento de camaradería y celebración genuina en el aire.

—¡Emma, eres una campeona! —gritó Julián, levantando una copa en su dirección—. ¡Nos has hecho sentir orgullosos!

Emma se rió y le dio un abrazo. La relación entre Emma y su equipo técnico era más que profesional; eran una familia que había superado innumerables desafíos juntos.

En un momento de la noche, Emma y Alexia se apartaron un poco de la multitud ruidosa, encontrando un rincón más tranquilo donde podían hablar. La música seguía sonando fuerte, pero en ese pequeño espacio, las dos amigas podían escucharse claramente.

—¡Mira quién tiene mi camiseta! —bromeó Alexia, señalando a Emma que llevaba puesta la camiseta del Barcelona con el número 11 de Alexia.

Emma se rió y se giró para mostrarle la parte trasera de la camiseta.

—Te queda bastante bien, debo admitir —continuó Alexia con una sonrisa traviesa.

Emma sonrió de vuelta, disfrutando del momento.

—Gracias, pero espera, hay más. —Emma se inclinó y recogió su casco de carreras, con el diseño con los colores del Barcelona y detalles característicos de Alexia, y entregandoselo a la futbolista en forma de regalo.

—¡No puede ser! ¿¡De verdad me lo regalaras!? —exclamó Alexia, impresionada por el detalle.

—Quería asegurarme de que supieras cuánto significas para mí y para el equipo. Además, quería sorprenderte —dijo Emma, sintiéndose un poco más seria.

Alexia sonrió con gratitud, pero pronto adoptó un tono más juguetón.

—Apuesto a que todas esas chicas que te coquetean en el paddock se estaban   celosas cuando te vieron con mi camiseta y mi casco —dijo Alexia, riendo.

Emma se rió también, sintiendo la ligereza del momento.

—Oh, definitivamente. Ya sabes cómo se ponen cuando llevo algo especial. Pero lo más divertido es ver sus caras cuando me preguntan sobre ti —respondió Emma, guiñando un ojo.

—Bueno, más vale que les digas que estoy fuera de su alcance —bromeó Alexia, dándole un ligero empujón a Emma.

La noche continuó y Emma, dejándose llevar por el ambiente festivo y la cantidad de alcohol consumido, se fue desinhibiendo más y más. La cercanía y la conexión emocional con Alexia se hicieron más evidentes a medida que las horas pasaban.

En un momento particularmente emotivo, Emma miró a Alexia con una intensidad que nunca antes había mostrado. Sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia adelante y la besó. El mundo pareció detenerse por un instante, mientras las dos amigas compartían ese beso inesperado.

Ni Emma ni Alexia se dieron cuenta de que alguien, desde la oscuridad de la discoteca, capturó el momento con una cámara. La foto, tomada sin que ellas lo notaran, congeló ese instante de intimidad en medio del bullicio de la fiesta.

Cuando la fiesta finalmente terminó, Emma y Alexia se despidieron de sus amigos y compañeros de equipo, sintiendo la carga del cansancio y el alcohol. Volvieron al hotel donde se hospedaban y, a pesar de la confusión y las emociones mezcladas, se desearon buenas noches antes de dirigirse a sus habitaciones.

La mañana siguiente llegó con una luz brillante que parecía exageradamente dura después de la noche de celebración. Emma se despertó con una ligera resaca, pero más que nada con recuerdos borrosos de la fiesta.

Emma se levantó, sintiendo la cabeza palpitar, y abrió la puerta para encontrar a Julián de pie, con una expresión seria.

—¿Julián? ¿Qué pasa? —preguntó Emma, aún desorientada.

—Tenemos que hablar, Emma. Es sobre lo que pasó anoche —dijo Julián, entrando en la habitación.

Emma frunció el ceño, tratando de recordar más detalles.

—¿Qué pasó? La noche fue una locura, pero no recuerdo nada fuera de lo normal... —dijo Emma, su voz llena de confusión.

Julián la miró con preocupación y luego sacó su teléfono, mostrándole la foto del beso entre ella y Alexia.

—Esto pasó, Emma. Alguien tomó una foto de ustedes dos besándose, me la paso uno de los chicos mecánicos—dijo Julián con suavidad.

Emma se quedó helada, mirando la imagen. Su mente corría, tratando de procesar lo que estaba viendo.

—No puede ser... —murmuró, llevándose una mano a la frente—. ¿Cómo pasó esto?

—Estabas bastante tomada y, bueno, las emociones estaban a flor de piel. Pero ahora esa foto puede llegar a manos equivocadas y necesitamos decidir cómo manejarlo antes de que se haga pública —explicó Julián.

Emma se dejó caer en una silla, sintiéndose abrumada.

—Esto es un desastre. No quiero que Alexia se vea arrastrada a esto por mi culpa —dijo Emma, con voz temblorosa.

Julián se arrodilló frente a ella, poniéndole una mano en el hombro.

—Emma, vamos a manejar esto. Hablaremos con Alexia y sus representantes. Lo importante ahora es mantener la calma y estar unidas en esto —dijo con firmeza.

Emma asintió, tratando de calmarse. Sabía que tenía razón. Necesitaban enfrentar esta situación juntas y con la cabeza fría, salió de su habitación y se dirigió a la de Alexia, llamando a la puerta con suavidad pero con urgencia. Alexia abrió la puerta, también luciendo un poco desaliñada por la noche anterior.

—Emma, ¿qué pasa? —preguntó, notando la expresión preocupada de su amiga.

—Tenemos que hablar. Algo ocurrió anoche... y alguien lo capturó en una foto —dijo Emma, mostrándole la imagen en su teléfono.

Alexia miró la foto, su expresión cambiando de sorpresa a comprensión.

—Emma, no recuerdo mucho de anoche, pero esto... —empezó Alexia, buscando las palabras adecuadas.

—Lo sé. Fue un momento de confusión y emociones intensas. Pero ahora, los medios van a tener un campo de juego con esto. Necesitamos decidir cómo manejarlo —respondió Emma, con seriedad

Ambas sabían que tenían que enfrentar las consecuencias de esa foto, tanto en sus vidas personales como en sus carreras profesionales. Decidieron mantener la calma y enfrentar la situación juntas, hablando con sus representantes y preparando una declaración conjunta para aclarar lo sucedido.

Mientras los medios especulaban y los rumores crecían, Emma y Alexia se apoyaron mutuamente, reforzando su amistad y demostrando que, independientemente de los desafíos y malentendidos, estaban dispuestas a enfrentar cualquier obstáculo juntas.

La carrera en Barcelona había sido un sueño cumplido, pero la verdadera prueba de su amistad y carácter estaba apenas comenzando. Con determinación y un sentido renovado de unidad, Emma y Alexia se prepararon para enfrentar lo que viniera, sabiendo que su vínculo era más fuerte que cualquier rumor o escándalo.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora