Capítulo 17: Camino a la Confianza

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El ambiente en el garaje del equipo era tenso y cargado de preocupación mientras Emma se preparaba para su primera sesión de entrenamiento tras el accidente. Los mecánicos y el resto del equipo habían trabajado incansablemente para reparar su coche, pero la verdadera batalla se libraba en el interior de Emma. Cada pieza del coche había sido revisada y ajustada al milímetro; sin embargo, el mayor reto estaba en los pensamientos de Emma, donde el miedo y la ansiedad acechaban en cada esquina de su mente.

Emma se ajustó el casco, sintiendo la presión sobre sus hombros. Sabía que debía enfrentarse a sus miedos y recuperar la confianza que el accidente con Leah Rossi había destrozado. Cada vez que cerraba los ojos, revivía el momento del impacto, el sonido del metal contra metal y la sensación de pérdida de control. Las imágenes se repetían una y otra vez como una película en bucle, alimentando sus inseguridades y haciéndola cuestionarse si realmente estaba lista para volver.

—¿Lista, Emma? —preguntó Julián, su ingeniero de pista, con una sonrisa alentadora—. Estaremos contigo en cada paso del camino.

Emma asintió, aunque no estaba segura de estar completamente lista. Las dudas se arremolinaban en su mente, pero sabía que no podía permitir que el miedo la controlara. Se subió al coche, sintiendo la familiaridad del volante y los pedales bajo sus manos y pies. Era su zona de confort, y al mismo tiempo, su campo de batalla.Mientras ajustaba su asiento y se preparaba para salir, pudo escuchar el murmullo de los mecánicos y el sonido de las herramientas; era como un recordatorio constante de la tensión que aún se cernía sobre el equipo.

El motor rugió cuando lo encendió, y Emma respiró profundamente, tratando de calmar sus nervios. El rugido del motor resonaba en su pecho, una mezcla de adrenalina y temor la invadía. Los primeros giros en la pista fueron cautelosos, casi tímidos, mientras ella luchaba por encontrar el ritmo. Cada curva le recordaba el accidente, y cada recta parecía una eternidad. La sensación de velocidad, antes su mayor aliada, ahora parecía ser su enemiga más temible. Sentía que cada movimiento era un riesgo calculado, cada aceleración un desafío a sus propios límites.

—Recuerda, Emma, un paso a la vez —dijo Julián por el intercomunicador—. No tienes que ser perfecta ahora. Solo necesitas sentir el coche y reconectarte con él.

Las palabras de Julián resonaron en su mente. Emma sabía que él tenía razón. No se trataba de ganar en este momento, sino de reconectar con el vehículo, con la pista, y, sobre todo, con su confianza.Cada vuelta que completaba, cada curva que lograba dominar, era un pequeño triunfo. Aunque las manos le temblaban y los latidos de su corazón se aceleraban, se obligó a mantenerse en el presente, a enfocarse en la sensación del coche y en el camino frente a ella.

Poco a poco, Emma comenzó a encontrar su ritmo. Las curvas se volvieron menos intimidantes, y las rectas dejaron de parecer abismos. Sentía la máquina responder a cada uno de sus movimientos, y la familiaridad del coche empezó a calmar sus nervios. Cada vuelta completada era una pequeña victoria, un paso más hacia la recuperación. No se trataba solo de pilotar; se trataba de superar la barrera mental que la había frenado desde el accidente.

Desde el pit lane, Alexia observaba con atención. Aunque su corazón estaba en el fútbol, había desarrollado un profundo respeto por el mundo del automovilismo y, en especial, por Emma. La determinación y el coraje de su compañera la inspiraban. Para Alexia, ver a Emma luchar contra sus miedos era un recordatorio de sus propias batallas en el campo, de cada vez que había tenido que levantarse tras una lesión, un error o una derrota.

—Está mejorando, ¿verdad? —dijo Alexia, acercándose a Julián.

—Sí, lo está logrando. Emma es fuerte, siempre lo ha sido —respondió Julián, sin apartar la vista de la pista—. Solo necesita tiempo para recuperar su confianza.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora