Capítulo 80: Desde las Gradas

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El día de la gran final había llegado. Emma, Eli, y Alba se levantaron temprano, preparándose con esmero para el partido. Emma, con la ayuda de Eli, había pintado una bandera española en su rostro, lista para animar con toda su energía.

—Hoy es el gran día. Vamos a estar allí para Alexia —dijo Emma, mientras se ponía su camiseta de la selección española.

—Estamos listas, Emma. Alexia va a estar tan feliz de vernos —respondió Alba, con una sonrisa.

Emma no podía evitar sentir una mezcla de nervios y emoción. Había pasado semanas planeando este momento, queriendo asegurarse de que todo saliera perfecto para apoyar a Alexia en el partido más importante de su vida.

El camino al estadio estuvo lleno de emociones. A medida que se acercaban, podían sentir la energía y la emoción de los aficionados. Emma, Eli y Alba se abrieron paso entre la multitud, buscando sus asientos en una sección privilegiada, cortesía del amigo periodista de Emma.

—Aquí estamos, chicas. Estos son nuestros asientos. Tendremos una vista perfecta del campo —dijo Emma, mientras se acomodaban.

La atmósfera dentro del estadio era eléctrica. Las gradas estaban llenas de seguidores de ambos equipos, ondeando banderas y coreando cánticos de apoyo. Emma, Eli y Alba se unieron a los cánticos, llenas de orgullo y emoción por Alexia.

Cuando el partido comenzó, el estadio estalló en vítores. Alexia y su equipo entraron al campo con determinación. Emma no podía evitar sentirse nerviosa y emocionada a la vez. Ver a Alexia allí, en el escenario más grande de su carrera, la llenaba de orgullo.

—Vamos, Alexia. Puedes hacerlo —murmuró Emma, apretando la mano de Eli.

Emma recordaba las muchas noches que había pasado hablando con Alexia sobre sus sueños y ambiciones. Sabía lo mucho que este momento significaba para ella y estaba decidida a apoyarla con todo su corazón.

El juego fue intenso desde el primer minuto. Ambos equipos estaban jugando con todo, dejando el corazón en el campo. Emma, Eli, y Alba animaban con todas sus fuerzas, gritando y aplaudiendo cada vez que Alexia tocaba el balón.

—Vamos, España. Vamos, Alexia —gritó Eli, su voz llena de emoción.

Emma, aunque nerviosa, no dejaba de mostrar su apoyo. Su corazón latía con fuerza cada vez que Alexia se acercaba a la portería rival. Podía ver la intensidad y el enfoque en los ojos de Alexia, sabiendo que estaba dando todo de sí en cada jugada.

A medida que el partido avanzaba, la tensión aumentaba. Había oportunidades perdidas, defensas sólidas y un ambiente de nerviosismo palpable. Emma apenas podía contenerse. Cada vez que Alexia estaba en acción, sentía una mezcla de esperanza y ansiedad.

—Estás jugando increíble, Alexia. Sigue así —murmuraba Emma para sí misma.

Eli y Alba compartían la misma tensión. Se tomaban de las manos, apretándolas con fuerza en cada momento crítico. Estaban allí no solo como familia, sino también como los mayores admiradores de Alexia, sabiendo lo mucho que había trabajado para llegar a este punto.

Con solo unos minutos restantes en el reloj, España logró marcar un gol decisivo. El estadio estalló en vítores y aplausos. Emma saltó de su asiento, gritando de alegría junto a Eli y Alba.

—¡Sí! ¡Lo lograron! —gritó Emma, con lágrimas de felicidad en sus ojos.

La emoción era palpable en el estadio. Los seguidores españoles no podían contener su alegría, mientras que los jugadores en el campo se abrazaban y celebraban el gol que podría definir el partido. Emma, Eli y Alba se abrazaron, compartiendo ese momento de pura felicidad.

Mientras el equipo celebraba en el campo, Alexia miró hacia las gradas por primera vez desde que comenzó el partido. Sus ojos se encontraron con Emma, quien estaba saltando y aplaudiendo con todo su corazón. La sorpresa y la emoción se reflejaron en el rostro de Alexia.

—Emma... ella está aquí —susurró Alexia, con una sonrisa que lo decía todo.

El alivio y la felicidad en los ojos de Alexia eran evidentes. Ver a Emma allí, animándola, le dio una fuerza renovada. Se sintió aún más motivada para dar su mejor esfuerzo en los últimos minutos del partido.

Cuando el árbitro pitó el final del partido, España había ganado la final del Mundial. Las jugadoras se abrazaron y celebraron su victoria histórica. Alexia, aún con la sorpresa de ver a Emma en las gradas, corrió hacia su familia.

Emma, Eli y Alba bajaron rápidamente al campo, queriendo compartir ese momento especial con Alexia. Cuando finalmente se encontraron, Alexia abrazó a Emma con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas de alegría.

—No puedo creer que estés aquí —dijo Alexia, con la voz quebrada por la emoción.

—No me lo hubiera perdido por nada del mundo. Estoy tan orgullosa de ti —respondió Emma, besando suavemente a Alexia.

El abrazo fue largo y lleno de amor. Emma podía sentir el latido acelerado del corazón de Alexia y sabía que era un reflejo de su propia emoción. En ese momento, todo el esfuerzo y la planificación para llegar allí valieron la pena.

La celebración continuó con abrazos y risas. Alexia, con su medalla colgando del cuello, compartió ese momento especial con las personas que más amaba.

—Este es el mejor día de mi vida —dijo Alexia, abrazando a su madre y a su hermana.

—Lo es para todos nosotros. Estamos tan orgullosos de ti, Alexia —respondió Eli, con lágrimas en los ojos.

La emoción en el aire era tangible. Los jugadores, las familias y los aficionados se unieron en una celebración que marcaba un hito en la historia del fútbol femenino. Para Alexia, era más que una victoria; era un sueño hecho realidad, compartido con las personas que más significaban para ella.

Mientras se abrazaban, Emma y Alexia compartieron un momento privado. Emma tomó la mano de Alexia y le susurró al oído:

—Prometo estar contigo en cada paso de tu carrera, apoyándote siempre. Te amo, Alexia.

—Y yo a ti, Emma. Gracias por estar aquí. Significa el mundo para mí —respondió Alexia, con una sonrisa llena de amor.

La conexión entre ellas era más fuerte que nunca. En medio del bullicio de la celebración, encontraron un momento de calma para reafirmar su compromiso y amor mutuo. Sabían que, sin importar los desafíos futuros, siempre se tendrían la una a la otra.

Con la victoria en sus manos y el apoyo incondicional de Emma, Alexia sabía que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo en su vida. Estaban más unidas que nunca, listas para enfrentar cualquier desafío que se les presentara, sabiendo que siempre se tendrían la una a la otra.

Mientras el estadio se vaciaba y las luces se apagaban, Emma y Alexia caminaron juntas, de la mano, hacia un futuro lleno de amor, esperanza y victorias compartidas.

La historia de Alexia y Emma no solo era una historia de amor, sino también una de perseverancia, sueños y la importancia del apoyo mutuo. Cada victoria en el campo era también una victoria en su relación, fortaleciendo los lazos que las unían

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora