Capítulo 51: Sacrificio por Amor

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Los días pasaron lentamente después de su viaje a la cabaña, y la tensión entre Alexia y Emma crecía con cada momento compartido. Emma sentía que el tiempo se le escapaba, y con cada minuto que pasaba, la idea de perder a Alexia se volvía más insoportable. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse ocupada, los pensamientos sobre el futuro incierto se colaban en su mente en los momentos menos esperados, como un reloj de arena cuyo último grano de arena estaba a punto de caer.

Una noche, después de una jornada agotadora en la pista, Emma se encontró incapaz de dormir. Los motores de los autos aún rugían en su mente, pero más fuerte que cualquier ruido de la pista era la voz de sus propios miedos. Sabía que Alexia era una de las personas más importantes en su vida, y la posibilidad de que pudiera irse no era algo que estuviera dispuesta a enfrentar sin decir lo que sentía. Cada vez que cerraba los ojos, se imaginaba la vida sin ella: los días más vacíos, los pequeños momentos robados por la distancia, y una ausencia que la ahogaba lentamente.

Emma decidió que ya no podía mantener sus sentimientos en silencio. Se levantó de la cama, sintiendo la frialdad del suelo bajo sus pies descalzos, y caminó hacia el pequeño balcón del hotel donde se hospedaban. Había algo en el aire nocturno que la calmaba, como si la oscuridad de la noche le permitiera finalmente enfrentarse a sus emociones más profundas sin el temor de ser juzgada.

Alexia estaba allí, mirando las luces de la ciudad, perdida en sus propios pensamientos. La brillantez de las luces reflejaba la agitación en su mente, una maraña de oportunidades y dilemas personales. Emma se detuvo por un momento, observándola, sintiendo cómo su pecho se comprimía al verla tan inmersa en su propio mundo. A pesar de estar juntas, una distancia invisible comenzaba a surgir entre ellas, una barrera hecha de decisiones y palabras no dichas.

Finalmente, Emma se armó de valor y se acercó, consciente de que lo que estaba a punto de decir cambiaría su relación para siempre.

—Alexia, ¿puedo hablar contigo? —preguntó Emma, su voz temblando ligeramente, casi inaudible frente al bullicio distante de la ciudad.

Alexia se volvió, sorprendida por el tono serio de Emma. Su expresión era una mezcla de cansancio y preocupación; había estado esperando esta conversación, aunque no estaba preparada para enfrentarla.

—Claro, Emma. ¿Qué pasa? —respondió, haciendo un gesto para que se sentara a su lado.

Emma se sentó lentamente, sus movimientos reflejando la tensión interna que sentía. Tomó una profunda respiración, tratando de reunir el coraje necesario para lo que estaba a punto de decir. Las palabras se formaban en su mente, pero pronunciarlas en voz alta era un desafío completamente diferente.

—Alexia, no puedo seguir guardándome esto. He estado pensando mucho desde que hablamos sobre la oferta que recibiste. Y... me he dado cuenta de algo importante —dijo, su voz apenas un susurro, cargada de emociones que había mantenido reprimidas durante tanto tiempo.

Alexia la miró con preocupación, sus ojos buscando respuestas en el rostro de Emma. Sabía que la oferta que había recibido era una gran oportunidad, pero no había anticipado cómo afectaría a quienes la rodeaban.

—¿De qué hablas, Emma? —preguntó, su tono lleno de inquietud, mientras se preparaba para lo que estaba por venir.

Emma bajó la mirada, incapaz de sostener la de Alexia mientras confesaba sus sentimientos. Las palabras que había guardado durante tanto tiempo estaban a punto de salir, y aunque la aterraba el posible rechazo, más le asustaba la idea de no decir nada.

—Alexia, sé que esta oferta es una gran oportunidad para ti. Pero... no puedo soportar la idea de que te vayas. Me he dado cuenta de que... te quiero más de lo que pensaba. No solo como amiga. Me he enamorado de ti, Alexia. Y no puedo imaginar mi vida sin ti aquí, conmigo —dijo, sus palabras saliendo apresuradamente, como si temiera que el valor se le escapara antes de terminar.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora