La sala de reuniones estaba llena de un silencio tenso luego de las palabras del jefe del equipo. Los miembros se sentaban alrededor de la larga mesa de madera, intentando procesar el resultado de la carrera. Las caras de todos reflejaban frustración, agotamiento y un aire de resignación. Emma, con el brazo golpeado y el rostro marcado por la fatiga, mantenía la cabeza en alto, pero sus ojos delataban la lucha interna que estaba librando. A su lado, Alexia se mantenía seria, escuchando atentamente las explicaciones post-carrera mientras mantenía una expresión impenetrable.
El jefe del equipo, un hombre de unos cincuenta años, con el rostro marcado por la experiencia y la preocupación, repasaba cada detalle del desempeño del equipo en la carrera. Sus palabras eran meticulosas, cargadas de decepción y de una urgencia que dejaba claro que el rendimiento del día no era aceptable. A medida que desglosaba los errores, el ambiente se volvía cada vez más denso. Alexia observaba cada rostro, evaluando la reacción de sus compañeros mientras tomaba nota mental de cada error mencionado.
La carrera había sido un desastre. Los pit stops habían sido lentos, las decisiones estratégicas erráticas y, lo más preocupante, la falta de coordinación entre el equipo era evidente. Emma, la piloto estrella, había luchado con todas sus fuerzas, pero su desempeño había sido afectado por su falta de confianza, algo que el jefe de equipo no dejó de mencionar. Cada palabra era una especie de recordatorio amargo de que estaban muy lejos de los estándares necesarios para competir a ese nivel.
Emma se sentía pequeña, como si cada palabra del jefe estuviera dirigida exclusivamente a ella. La presión que había sentido durante la carrera se duplicaba ahora en esta sala, bajo las miradas críticas de sus compañeros. Apretó los dientes, sintiendo que cada músculo de su cuerpo estaba a punto de colapsar bajo el peso de la decepción. Su brazo, aún adolorido por un impacto durante la carrera, palpitaba, recordándole la dureza de la competencia.
Cuando el jefe finalmente hizo una pausa y abrió el espacio para comentarios, Alexia, que hasta ese momento había permanecido en silencio, no pudo contener más la frustración que sentía. Su mirada se endureció, y su postura, siempre recta y orgullosa, se tensó aún más.
-Perdónenme si soy franca, pero hoy fue patético -dijo, su voz firme y directa resonando en la sala.
El silencio en la sala se volvió aún más espeso. Los miembros del equipo, que ya estaban incómodos, se removieron en sus asientos. Algunos evitaron su mirada, otros la enfrentaron con una mezcla de sorpresa y resentimiento. Emma, que hasta ese momento había estado intentando mantener la compostura, sintió cómo esas palabras la golpeaban de lleno, haciéndola sentir aún más vulnerable.
-Alexia, entiendo tu frustración, pero necesitamos ser constructivos en nuestra crítica -intervino el jefe de equipo, tratando de calmar la situación.
Sin embargo, Alexia no estaba dispuesta a moderar sus palabras. Había visto demasiados errores, demasiadas oportunidades perdidas y estaba convencida de que si no se enfrentaban a la cruda realidad, nunca avanzarían.
—Lo siento, pero no puedo seguir fingiendo que todo está bien. Lo que vi hoy en la pista fue un desastre. Emma luchó, sí, pero eso no es suficiente. No podemos ignorar los problemas subyacentes de este equipo —continuó Alexia, su voz subiendo de tono con cada palabra—. La falta de experiencia, la falta de coordinación, la falta de preparación. ¿Cómo esperamos competir a este nivel si no podemos siquiera mantenernos en la pista?
Cada palabra de Alexia era un golpe directo, no solo a Emma, sino a todos en la sala. Algunos intentaban justificar internamente los errores, mientras otros se hundían más en la culpa. Emma apretó los puños, sintiendo cómo la vergüenza y la ira se mezclaban dentro de ella. Sabía que Alexia tenía razón, pero eso no hacía que fuera más fácil de escucha
-¿De verdad creen que con esta actitud podemos llegar a alguna parte? ¿Qué clase de equipo es este? Vi más errores que aciertos. Los pit stops fueron lentos, la estrategia fue confusa, y Emma, aunque lo intentaste, tu falta de confianza fue evidente. Esto no es un hobby, es una competición de alto nivel y estamos muy lejos de estar preparados.
La crudeza de sus palabras se sintió como un puñal. Emma sintió su garganta cerrarse, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar. Las palabras de Alexia resonaban en su mente como un eco interminable. Era cierto que había tenido problemas con su confianza, que había cometido errores, pero escuchar a Alexia señalarlo de una manera tan despiadada la hacía sentir aún más insegura.
El jefe de equipo, tratando de mantener el control, intervino de nuevo, esta vez con un tono más firme.
-Alexia, comprendo tus preocupaciones, pero necesitamos encontrar soluciones, no solo señalar problemas -dijo el jefe de equipo, su tono de voz un poco más duro.
-Lo entiendo, pero ¿cómo podemos encontrar soluciones si ni siquiera estamos dispuestos a reconocer la magnitud del problema? -respondió Alexia, su frustración palpable en cada palabra-. Cada uno de nosotros tiene que dar un paso adelante, ser autocrítico y mejorar. No podemos permitirnos esta mediocridad. Y si alguien aquí no está dispuesto a comprometerse al cien por ciento, tal vez sea mejor que se vaya.
Las palabras finales de Alexia cayeron como una bomba en la sala. El silencio que siguió fue tan profundo que se podía escuchar el zumbido lejano de la maquinaria en el taller. Nadie se atrevía a moverse o a hablar. Todos sabían que había verdad en lo que Alexia decía, pero admitirlo era difícil, especialmente después de una jornada tan agotadora y desmoralizante.
-Creo que necesitamos tomarnos un tiempo para reflexionar sobre esto -dijo el jefe de equipo, rompiendo el silencio-. Tenemos mucho trabajo por delante, pero si estamos dispuestos a comprometernos, podemos superar estos desafíos juntos.
Con esas palabras, la reunión llegó a su fin, dejando una sensación de incomodidad y tensión en el aire. Los miembros del equipo comenzaron a dispersarse lentamente, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Alexia se quedó en la sala, mirando fijamente la mesa, su mente un torbellino de emociones. Sabía que sus palabras habían sido duras, pero estaba convencida de que eran necesarias. Si el equipo quería tener alguna oportunidad de éxito, necesitaban enfrentar la cruda realidad de su situación, sin edulcorantes ni excusas.
Emma se acercó a Alexia, queriendo agradecerle por su franqueza, aunque hubiera sido dolorosa. Pero antes de que pudiera articular una palabra, Alexia continuó, sin quitarle la vista de encima, su tono ahora cargado de un desprecio apenas disimulado.
-Emma, necesito que entiendas algo. No estoy aquí para ser tu amiga o para consolarte. Estoy aquí porque creo en la excelencia y no voy a aceptar nada menos. Si no puedes manejar la presión, tal vez este no sea tu lugar —dijo Alexia, su mirada perforante, dejando claro que no había espacio para la mediocridad
Emma se quedó helada, sin saber qué decir. Las palabras de Alexia eran duras, y aunque intentaba no tomarlas personalmente, le resultaba imposible. Sentía que cada comentario era un golpe a su ya frágil confianza.
Mientras salía de la sala, Alexia se prometió a sí misma que haría todo lo posible para ayudar al equipo a superar estos desafíos. Pero también sabía que el camino por delante sería difícil, y que no todos estarían dispuestos a aceptar la verdad. Sin embargo, estaba decidida a luchar por el futuro del equipo, incluso si eso significaba enfrentarse a la adversidad y a las críticas.
Para Alexia, la verdad era clara: el equipo necesitaba un cambio radical. Y si eso significaba ser impopular y severa, estaba dispuesta a asumir ese rol. Porque en su visión del éxito, no había lugar para la mediocridad, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que todos comprendieran eso.
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Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
FanficLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...