Capítulo 42: La Relación de Mentira

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La presión sobre Emma y Alexia había llegado a un punto crítico. Después de la filtración de la foto en la que se besaban, las especulaciones y los rumores sobre su relación habían acaparado los titulares. Javier, el manager de Alexia, había propuesto una solución radical: fingir que realmente eran pareja. A pesar de sus reticencias, Emma y Alexia accedieron, sabiendo que era la única manera de desviar la atención de los medios y proteger sus carreras.

Emma se despertó en su apartamento en Barcelona, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros. No estaba acostumbrada a actuar, y menos cuando se trataba de sus sentimientos. Se levantó, se preparó para el día y se dirigió hacia el centro de entrenamiento del equipo de fútbol de Alexia. Hoy era su primer día de aparecer en público como una pareja oficial.

Al llegar, Emma encontró a Alexia esperándola en la entrada. Alexia le dedicó una sonrisa que parecía sincera, pero ambas sabían que había un elemento de teatralidad en todo esto.

—Buenos días, amor —dijo Alexia, dándole un abrazo que duró un segundo más de lo habitual.

Emma le devolvió el abrazo, sintiéndose incómoda pero decidida a hacer que funcionara.

—Buenos días, cariño —respondió, tratando de sonar natural.

La primera prueba llegó cuando ambas se dirigieron a una cafetería cercana para desayunar. Las cámaras las seguían de cerca, los paparazzi estaban por todas partes. Emma tomó la mano de Alexia mientras entraban en la cafetería, sintiendo las miradas sobre ellas.

—Esto es surrealista —susurró Emma cuando se sentaron.

—Lo sé, pero es necesario. Solo recuerda que estamos en esto juntas —dijo Alexia, apretando la mano de Emma bajo la mesa.

El desayuno transcurrió sin incidentes, aunque la atención constante de los medios las hacía sentir como peces en una pecera. Intentaron mantener una conversación normal, hablando sobre la próxima carrera de Emma y el próximo partido de Alexia, pero había una tensión subyacente que ambas notaban.

Después del desayuno, Alexia llevó a Emma al campo de entrenamiento del Barcelona. Los compañeros de equipo de Alexia las recibieron con curiosidad y algunas sonrisas cómplices. Emma se sintió un poco fuera de lugar, pero Alexia se aseguró de que se sintiera bienvenida.

—Chicos, ella es Emma —dijo Alexia, presentándola al equipo—. Y, como ya habrán oído, ahora somos más que amigas.

Emma saludó a todos, sintiéndose abrumada pero tratando de mantener la compostura. Los jugadores la aceptaron con naturalidad, y pronto se encontró disfrutando del ambiente relajado del entrenamiento. Observó a Alexia en su elemento, admirando su habilidad y liderazgo en el campo.

—Es increíble verte jugar en persona —le dijo Emma durante un descanso.

—Y es increíble tenerte aquí apoyándome —respondió Alexia con una sonrisa.

Después del entrenamiento, regresaron al apartamento de Alexia. La tarde transcurrió con más normalidad, sin las cámaras ni la atención de los medios. Mientras preparaban la cena juntas, la conversación fluyó más libremente.

—¿Sabes? Nunca pensé que estaría en una situación como esta —dijo Emma mientras cortaba verduras.

—Yo tampoco. Pero es curioso cómo la vida nos lanza estos retos, ¿no? —respondió Alexia, revolviendo una salsa en la estufa—. Y, bueno, admito que es agradable tener a alguien que me entienda en todo esto.

Emma asintió, sintiendo un vínculo más profundo con Alexia. A pesar de la farsa, había una amistad genuina entre ellas que se estaba fortaleciendo.

Después de la cena, se acomodaron en el sofá para ver una película. La atmósfera era relajada, y por un momento, se olvidaron del espectáculo que estaban presentando al mundo.

—¿Recuerdas cuando te dije que te prestaría una de mis camisetas más preciadas? —preguntó Alexia de repente.

Emma asintió.

—Bueno, creo que ya es hora. Mañana te daré la camiseta con la que gané mi primera Champions —dijo Alexia, sonriendo.

Emma se sintió conmovida por el gesto.

—Significa mucho para mí, Alexia. Gracias.

Se miraron a los ojos por un momento, sintiendo la conexión entre ellas. La relación de mentira, aunque complicada, estaba construyendo un puente más fuerte entre sus mundos.

Sin embargo, sabían que esto era solo el comienzo. La presión de mantener la apariencia de una relación iba a ser desafiante, y tendrían que estar siempre en guardia. A pesar de todo, se dieron cuenta de que esta situación les estaba enseñando mucho sobre la confianza, el apoyo y la amistad.

La vida cotidiana de Alexia y Emma también incluía sus rutinas de entrenamiento. Una mañana, Alexia decidió llevar a Emma a uno de sus entrenamientos de fútbol, donde Emma podía observar y aprender más sobre el deporte de su amiga. Aunque la atención de los medios aún era intensa, ambas intentaban mantener la normalidad en sus vidas.

—¿Estás lista para ver cómo entrenamos? —preguntó Alexia, mientras se preparaban para salir.

—Definitivamente. Estoy ansiosa por ver cómo te preparas para los partidos —respondió Emma con entusiasmo.

En el campo de entrenamiento, Emma se sentó en las gradas, observando a Alexia y su equipo mientras realizaban sus ejercicios. Admiraba la dedicación y la habilidad de Alexia, y se sintió inspirada por su enfoque.

Después del entrenamiento, decidieron pasar la tarde en un parque cercano, alejadas del bullicio de los paparazzi. Se sentaron en una manta bajo la sombra de un árbol, disfrutando de un picnic.

—¿Te ha pasado alguna vez que simplemente quieres desaparecer por un rato? —preguntó Emma, mirando al cielo.

—Más de lo que te imaginas. Pero tener a alguien que entienda por lo que pasas ayuda mucho —respondió Alexia, sonriendo a Emma.

—Estoy agradecida por tenerte a mi lado en todo esto —dijo Emma, tomando la mano de Alexia.

Pasaron la tarde charlando y riendo, disfrutando de la tranquilidad y de la compañía mutua. A pesar de la situación forzada, estaban encontrando momentos de verdadera conexión y amistad.

De regreso en el apartamento, decidieron cocinar juntas. Eligieron una receta sencilla y se pusieron manos a la obra en la cocina. Entre risas y bromas, la tensión de la farsa parecía desvanecerse por un momento.

—¿Recuerdas cuando casi quemamos la cocina la primera vez que cocinamos juntas? —dijo Emma, riendo mientras picaba cebollas.

—¡Cómo olvidarlo! Creo que desde entonces hemos mejorado mucho —respondió Alexia, revolviendo una olla en la estufa.

La cena resultó deliciosa, y se sentaron a la mesa, disfrutando de la comida y de la compañía mutua. La conversación fluyó de manera natural, hablando sobre sus sueños y esperanzas, y compartiendo anécdotas de sus vidas.

Después de la cena, se acomodaron en el sofá para ver una película. La atmósfera era relajada, y por un momento, se olvidaron del espectáculo que estaban presentando al mundo.

—¿Te imaginas si realmente estuviéramos juntas? —preguntó Emma, medio en broma, medio en serio.

—Sería interesante, eso seguro. Pero lo importante es que estamos aquí la una para la otra, sin importar las circunstancias —respondió Alexia, sonriendo.

Se miraron a los ojos por un momento, sintiendo la conexión entre ellas. La relación de mentira, aunque complicada, estaba construyendo un puente más fuerte entre sus mundos.

A medida que los días pasaban, Emma y Alexia aprendían a navegar la complejidad de su relación fingida. Encontraban formas de apoyarse mutuamente, creando una rutina que les permitía mantener la apariencia ante los medios mientras fortalecían su amistad. La farsa les enseñaba valiosas lecciones sobre la confianza, el apoyo y la amistad, y ambas sabían que, al final, lo que realmente importaba era la conexión genuina que estaban forjando.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora