Capítulo 61: Una Carrera por la Seguridad

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El circuito estaba vibrante con la expectación y la tensión típica de un Gran Premio. Emma se preparaba mental y físicamente, consciente de que ese día debía dar lo mejor de sí misma. El ruido de los motores, el bullicio de los fanáticos y la atmósfera cargada de adrenalina eran su combustible. A pesar de la rutina familiar, algo en el ambiente se sentía diferente. No era solo el peso de la competencia; era una sensación incómoda, una sombra que la seguía y que Emma no lograba identificar del todo.

Los ingenieros y mecánicos trabajaban sin descanso, afinando los detalles del monoplaza. Emma, enfundada en su traje de carreras, repasaba la estrategia con su jefe de equipo, evaluando las condiciones de la pista y las oportunidades para adelantar a sus rivales. Todo parecía estar bajo control, pero en el fondo de su mente, una inquietud persistía. Emma era una piloto experimentada, acostumbrada a los desafíos y las adversidades del deporte, pero había algo distinto en esta ocasión. Sin saberlo, estaba siendo observada por alguien que no tenía la más mínima intención de dejarla ganar ese día.

A lo lejos, Olga seguía cada uno de los movimientos de Emma, oculta entre la multitud y disfrutando de la adrenalina que le proporcionaba su plan. Olga no solo quería que Emma fallara; quería que cayera de la manera más devastadora posible, no solo para demostrar su poder, sino para enviar un mensaje claro a Alexia, la mujer que había capturado el corazón de la piloto y que representaba todo lo que ella no podía controlar.

Olga había pasado semanas tramando su plan. No le importaba cuánto costara o cuántas reglas tuviera que romper. Con contactos en los rincones más oscuros del paddock, había conseguido sobornar a un miembro del equipo rival, alguien que conocía los puntos débiles del coche de Emma. La trampa estaba lista; una ligera modificación en los frenos que no se detectaría hasta que fuera demasiado tarde.

Durante la sesión de clasificación, Emma voló por la pista. Cada curva, cada frenada era ejecutada con la precisión de una bailarina en el escenario. Consiguió un tiempo impresionante, asegurándose una posición en la primera fila para la carrera del día siguiente. Sin embargo, a medida que se bajaba del coche y caminaba hacia el garaje, un incómodo presentimiento le recorrió la espalda. Algo no estaba bien, pero no había tiempo para darle muchas vueltas. Todo el equipo estaba emocionado, celebrando el resultado, y Emma decidió apartar sus dudas para enfocarse en la carrera.

Mientras tanto, Olga, escondida en su posición estratégica, observaba cómo los mecánicos trabajaban en los últimos ajustes. Todo se estaba alineando a la perfección. Su cómplice ya había hecho el trabajo sucio; los frenos de Emma estaban alterados. Ahora, solo era cuestión de tiempo antes de que el caos estallara en la pista.

El día de la carrera amaneció con un cielo despejado y una brisa ligera que corría sobre el circuito. Las gradas estaban llenas de fanáticos ansiosos, ondeando banderas y coreando los nombres de sus pilotos favoritos. Emma se subió a su monoplaza, con el casco firmemente colocado y la mirada fija en la pista frente a ella. A su lado, el ingeniero de pista le dio una última charla motivacional, recordándole las estrategias de adelantamiento y las zonas de DRS.

La señal de inicio se dio y los motores rugieron con una fuerza ensordecedora. Emma tuvo una salida perfecta, manteniéndose firme en la segunda posición y presionando al líder de la carrera. Las primeras vueltas fueron un despliegue de habilidad y destreza, con Emma controlando cada movimiento y manteniendo una distancia segura con los otros coches. Sin embargo, a medida que la carrera avanzaba, el comportamiento del coche empezó a ser extraño.

Los frenos no respondían como deberían. Emma sentía que cada vez que se acercaba a una curva, debía aplicar más presión de la normal para reducir la velocidad. Al principio, lo atribuyó a la intensidad de la competencia y al desgaste de los componentes, pero la situación empeoraba con cada vuelta. Su ingeniero de pista también notó las anomalías en los datos y le advirtió que extremara las precauciones.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora