La atmósfera en el circuito de carreras estaba cargada de tensión y expectación. La brisa del viento arrastraba el rugido de los motores y el murmullo de la multitud ansiosa. Los aficionados llenaban las gradas con banderas y camisetas, coreando los nombres de sus pilotos favoritos. Sin embargo, para Emma, este día era más que una simple carrera; era una oportunidad crucial para demostrar su valía, una prueba de que podía superar los desafíos que había enfrentado en los últimos meses. Desde las primeras luces de la mañana, la sensación de incertidumbre y presión flotaba en el aire como una sombra pesada.
Emma estaba en su zona, completamente concentrada y lista para dar lo mejor de sí misma. La determinación brillaba en sus ojos, y su mente repasaba cada detalle de la estrategia que había trabajado incansablemente con su equipo. Habían afinado cada componente del coche, perfeccionado cada curva, y ajustado cada milímetro de los neumáticos para asegurarse de que nada quedara al azar. Pero lo que Emma no sabía era que, mientras ella se preparaba mentalmente para la carrera, una amenaza silenciosa se cernía sobre ella.
Olga, una rival conocida tanto por su destreza en la pista como por su capacidad para manipular y sabotear fuera de ella, había estado trabajando en las sombras. Su resentimiento hacia Emma y Alexia había crecido hasta convertirse en una obsesión peligrosa. Las victorias de Emma y la evidente conexión entre ella y Alexia la carcomían por dentro, alimentando una furia que no podía controlar. Olga había decidido que este sería el día en que Emma pagaría por todo lo que ella consideraba una afrenta personal.
En un rincón del pit lane, ocultándose bajo un casco y una chaqueta de un equipo rival, Olga se movía con la precisión y el sigilo de una experta. Nadie notó su presencia, camuflada entre el bullicio y la frenética actividad de los mecánicos y asistentes de los equipos. Con una herramienta en mano, se dirigió al coche de Emma, consciente de que solo tenía unos minutos para llevar a cabo su plan. Los motores rugían a su alrededor y el olor a gasolina y goma quemada llenaba el aire. Olga, con una habilidad siniestra, manipuló uno de los componentes cruciales del coche de Emma, asegurándose de que el daño fuera lo suficientemente sutil para no ser detectado de inmediato, pero devastador en plena carrera.
Los minutos pasaban y el inicio de la carrera se acercaba. Emma se subió a su coche, sintiendo la familiar adrenalina que corría por sus venas. Sus manos firmemente sobre el volante, miró brevemente hacia las gradas, donde una marea de fanáticos ondeaban banderas y carteles con su nombre. Alexia no estaba allí en persona, pero su presencia se sentía en cada mensaje de ánimo que le había enviado antes de la carrera, en cada palabra de apoyo que le había susurrado durante las largas noches de preparación. Emma sabía que, aunque físicamente ausente, Alexia estaba con ella, creyendo en su capacidad para superar cualquier obstáculo.
La señal de inicio resonó y, en un instante, los coches se lanzaron hacia adelante como balas. Emma arrancó con fuerza, tomando rápidamente la delantera. Cada curva, cada recta, era una demostración de su habilidad y determinación. Sentía el coche responder perfectamente bajo su control, y por un momento, todo lo demás desapareció. Solo estaban ella, la pista y la victoria que parecía cada vez más cercana.
Pero a medida que la carrera avanzaba, algo comenzó a ir mal. Emma notó una extraña vibración en el coche, un pequeño temblor que no encajaba con la máquina que conocía tan bien. Al principio lo atribuyó a la superficie irregular de la pista, pero la sensación no desapareció; al contrario, se intensificó. Su preocupación se volvió palpable cuando el coche comenzó a perder velocidad de manera inexplicable. Intentó ajustar su manejo, pero las lecturas en los monitores del equipo mostraban anomalías que no deberían estar allí.
—Siento algo raro en el coche, algo no está bien —dijo Emma a través de la radio, su voz teñida de preocupación.
—Mantén la calma, Emma. Estamos analizando los datos —respondió su ingeniero de pista, con el tono calmado pero alerta de quien sabe que algo anda mal.
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Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
FanfictionLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...