Capítulo 81: Pasión en el Hotel

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Después de la emotiva victoria y la conmovedora celebración en el estadio, Alexia y Emma se dirigieron al hotel. El viaje fue un momento de calma después de la euforia del partido.

—No puedo creer que ganamos —dijo Alexia, aún emocionada.

—Fue increíble verte en el campo, Alexia. Estoy tan orgullosa de ti —respondió Emma, apretando la mano de Alexia.

Cuando llegaron al hotel, el lobby estaba lleno de jugadores y familiares, todos preparándose para la gran fiesta de celebración. Pero Emma tenía otros planes antes de unirse a la multitud.

Al llegar a su habitación, Emma cerró la puerta con una sonrisa traviesa.

—¿Qué estás tramando? —preguntó Alexia, levantando una ceja.

—Hay algo que he querido hacer desde que termino el partido pero debía mantenerme serena y con calma. Y la verdad ya no puedo esperar más —respondió Emma, acercándose lentamente.

Antes de que Alexia pudiera decir algo más, Emma la tomó en sus brazos y la besó profundamente. La pasión que habían contenido durante el partido se desató de golpe, llenando la habitación con una intensidad palpable.

Emma la llevó suavemente hacia la cama, sus besos cada vez más urgentes. Alexia se rindió completamente, dejándose llevar por el momento. La química entre ellas era innegable, y la conexión emocional hacía que cada toque fuera aún más significativo.

—Te amo, Alexia. Necesito demostrarte cuánto —susurró Emma al oído de Alexia, mientras sus manos exploraban cada centímetro de su piel.

—Yo también te amo, Emma. Hazme tuya —respondió Alexia, con la voz entrecortada por el deseo.

Emma empezó a quitar la camiseta de Alexia con una mezcla de urgencia y ternura. Sus manos se deslizaron por la piel desnuda de Alexia, enviando escalofríos de placer por todo su cuerpo. Alexia respondió con igual intensidad, acariciando a Emma y sintiendo cada centímetro de su cuerpo.

Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una pasión más ardiente. Emma besó el cuello de Alexia, dejando pequeñas marcas de su amor, mientras sus manos bajaban por su espalda, desabrochando su sujetador y dejándolo caer al suelo.

Alexia jadeó al sentir los labios de Emma en sus pechos, mientras sus manos se aferraban a las sábanas. Emma continuó su camino, besando y acariciando cada parte del cuerpo de Alexia, llevándola al borde del éxtasis.

La habitación se llenó de susurros y gemidos, un lenguaje íntimo solo entre ellas. La pasión fue creciendo, envolviéndolas en un torbellino de emociones y sensaciones. La conexión que compartían era más profunda que nunca, cada momento una reafirmación de su amor y compromiso mutuo.

Cuando finalmente alcanzaron el clímax, se quedaron en silencio, exhaustas pero felices, abrazadas y disfrutando del calor y la cercanía del otro.

—Eso fue... increíble —dijo Alexia, con una sonrisa de satisfacción.

—No puedo creer cuánto te extrañé. Verte en el campo y no poder tocarte fue una tortura —respondió Emma, besando suavemente el cuello de Alexia.

Se quedaron así un rato, acurrucadas y disfrutando de la tranquilidad después de la tormenta de emociones. Sabían que pronto tendrían que unirse a la fiesta de celebración, pero querían saborear este momento solo para ellas.

Finalmente, decidieron levantarse y prepararse para la fiesta. Emma se puso un conjunto más casual, compuesto por unos jeans ajustados y una camiseta blanca que resaltaba su figura, mientras que Alexia optó por algo similar, con unos pantalones negros y una blusa ligera. Ambas se miraron en el espejo, sonriendo al ver lo bien que se veían juntas.

—Estás preciosa, Alexia —dijo Emma, ajustando el cabello de Alexia.

—Y tú estás deslumbrante, mi amor —respondió Alexia, besando suavemente los labios de Emma.

Con una última mirada de complicidad, salieron de la habitación y se dirigieron hacia el salón de fiestas.

El salón estaba decorado festivamente, con luces y banderas de España por todas partes. Los jugadores y sus familias estaban allí, celebrando la histórica victoria. La música y las risas llenaban el aire, creando un ambiente de pura alegría.

Alexia y Emma fueron recibidas con vítores y aplausos. Los compañeros de equipo de Alexia las rodearon, felicitándolas y compartiendo anécdotas del partido.

—¡Alexia! ¡Emma! ¡Qué alegría verlas aquí! —dijo una de las compañeras de equipo de Alexia, dándoles un fuerte abrazo.

—Estamos tan orgullosos de ti, Alexia. Fue un partido increíble —dijo otra jugadora, levantando una copa en señal de brindis.

Emma y Alexia disfrutaron de la fiesta, bailando y riendo junto a sus amigos y familiares. Cada vez que sus miradas se encontraban, una chispa de amor y complicidad brillaba entre ellas. La conexión que compartían era más fuerte que nunca, reforzada por los desafíos que habían superado juntos.

En un momento de la fiesta, algunas de las compañeras de equipo de Alexia notaron las marcas en su cuello, dejadas por los besos apasionados de Emma.

—Vaya, Alexia, parece que alguien se divirtió antes de venir aquí —dijo una de las jugadoras, riendo y señalando las marcas.

—Sí, esas marcas son inconfundibles. Emma, eres una chica traviesa —agregó otra, guiñando un ojo a Emma.

Alexia se sonrojó ligeramente, pero no pudo evitar reírse junto con sus compañeras.

—Bueno, ¿qué puedo decir? Emma sabe cómo hacerme feliz —respondió Alexia, lanzándole una mirada amorosa a Emma.

Emma se rió también, abrazando a Alexia y besándola suavemente en los labios.

—¿Y quién podría resistirse a esta preciosa? —dijo Emma, haciendo que todos rieran aún más.

Mientras la fiesta continuaba, Emma y Alexia encontraron un momento para estar a solas. Se sentaron en un rincón tranquilo del salón, tomándose de las manos y mirándose a los ojos.

—No puedo creer todo lo que hemos pasado para llegar aquí —dijo Emma, con una sonrisa melancólica.

—Hemos superado tantos desafíos, pero siempre hemos estado juntas. Y eso es lo que importa —respondió Alexia, acariciando suavemente la mano de Emma.

—Prometo que siempre estaré a tu lado, Alexia. En las victorias y en las derrotas, en los buenos y malos momentos. Te amo con todo mi corazón —dijo Emma, con la voz llena de emoción.

—Y yo prometo lo mismo, Emma. Eres mi roca, mi amor, mi todo. Juntas, podemos enfrentar cualquier cosa —respondió Alexia, inclinándose para besar a Emma.

El beso fue suave y lleno de amor, una reafirmación de su compromiso mutuo. Sabían que la vida les presentaría más desafíos, pero estaban seguros de que juntos, podrían superarlos todos.

La noche continuó con más bailes, risas y momentos de pura felicidad. Alexia y Emma se movieron entre la multitud, compartiendo su alegría y amor con todos los presentes. La victoria en el campo de juego era solo una parte de su historia; la verdadera victoria estaba en su relación, en el amor y el apoyo que se brindaban mutuamente.

Finalmente, cuando la fiesta comenzó a disminuir, Emma y Alexia decidieron regresar a su habitación. Caminando de la mano, se sentían más unidas que nunca, sabiendo que el futuro les deparaba grandes cosas.

—Vamos a nuestra habitación, mi amor. Es hora de descansar —dijo Emma, con una sonrisa cansada pero feliz.

—Sí, vamos a nuestra habitación. Tenemos un largo camino por delante, pero lo recorreremos juntas —respondió Alexia, apretando suavemente la mano de Emma.

Al llegar a su habitación, se abrazaron una vez más, sabiendo que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas. Con la medalla de Alexia como símbolo de su triunfo y el amor de Emma como su fuerza motriz, estaban listas para enfrentar cualquier cosa que el futuro les deparara.

La historia de Alexia y Emma era una de amor, perseverancia y apoyo incondicional. Cada desafío que superaban juntos los hacía más fuertes y más unidos. Y mientras se preparaban para enfrentar el futuro, sabían que su amor los guiaría, hoy y siempre.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora