Capítulo 69: La Cena de Reconciliación

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Después de todos los problemas que Olga había traído a sus vidas, Alexia y Emma sabían que necesitaban un momento para reconectar, para recordar por qué estaban juntas y reafirmar su amor. La vorágine de los últimos meses había sido un torbellino de emociones, con cada día trayendo nuevas pruebas a su relación. Sin embargo, también les había enseñado la verdadera profundidad de lo que significaban la una para la otra.

Emma, siempre la detallista, decidió organizar una cena romántica en su hogar, un santuario seguro lejos de los ojos curiosos y los problemas que habían enfrentado. Sabía que necesitaban un espacio propio, un refugio donde pudieran despojarse de las preocupaciones y simplemente ser ellas mismas, disfrutando de cada momento.

Desde temprano, Emma se dedicó a preparar todo en secreto, queriendo sorprender a Alexia y crear un ambiente que las envolviera en su burbuja de amor. Eligió un rincón acogedor de la casa, decorándolo con luces suaves y velas aromáticas que emitían una luz cálida y reconfortante. Colocó pétalos de rosa sobre la mesa, un gesto que siempre hacía sonreír a Alexia, y preparó los platos favoritos de su novia, cada detalle cuidadosamente pensado para que la noche fuera inolvidable.

Mientras tanto, Alexia estaba terminando algunas llamadas con Javier, asegurándose de que todos los asuntos pendientes con Olga estaban bajo control. Cada palabra intercambiada era un recordatorio de lo cerca que habían estado del desastre, pero también una reafirmación de la fortaleza que habían encontrado en medio de la tormenta. Cuando finalmente colgó, sintió una mezcla de alivio y anticipación. Sabía que Emma estaba tramando algo especial y estaba ansiosa por dejar atrás los problemas, al menos por una noche, y disfrutar de una velada tranquila con la mujer que amaba.

Al caer la noche, Emma llamó a Alexia al comedor. Cuando Alexia entró, sus ojos se iluminaron al ver la escena. La mesa estaba impecablemente puesta, las velas proyectaban un resplandor cálido que bañaba la habitación en tonos dorados, y el aroma de la comida recién hecha llenaba el aire, envolviéndolas en una atmósfera de intimidad y calma.

—Guapa, esto es increíble. ¿Cómo has tenido tiempo de hacer todo esto? —dijo Alexia, su voz llena de asombro y gratitud. Emma había creado un pequeño paraíso en su hogar, una pausa en el tiempo que ambas necesitaban desesperadamente.

Emma sonrió, acercándose para darle un suave beso en los labios, un gesto que decía más que mil palabras.

—Quería que tuviéramos una noche especial. Nos lo merecemos después de todo lo que hemos pasado. Quiero que recuerdes cuánto te amo, Alexia —respondió Emma, acariciando la mejilla de Alexia con ternura. Había un brillo en sus ojos, una chispa que hablaba de la devoción que sentía por la mujer frente a ella.

Se sentaron a la mesa, y Emma levantó una copa de vino, mirándola con esa mezcla de amor y admiración que Alexia siempre encontraba reconfortante.

—Por nosotros, preciosa. Por nuestro amor y por todos los momentos que hemos compartido y los que aún están por venir —dijo Emma, su voz cargada de emoción. Era más que un brindis, era una promesa silenciosa de que, sin importar lo que viniera, siempre estarían juntas.

Alexia levantó su copa, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad contenida. Era raro verla así, tan vulnerable y abierta, pero con Emma se sentía segura de ser quien realmente era.

—Por nosotras, hermosa. Gracias por ser mi roca, por estar a mi lado incluso en los momentos más oscuros. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar —dijo Alexia, chocando suavemente su copa con la de Emma antes de tomar un sorbo. El vino era suave y dulce, pero no tanto como los sentimientos que compartían en ese instante.

Mientras disfrutaban de la cena, hablaron de todo y de nada. Recordaron momentos divertidos y especiales de su relación: el primer beso robado en un callejón oscuro después de un partido, las risas compartidas bajo la lluvia, y esos instantes donde solo una mirada bastaba para entenderse. También hablaron de sus sueños y aspiraciones para el futuro, de los lugares a los que querían viajar juntas y de los planes que aún no habían realizado. Emma, siempre juguetona y cariñosa, se levantó de su asiento y se acercó a Alexia, sentándose en su regazo y dándole un beso en el cuello que la hizo estremecer.

Pistas Cruzadas - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora