Capítulo 29: Precio del Éxito

303 15 0
                                    

Los motores rugían en el circuito de carreras mientras el equipo de Emma continuaba su racha de victorias. Cada carrera ganada reforzaba su posición en el campeonato, y la moral del equipo estaba en su punto más alto. Sin embargo, con el éxito venían desafíos inesperados y peligrosos, pues los equipos rivales no estaban dispuestos a verlos triunfar sin pelear.

Emma se encontraba en una zona de descanso, disfrutando de un raro momento de tranquilidad. El sol brillaba intensamente y el ambiente estaba cargado de energía y emoción. De repente, Alexia se acercó corriendo, su rostro reflejando preocupación.

-Emma, tenemos un problema -dijo, casi sin aliento.

Emma se puso de pie de inmediato, dejando de lado su bebida.

-¿Qué sucede, Alexia? -preguntó, con el corazón acelerado.

-Es el coche. Julián acaba de encontrar algo extraño en el motor -explicó Alexia, guiando a Emma hacia el garaje.

Al llegar, encontraron a Julián inclinado sobre el motor del coche de Emma, con el ceño fruncido en concentración. Había piezas desparramadas por el suelo, y su expresión era de pura frustración.

-¿Qué pasa, Julián? -preguntó Emma, acercándose a su ingeniero de confianza.

Julián levantó la vista, con una mezcla de preocupación y enfado en sus ojos.

-Alguien ha saboteado el coche. Encontré piezas que no deberían estar aquí, y otras que estaban mal colocadas a propósito. Si hubieras corrido con esto, podrías haber tenido un accidente grave -dijo, su voz llena de gravedad.

Emma sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La idea de que alguien hubiera intentado sabotear su coche era aterradora.

-¿Quién haría algo así? -preguntó, con incredulidad.

-No lo sé, pero no podemos ignorarlo -respondió Julián-. Tenemos que revisar todos los coches y asegurarnos de que no haya más sorpresas desagradables.

Mientras Julián y el equipo de mecánicos se ponían a trabajar revisando cada detalle, Emma y Alexia se apartaron para discutir la situación.

-Esto es muy serio, Emma. Si alguien está dispuesto a sabotearnos, significa que estamos haciendo algo bien, pero también que estamos en peligro -dijo Alexia, su rostro reflejando la preocupación que sentía.

-Lo sé, Alexia. Pero no podemos dejar que nos intimiden. Debemos ser más cuidadosos y estar más unidos que nunca -respondió Emma, con determinación.

Decidieron reforzar la seguridad en el garaje y ser más discretos con la información sobre sus estrategias y ajustes técnicos. Además, Emma y Alexia comenzaron a investigar discretamente quién podría estar detrás del sabotaje.

Los días siguientes fueron tensos. A pesar del constante temor a otro intento de sabotaje, el equipo se mantuvo firme. Cada carrera era un desafío, no solo por la competencia, sino también por la posibilidad de un nuevo ataque. Sin embargo, la racha de victorias continuó, demostrando la fortaleza y la habilidad del equipo.

Una tarde, mientras Emma y Alexia discutían tácticas en una sala de reuniones, Julián entró apresuradamente.

-Tenemos una pista -dijo, con los ojos brillando de emoción.

-¿Sobre el sabotaje? -preguntó Emma, levantándose de su asiento.

-Sí, uno de los mecánicos de un equipo rival fue visto rondando nuestro garaje la noche anterior a la carrera en la que encontramos las piezas alteradas. Tenemos imágenes de las cámaras de seguridad -explicó Julián, mostrándoles las imágenes en su tableta.

En las imágenes se veía claramente a un hombre con el uniforme del equipo rival merodeando cerca de los coches de Emma. Aunque las pruebas eran contundentes, sabían que confrontar al otro equipo sin pruebas irrefutables podría escalar la situación.

-Tenemos que manejarnos con cuidado -dijo Alexia-. No podemos permitir que esto se convierta en una guerra abierta.

Emma asintió, pensando en la mejor manera de proceder.

-Hablemos con la administración del circuito y presentemos las pruebas. Necesitamos que ellos intervengan y tomen medidas para garantizar nuestra seguridad -propuso Emma.

El equipo llevó las pruebas a la administración del circuito, que tomó el asunto con la seriedad que merecía. Se implementaron nuevas medidas de seguridad y se advirtió a todos los equipos sobre las consecuencias del sabotaje.

A pesar de estos esfuerzos, la tensión en el ambiente era palpable. Cada miembro del equipo de Emma estaba en alerta máxima, consciente de que cualquier error podría tener consecuencias desastrosas.

Finalmente, llegó el día de una de las carreras más importantes de la temporada. La presión era inmensa, pero Emma y su equipo estaban preparados. Mientras se alineaban en la parrilla de salida, Emma miró a su alrededor, viendo a sus compañeros listos y determinados. Sabía que, pase lo que pase, estaban juntos en esto.

La carrera comenzó y, desde el primer momento, fue una batalla feroz. Emma maniobraba su coche con maestría, adelantando a sus rivales y manteniendo la calma bajo una presión increíble. A mitad de la carrera, sin embargo, algo inusual sucedió. Un coche del equipo rival se acercó peligrosamente a Emma, obligándola a realizar maniobras defensivas para evitar una colisión.

-¡Emma, cuidado! -gritó Julián por el intercomunicador-. Están intentando sacarte de la pista.

Emma mantuvo la concentración, usando toda su habilidad para mantenerse en la carrera. Sabía que cualquier error podría costarle no solo la carrera, sino también su seguridad.

Las últimas vueltas fueron un torbellino de adrenalina y tensión. Emma sintió que cada fibra de su ser estaba enfocada en mantenerse en la pista y evitar los intentos de sabotaje del equipo rival. A medida que se acercaba a la línea de meta, supo que este era el momento decisivo.

Finalmente, cruzó la línea de meta. Aunque no sabía en qué posición había terminado, una ola de alivio y triunfo la invadió. Había superado otro obstáculo, demostrando que ni el sabotaje ni las tácticas sucias podían derribarla.

Al llegar al garaje, fue recibida por su equipo con abrazos y felicitaciones. Alexia fue la primera en abrazarla, con lágrimas de orgullo en los ojos.

-Lo hiciste, Emma. Lo hicimos -dijo, sonriendo a través de sus lágrimas.

-Sí, lo hicimos. Pero esto es solo el comienzo. Tenemos que seguir luchando y demostrando que nada ni nadie puede detenernos -respondió Emma, con una determinación renovada.

Mientras el equipo celebraba su victoria, Emma y Alexia sabían que aún quedaba mucho por hacer. Pero, juntas, estaban dispuestas a enfrentar cualquier desafío que se les presentara, con la certeza de que su amistad y su pasión las harían invencibles.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora