Capítulo 49: Espía en el Equipo

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Las luces del paddock brillaban intensamente, reflejando la actividad frenética de los mecánicos y el personal del equipo mientras se preparaban para la próxima carrera. Emma y Alexia habían estado navegando en aguas turbulentas desde que sus sentimientos reales salieron a la superficie, pero la vida dentro del equipo no les daba tregua. Los motores rugían, las conversaciones se entremezclaban con el ruido de las herramientas y el olor a gasolina impregnaba el aire. Para muchos, el caos del paddock era adrenalina pura; para Emma y Alexia, en cambio, se había convertido en un campo de batalla emocional y profesional.

Desde que comenzaron a filtrarse detalles íntimos sobre su relación a la prensa, Emma había notado algo extraño. Las noticias sobre sus desacuerdos, gestos cariñosos y hasta pequeños momentos robados en la privacidad de su apartamento eran narrados con una precisión inquietante, como si un intruso estuviera observando cada uno de sus movimientos. El impacto no solo afectaba su desempeño en la pista, sino que también colocaba una sombra oscura sobre su vida personal, esa que se suponía debían proteger a toda costa.

Una mañana, mientras Emma ajustaba su casco en el garaje, Alexia se le acercó con el ceño fruncido y un teléfono en la mano. La tensión era palpable; Alexia había estado lidiando con el constante escrutinio público y sus propias inseguridades. La publicación que sostenía era la gota que colmaba el vaso.

—Emma, mira esto —dijo Alexia, con un tono que oscilaba entre la frustración y el agotamiento. Le mostró una nueva noticia que detallaba una supuesta discusión entre ellas durante la última carrera, un enfrentamiento privado que ahora era de dominio público.

Emma frunció el ceño al leer la noticia, sintiendo cómo una mezcla de incredulidad y paranoia se apoderaba de ella. ¿Cómo era posible que alguien supiera tanto? Las palabras en la pantalla no eran solo un relato de los hechos, sino un recordatorio de que su privacidad estaba bajo ataque.

—¿Cómo es posible que sepan esto? —preguntó Emma, con una mezcla de ira y confusión. Cada palabra escrita sobre su relación se sentía como una puñalada, y la creciente sensación de que estaban siendo vigiladas comenzó a ser insoportable.

Ese mismo día, decidieron que ya no podían ignorar lo que estaba sucediendo. Emma y Alexia convocaron una reunión urgente con el equipo directivo. La oficina de Javier, el director del equipo, estaba cargada de tensión cuando entraron, ambas con los gestos endurecidos y las miradas fijas en el problema que las atormentaba. Emma tomó la palabra, su voz firme pero con un matiz de vulnerabilidad que solo Alexia podía detectar.

—Esto tiene que parar. Alguien está pasando información a la prensa y está afectando no solo nuestras carreras, sino también nuestra vida personal —dijo Emma, su mirada fija en Javier, buscando apoyo en medio del caos.

Javier, un hombre con una presencia autoritaria que solía imponer respeto entre los miembros del equipo, asintió con gravedad. No era solo un problema de filtraciones; era una amenaza directa al funcionamiento interno del equipo, y lo sabía.

—Estamos tomando esto muy en serio —respondió Javier, su tono reflejando la misma preocupación que había en los ojos de Emma y Alexia—. Vamos a realizar una investigación interna para identificar al responsable. Mientras tanto, necesitamos que todos mantengan la calma y continúen trabajando como de costumbre. Este equipo ha enfrentado desafíos antes, y superaremos este también.

Con esas palabras, se dio inicio a un proceso de escrutinio intenso dentro del equipo. La atmósfera se volvió espesa, como si una nube de sospecha se cerniera sobre todos. Nadie estaba exento de la investigación, y las relaciones entre los miembros del equipo comenzaron a deteriorarse. Las miradas cautelosas, los murmullos a media voz y el distanciamiento progresivo se convirtieron en la norma. Emma y Alexia, que solían encontrar consuelo en la camaradería de sus colegas, ahora se sentían aisladas, atrapadas en un entorno que solía ser su refugio.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora