El sol se filtraba suavemente por las ventanas, bañando la casa de Emma y Alexia con una luz dorada. Mientras Emma preparaba el desayuno, Alexia hojeaba sus redes sociales en la mesa de la cocina. Era una mañana tranquila, pero ambas sabían que el día sería especial. Habían decidido adoptar un perro, un nuevo miembro para su pequeña familia.
La idea de adoptar un perro había surgido después de varias conversaciones sobre cómo querían expandir su hogar. Ambas amaban los animales y sentían que un perro sería la adición perfecta.
—¿Estás nerviosa? —preguntó Emma, sirviendo el café.
—Un poco, pero en el buen sentido —respondió Alexia, sonriendo—. Creo que será una gran aventura para nosotras.
Terminaron el desayuno y se prepararon para ir al refugio de animales. Alexia tomó las llaves del coche y ambas salieron de casa, emocionadas por lo que les esperaba.
El refugio de animales estaba a unos 30 minutos en coche. Al llegar, fueron recibidas por una voluntaria, quien las guió por las instalaciones.
—Tenemos varios perros que están buscando un hogar amoroso —dijo mientras caminaban—. Pueden conocerlos y ver con cuál sienten una conexión especial.
Alexia y Emma recorrieron el refugio, saludando a los perros y escuchando sus historias. Había perros de todas las edades, tamaños y personalidades, pero uno en particular captó su atención.
Max era un mestizo de tamaño mediano, con un pelaje marrón y ojos grandes y expresivos. Se encontraba en su jaula, moviendo la cola con entusiasmo cuando vio a Alexia y Emma acercarse.
—Él es Max —dijo la voluntaria —. Es muy cariñoso y tiene mucha energía. Creo que encajaría bien en un hogar activo como el suyo.
Emma se agachó para acariciar a Max a través de los barrotes de la jaula. El perro lamió su mano y ella sintió una conexión instantánea.
—Hola, Max —dijo suavemente—. ¿Quieres venir a casa con nosotras?
Max respondió con un ladrido feliz, moviendo la cola con más fuerza.
—Creo que él es el indicado —dijo Alexia, sonriendo—. ¿Qué piensas, Emma?
—Estoy de acuerdo. Max es perfecto para nosotras —respondió Emma.
El proceso de adopción fue sencillo. La voluntaria les explicó todos los detalles sobre el cuidado de Max, su historial médico y les entregó un paquete de inicio con su comida y juguetes favoritos.
—Estoy segura de que Max será muy feliz con ustedes —dijo mientras les entregaba los papeles de adopción—. Gracias por darle una segunda oportunidad.
Con Max oficialmente parte de su familia, Alexia y Emma lo llevaron a casa. Max estaba emocionado, mirando por la ventana del coche y moviendo la cola sin parar.
Al llegar a casa, Max exploró cada rincón, oliendo todos los muebles y juguetes nuevos. Emma había preparado una cama cómoda para él en la sala de estar, cerca del sofá.
—Bienvenido a tu nuevo hogar, Max —dijo Emma, arrodillándose para abrazarlo.
Alexia trajo un cuenco con agua y uno con comida, colocándolos en la cocina.
—Espero que te guste tu nuevo hogar tanto como a nosotras nos gustas tú —dijo Alexia, acariciando su cabeza.
Los primeros días con Max fueron llenos de momentos tiernos y de adaptación. Max se integró rápidamente en la rutina de la casa. Emma y Alexia lo sacaban a pasear juntas por el parque, disfrutando de la compañía del otro y de su nuevo miembro de la familia.
—Es increíble cuánto amor puede traer un perro a nuestras vidas —dijo Alexia una tarde mientras paseaban—. Max ya se siente como parte de la familia.
Max también comenzó a mostrar su personalidad juguetona. Le encantaba jugar a la pelota en el jardín y perseguir mariposas. Cada noche, se acurrucaba en su cama, a menudo acercándose al sofá donde Emma y Alexia veían una película o simplemente charlaban.
Una tarde, mientras Emma trabajaba en el jardín, Max se acercó con una pelota en la boca, mirándola con sus ojos grandes y llenos de expectación.
—¿Quieres jugar, Max? —preguntó Emma, tomando la pelota.
Max ladró felizmente y corrió detrás de la pelota cuando Emma la lanzó. Jugaron juntos durante un buen rato, disfrutando del sol y del aire fresco.
—Es tan bueno tenerlo aquí —pensó Emma mientras acariciaba a Max—. Ha traído tanta alegría a nuestras vidas.
Alexia también compartía momentos especiales con Max. Le enseñó algunos trucos y se divertían juntos en el parque. Una tarde, mientras entrenaba, Max se sentó pacientemente a su lado, observándola con atención.
—Eres un buen chico, Max —dijo Alexia, dándole una golosina—. Gracias por estar aquí conmigo.
La primera noche en familia fue especial. Alexia y Emma prepararon una cena deliciosa y, después de comer, se sentaron en el sofá con Max a sus pies. Hablaron sobre sus planes futuros y cómo Max se había adaptado tan bien a su hogar.
—Estoy tan feliz de tenerlo aquí —dijo Emma, mirando a Max—. Siento que nuestra familia está completa.
—Sí, es como si siempre hubiera sido parte de nuestras vidas —respondió Alexia.
Max, aparentemente entendiendo la importancia del momento, se subió al sofá y se acurrucó entre ellas, haciendo que ambas rieran.
—Bienvenido a la familia, Max —dijeron al unísono, acariciando su pelaje suave.
Con el tiempo, Max se convirtió en una parte integral de la vida de Alexia y Emma. Desarrollaron una rutina que incluía paseos matutinos, juegos en el jardín y noches tranquilas en el sofá.
Emma se encargaba de alimentarlo y asegurarse de que tuviera todo lo que necesitaba, mientras Alexia se encargaba de sus entrenamientos y de mantenerlo activo.
—Es como tener un nuevo compañero de equipo —dijo Alexia un día mientras corrían juntos—. Me mantiene en forma y me hace sonreír todos los días.
Max también se convirtió en un punto de conexión para Alexia y Emma. Disfrutaban de largas caminatas los fines de semana, explorando nuevos parques y senderos, siempre con Max a su lado.
Con el paso del tiempo, Alexia y Emma reflexionaron sobre cuánto había cambiado su vida desde que adoptaron a Max.
—Nos ha enseñado mucho sobre el amor y la paciencia —dijo Emma una noche mientras acariciaba a Max—. Ha traído tanta alegría a nuestras vidas.
—Y nos ha hecho más fuertes como pareja —añadió Alexia—. Cuidar de Max nos ha unido aún más.
Max, sintiendo el amor y la gratitud de sus dueñas, se acurrucó más cerca de ellas, sabiendo que había encontrado su hogar para siempre.
El futuro de Alexia, Emma y Max estaba lleno de promesas y amor. Sabían que enfrentarían desafíos, pero también sabían que, con Max a su lado, cada día sería un poco más brillante.
Max había traído una nueva dimensión a su relación, fortaleciendo su vínculo y recordándoles la importancia del amor incondicional.
—Siempre estaremos aquí para ti, Max —dijo Emma, abrazándolo—. Eres una parte importante de nuestra familia.
—Y siempre te amaremos —añadió Alexia, besando su cabeza.
Mientras se preparaban para dormir esa noche, con Max acurrucado a los pies de la cama, Emma y Alexia sabían que habían tomado la mejor decisión al adoptarlo. Su familia estaba completa, y el amor que compartían era más fuerte que nunca.
Con el corazón lleno de gratitud y amor, se durmieron sabiendo que, juntos, enfrentarían cualquier cosa que la vida les presentara. Max, el nuevo integrante de la familia, había traído una luz especial a sus vidas, y por eso, siempre estarían agradecidas.
ESTÁS LEYENDO
Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
FanfictionLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...