La fachada de la relación falsa que Emma y Alexia habían construido comenzó a mostrar sus grietas. La constante actuación frente a los medios, combinada con los problemas en sus respectivas carreras, estaba pasando factura. El estrés y la ansiedad se acumulaban, y las tensiones eran palpables, tanto en público como en privado.
Durante una cena de gala organizada por el patrocinador principal de Emma, la presión de mantener la imagen de una pareja feliz y enamorada se hizo evidente. Emma y Alexia estaban sentadas en una mesa rodeada de ejecutivos y periodistas. Las sonrisas falsas y los gestos afectuosos se convirtieron en una rutina extenuante.
—Emma, cuéntanos más sobre cómo ha influido Alexia en tu rendimiento en la pista —preguntó un periodista, con un tono inquisitivo.
Emma forzó una sonrisa, sintiendo el peso de las miradas sobre ella.
—Alexia ha sido una fuente increíble de apoyo. Su pasión y determinación me inspiran a dar lo mejor de mí cada día —respondió, con un tono ensayado.
Alexia, sentada a su lado, asintió y tomó la mano de Emma, apretándola ligeramente. Sin embargo, Emma sentía que la presión se volvía insoportable. Las expectativas, las actuaciones y las mentiras constantes estaban comenzando a afectarla profundamente.
La tensión alcanzó su punto máximo durante el evento. Mientras los invitados se mezclaban y charlaban, Emma y Alexia se alejaron un poco para tomar aire. Sin embargo, la conversación pronto se tornó amarga.
—No puedo seguir con esto, Alexia. Fingir todo el tiempo es agotador —dijo Emma, con frustración evidente en su voz.
Alexia miró a su alrededor, nerviosa de que alguien pudiera escuchar.
—Emma, por favor, baja la voz. No podemos dejar que nadie sospeche —respondió, tratando de calmarla.
—¡Estoy harta de vivir una mentira! —exclamó Emma, sin poder contenerse.
Las miradas de algunos invitados cercanos se volvieron hacia ellas, y Alexia sintió el pánico crecer.
—Emma, cálmate. Lo haremos, pero no aquí, no ahora —dijo, intentando mantener la compostura.
De regreso en su apartamento compartido, la tensión se desbordó. Apenas cerraron la puerta, la discusión estalló.
—¡Esto es insostenible, Alexia! No puedo seguir pretendiendo todo el tiempo. Estoy perdiendo el control de mi vida —dijo Emma, con lágrimas de frustración en los ojos.
Alexia se dejó caer en el sofá, sintiendo el mismo agotamiento.
—¿Crees que para mí es fácil? También estoy perdiendo el ritmo en el fútbol. Me dejaron en el banco por una chica más joven. Todo esto es un desastre —respondió, con la voz temblorosa.
—¿Entonces por qué seguimos con esto? ¿Por qué no simplemente decimos la verdad? —preguntó Emma, desesperada.
Alexia miró a Emma, sintiendo el peso de la responsabilidad.
—Porque Javier cree que es lo mejor para nuestras carreras. Y si nos descubren, perderemos todo —respondió, con un tono de resignación.
Una noche, después de otro evento agotador, Emma y Alexia se sentaron en la cocina, tomando un té en silencio. La tensión era palpable, y las palabras no dichas flotaban en el aire.
—No puedo seguir así, Alexia. Esto está afectando todo en mi vida —dijo Emma, rompiendo el silencio.
Alexia asintió, sintiendo la misma desesperación.
—Lo sé. Pero no podemos simplemente rendirnos. Necesitamos encontrar una manera de hacer que esto funcione, al menos hasta que las cosas se calmen —respondió, tratando de encontrar una solución.
Emma miró a Alexia, viendo el cansancio en sus ojos.
—No quiero que esto destruya nuestra amistad. No quiero perderte —dijo, con sinceridad.
Alexia sintió un nudo en la garganta, conmovida por las palabras de Emma.
—Yo tampoco. Pero necesitamos apoyarnos mutuamente. Prometo que encontraremos una salida —dijo, tomando la mano de Emma.
A pesar de la conversación, la presión no disminuyó. Cada evento, cada entrevista y cada aparición pública se sentían como una prueba de resistencia. La necesidad de actuar y fingir afectaba su rendimiento en la pista y en el campo.
En una carrera crucial, Emma cometió un error que le costó posiciones importantes. Al terminar la carrera, se dirigió a su garaje, sintiéndose derrotada. Alexia estaba allí, esperándola.
—Lo siento, Alexia. Fallé otra vez —dijo, con lágrimas en los ojos.
Alexia la abrazó, sintiendo su propio dolor reflejado en Emma.
—No te preocupes. Estamos juntas en esto. Lo superaremos —respondió, tratando de consolarla.
La necesidad de mostrar más afecto en público también se volvió más exigente. Javier insistía en que compartieran más momentos románticos frente a las cámaras. Besos, abrazos y caricias se convirtieron en parte de su rutina diaria.
Una tarde, mientras paseaban por un parque, Javier les indicó que se besaran para una sesión de fotos improvisada. Emma y Alexia se miraron, sabiendo que no tenían opción.
—¿Lista? —preguntó Alexia, con una sonrisa forzada.
Emma asintió, tratando de mantener la calma.
—Vamos a hacerlo —respondió, y se inclinaron para un beso bajo la atenta mirada de las cámaras.
La tensión llegó a un punto crítico una noche en su apartamento. Después de un largo día de eventos y actuaciones, la frustración de Emma se desbordó.
—¡No puedo más, Alexia! Esto está destruyendo todo lo que amo. Mi carrera, nuestra amistad, todo —exclamó, con la voz quebrada.
Alexia sintió su propio dolor resonar con las palabras de Emma.
—Lo sé, Emma. Yo también estoy al límite. Pero no podemos rendirnos ahora. Estamos tan cerca de superar esto —respondió, tratando de mantener la esperanza.
Emma se dejó caer en el sofá, sintiendo una mezcla de agotamiento y desesperación.
—No sé si puedo seguir fingiendo. No sé si puedo seguir soportando esta mentira —dijo, con lágrimas en los ojos.
Alexia se acercó y la abrazó, sintiendo el peso de la situación.
—Vamos a encontrar una manera de salir de esto, Emma. Lo prometo. Pero necesitamos ser fuertes y mantenernos unidas —dijo, con determinación.
El peso de la mentira y la presión constante estaban destruyendo la vida de Emma y Alexia. Las discusiones y tensiones se volvieron una parte cotidiana de su relación, afectando no solo su rendimiento en sus carreras sino también su bienestar emocional. A pesar de todo, seguían buscando una manera de mantener la fachada, sabiendo que la verdad podría destruir todo lo que habían construido. Ahora, más que nunca, necesitaban apoyarse mutuamente y encontrar una salida antes de que la situación se volviera insostenible.
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Pistas Cruzadas - Alexia Putellas
Fiksi PenggemarLa apasionante vida de Emma, una piloto de Fórmula 1, y Alexia, una estrella del fútbol, se entrelaza en una historia de amor, desafíos y triunfos. Desde las pistas de carreras en Barcelona hasta los estadios de fútbol más prestigiosos del mundo, am...